Contenido creado por Manuel Serra
Navegaciones

Navegaciones: escribe Esteban Valenti

No tengo ganas de escribir

La sensación existente en la sociedad uruguaya es que todos estamos esperando el turno, pero que te toca, te toca. Por Esteban Valenti.

21.08.2018 14:47

Lectura: 6'

2018-08-21T14:47:00-03:00
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Sí, señores, lo que nunca creí que me podría pasar, me sucede: no tengo ganas de escribir. Por más buena voluntad que le pongo todas son pálidas y no solo críticas puntuales. Son pálidas que me sucedieron a mí o a mi familia. Nada grave, pero en su conjunto le quitan a uno las ganas de explicar, de buscar explicaciones, de justificar o incluso de criticar. Es como hablar con una pared.

En pocas semanas se sucedieron robos de diverso tipos: a mí el jueves pasado me rompieron vidrio del auto para robar casi nada, miserias, a mi hijo Diego también, un poco antes, a mi nieto lo tiraron de la bicicleta para robarle el celular y la mochila, a mi ex nuera le robaron muebles y artefactos de un deposito en una chacra de Maldonado, al "negro", el ex esposo de mi sobrina, le robaron la casa en Parque Miramar, los chorros se olvidaron un celular, las cámaras internas lo filmaron, pero en la policía no le dieron ninguna esperanza. ¿Será una casualidad, un grupo de casualidades o es que nos dejamos llevar por la sensación térmica?

Por otro lado, como si la realidad no alcanzara, un argentino se dedicó a realizar una campaña por WhatsApp sobre una supuesta ola de robos en la Barra de Maldonado que era un invento. Pero se juegan a esas porquerías porque la sensación existente en la sociedad uruguaya, es que todos estamos esperando el turno, pero que te toca, te toca.

El día que me robaron, tuve una interesante conversación con los dos policías que esperaban al lado de mi auto, alertados por los vecinos. Me tomaron los datos y me dijeron que en esa zona (comisaría 5ta) los robos de ese tipo eran masivos. Esa misma noche me tomé el trabajo de recorrer durante casi 45 minutos una parte de la ciudad, eran las 23 horas y no encontré, no me crucé con un solo coche policial. Ni uno. ¿Dónde están los miles de vehículos que compramos, en Casavalle?

Las comisarías han sido vaciadas, literalmente vaciadas, cualquiera puede comprobarlo y eran el nexo necesario y obligado entre la gente y la policía. La primera barrera.

Las anécdotas que me contaron y que veo en televisión -igual que ustedes- de la policía técnica, que entran como una tromba sin preservar las escenas del crimen, con una bajísima profesionalidad. Todos nos hemos hecho expertos mirando CSI. Nada, ni parecido.

La inseguridad es por lejos el peor fracaso de todos los gobiernos del Frente Amplio desde hace 13 años y más allá de las opiniones y explicaciones, las cifras son abrumadoras e implacables.

Pero luego me tengo que fumar a la ministra de Cultura María Julia Muñoz diciendo que Eduardo Bonomi es el mejor ministro del Interior del planeta. Al menos tuvieran el pudor de callarse. No, insiste, dice que las mentiras de Sendic sobre su título y otras cosillas son una pavada y que a este siniestro personaje que enlodó a la izquierda, le siguen haciendo bulling. ¿Pero piensan en serio lo que dicen? En cualquier otro país del mundo, ese señor y su socio Leonardo De León no podrían salir a la calle. Y las condenas más fuertes y claras fueron del Tribunal de Conducta Política del propio Frente Amplio, que se ha transformado en el último reducto del verdadero frenteamplismo.

No tengo ganas de escribir de jerarcas que miran el mundo desde adentro de su burbuja de poder eterno, que saltan de un cargo a otro como si ese fuera el destino obligado de todos los "elegidos" mientras los comunes mortales nos ganamos la vida en las 8 horas de trabajo.

Y nada ni nadie los conmueve ni los llama a la realidad, simplemente participan de un gran concurso para ver quién es más obsecuente.

No tengo ganas de escribir de jerarcas que no importa cómo les vaya al frente de sus funciones, están soldados, son soldados por quinquenio, y allí se quedan, aunque simplemente por prudencia deberían dar un paso al costado. Nada, el gobierno desde sus más elevadas jerarquías está decidido a mantener a todos, hasta el final, aunque las encuestas y las calles, barrios y pueblos estén gritando que la gente está profundamente descontenta con la seguridad, con la educación, con el empleo.

No tengo ganas de escribir de los candidatos o precandidatos o preprecandidatos que siguen haciendo finitos y encontrando fórmulas para no decir nada, pero sigue implacable la danza de nombres, sin el mínimo respaldo de ideas, de proyectos, de propuestas. No digo de un programa, sino de algo.

Es que en realidad la propuesta es seguir haciendo durante otros cinco años más de lo mismo, con algún retoque. Apuestan a que los otros, los opositores, son peores y que estaremos obligados a elegir entre el mal menor. Yo paso.

O que el PCU diga que, en el Congreso del FA, donde tienen una representación totalmente desproporcionada, como resultado de que se han vaciado y han vaciado los comités de base hasta el raquitismo, van a buscar una fórmula única. Es lo que faltaba, imponer por vía administrativa una fórmula bien de adentro, bien del aparato, bien de la continuidad. ¿A quién puede darle ganas de escribir o de hacer algo que no sea bufar de la bronca?

No me da ganas de escribir porque a la oposición política (casi toda) y a la prensa opositora le han vuelto a salir los colmillos de Drácula, las garras de la peor derecha que manipula las informaciones, que simplifica todo y que muestra el fondo de su alma de derecha y, aunque creen que de esa manera están construyendo su triunfo y el cambio, lo único que hacen es que la gente dudosa, que es mucha se espante y vuelva a pensar en votar a lo que queda del Frente Amplio, sus jirones.

Porque lo que queda del Frente Amplio es su enorme, máximo, gigantesco aparato de funcionarios, de jerarcas públicos, de personas comprometidas de alguna manera con el poder, cuya máxima y casi exclusiva prioridad es seguir sentados en algún sillón o silloncito. Y son miles.

¿A quién le va a dar ganas de escribir, de ensayar un aporte a un relato de izquierda? Hay que estar acorazados. ¿No será ese el proyecto? Agotarnos.

Por Esteban Valenti