Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Mujeres con banca

Mujeres con banca

28.05.2008

Lectura: 3'

2008-05-28T08:49:30-03:00
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Los grupos de mujeres que promovieron sin éxito la aprobación parlamentaria de una cuota femenina, se sienten "nuevamente postergadas". Una de las organizaciones más activas se quejó de las "posiciones absolutamente degradantes" que legisladores le asignan a la mujer y de que los opositores expresaron "argumentos increíbles".

Las feministas tienen razón en reclamar un debate más profundo, pero no pueden evitar caer en lo que reprochan a sus contrincantes, cuando señalan que el proyecto quedó en suspenso porque "pone en peligro los sillones que ocupan los actuales representantes nacionales". La tesis es atendible puesto que todo grupo que se siente amenazado tiende a aferrarse al poder más que a ponerlo en riesgo, pero lo mismo podría decirse de las activistas pro cuota femenina. Veamos.

Si la legislación se aprobara, quienes ocuparían esos cargos serían las mismas mujeres que hoy lo reclaman con fervor, u otras con idéntico perfil socioeconómico. Como el género es sólo una de las formas de la discriminación y nadie reclama cuotas para abolir las otras, el poder político mantendría su tendencia actual: montevideano, urbano, adulto y de nivel socioeconómico medio y medio-alto. Las mujeres jóvenes, las que viven en las ciudades del interior, las que no terminaron Secundaria y las que están desocupadas tendrían tan pocas chances como ahora de alcanzar una banca, a pesar de ser mayoría. Por lo visto, sus congéneres creen en la cuota hacia afuera pero no hacia adentro del género.

La teoría de que las cuotas sirven para enmendar discriminaciones pasa por alto que, siendo la cantidad de bancas o de cargos un número fijo, cada porción que se otorga a un grupo es en detrimento del total. Como existe una amplia gama de grupos discriminados (afrodescendientes, umbandistas, jóvenes, pobres y sus múltiples combinaciones) nadie se anima a esbozar un coeficiente que asegure justicia y proporcionalidad sin atentar contra las leyes de la democracia, la matemática o el sentido común.

Al no poderse corregir con una cuota todas las discriminaciones, quienes la obtengan se convertirán en privilegiados. Quizás no sea de extrañar que el Parlamento haya estado a punto de aprobar la cuota para el grupo con más poder relativo, pero no puede alegarse un sentido de justicia: sería inadmisible que se reclame para las mujeres lo que no podría ofrecerle al resto de los sectores segregados.

Como toda discriminación, la de género empobrece a la sociedad que la promueve o tolera. Sin embargo, el presidente Vázquez no necesitó ninguna ley ni enfrentó ninguna presión insoportable cuando puso en mano de mujeres casi la tercera parte de su gabinete, incluyendo las carteras de Defensa e Interior. El guarismo es todavía pobre, pero refleja un cambio en la sensibilidad de la sociedad uruguaya sobre la participación femenina en política. Un camino que recorremos con la misma lentitud de todas las transformaciones significativas, pero que ya no tiene retorno.