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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

No somos todos iguales

La sospecha de la corrupción se ha propagado en estas últimas semanas con respecto a la gestión en los casinos por parte de un jerarca y sus asesores. Las conclusiones de la investigación administrativa llevada a cabo en la Intendencia Municipal de Montevideo son muy contundentes al indicar que es necesario mandar los antecedentes a la justicia.

24.09.2007 09:17

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2007-09-24T09:17:00-03:00
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Por otra parte, la información hecha pública a través de la prensa aumenta la presunción de que estamos ante hechos muy opacos en los que la probabilidad de la existencia de irregularidades en el manejo de recursos públicos es extremadamente alta.

Sin embargo, el gobierno frenteamplista no ha tomado ninguna medida al respecto, y el Cr. Bengoa cuestionado por su gestión al frente de los casinos municipales continúa siendo el responsable de la gestión de los casinos nacionales. Es como aquello de "no quiere sopa, entonces dos platos".

Las autoridades han mantenido al Cr. Bengoa en su cargo a pesar de que se está tramitando una investigación judicial y que la investigación administrativa (dirigida en una administración del mismo partido de gobierno) fue concluyente en señalar la existencia de numerosas irregularidades.

Ni siquiera una medida preventiva que denotara sensibilidad ante las circunstancias. Es más, la decisión de la bancada oficialista negándose a formar una Comisión Investigadora en el Parlamente, constituye un episodio más que confirma la reticencia del Frente Amplio para asumir la eventualidad de que alguno de sus integrantes haya, definitivamente, "metido la mano en la lata".

El problema es que la gente comienza a concluir que en la política, todos somos iguales. Se compara la conducta del actual gobierno con las respuestas que los anteriores gobiernos dieron ante acusaciones y evidencias de igual tenor, y se constata que este gobierno reacciona exactamente de la misma forma que los gobiernos anteriores de blancos y colorados.

Cuando el Frente Amplio era gobierno y reclamaba investigaciones parlamentarias, a veces con mucho menor fundamento que el planteo actual, ponía el "grito en el cielo" ante negativas de los gobiernos anteriores. Ahora, sin embargo, en el gobierno su forma de reaccionar es idéntica a la que tiempo atrás cuestionaba.

El escepticismo y la falta de confianza se instalan en el juicio ciudadano y se tiende a hacer "tabla rasa" con los políticos, cuestionando el accionar de todos por igual, y esta conclusión se apoya en la evidencia empírica que indica que todo partido o sector político que adquiere poder inevitablemente cae en situaciones de corrupción.

Ciertamente, es altamente probable que el ejercicio del poder traiga consigo casos de corrupción. Sin embargo, lo que no debería ser corriente es la incapacidad de los diferentes gobiernos para reaccionar con energía ante tales hechos.

Desde la oposición el Frente Amplio reivindicaba para sí una originalidad que obviamente negaba a sus adversarios de los partidos tradicionales. Se decía con altanería que los dirigentes frentistas "podrán meter la pata pero no la mano en la lata". Luego de dos años y medio de gobierno, el Presidente de la República ha matizado sustancialmente su posición y asume que es posible que ocurran hechos de corrupción, pero anuncia con energía que en tales casos e actuará con resolución.

Sin embargo, no vemos ni energía ni resolución ante los hechos generados. El Cr. Bengoa, a pesar de las numerosas denuncias en su contra, continúa en su cargo sin que el Poder Ejecutivo tome una sola medida preventiva y su bancada parlamentaria bloqueó una investigación en el Parlamento. Triste señal que no ayuda a que la ciudadanía pueda creer que no todos los políticos son iguales.

No obstante es necesario reivindicar y reafirmar que no todos los políticos somos iguales; es público y evidente que en todos los partidos hay gente honesta que actúa en política movida por altos ideales y buscando lograr el bien común para todos nuestros conciudadanos.

Debemos trabajar hoy con mayor energía que nunca para que los ciudadanos no pierdan la confianza y puedan distinguir entre quienes actúan de buena fe, movidos por intereses altruistas, de aquellos que buscan sacar provecho propio de su actuación pública o de los que, por las razones que sean, se resisten a actuar con firmeza y celeridad para extirpar de la vida política a los que no se portan como deben.

No todos somos iguales, y ello, en estos temas, no depende de las pertenencias partidarias.