Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Mil palabras

Mil palabras

10.12.2008

Lectura: 3'

2008-12-10T08:18:38-03:00
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Si una imagen dice más que mil palabras, la foto de Mujica y Astori abrazados en el encuentro frenteamplista del domingo pasado resulta sumamente significativa. Para empezar, no parece reflejar la sensación de división que dejaron las disputas por la candidatura presidencial de los últimos meses.

El Frente Amplio siempre tuvo mayores dificultades que los partidos tradicionales para procesar sus diferencias y disensos (buena parte de su dirigencia reconoce que hubiera sido mejor acordar la fórmula en la cúpula que abrir candidaturas para que resuelvan sus electores), probablemente por razones ideológicas y de su peculiar ingeniería.

Como se trata de una organización integrada por partidos y agrupaciones diversos en historia e ideología, no le resulta fácil procesar sus diferencias por mayoría. La búsqueda del consenso, ese fino zurcido que inmortalizó Líber Seregni, es una necesidad más que una opción. El problema es que la ingeniería política frentista no fue pensada para una coalición que atrae a cerca de la mitad del electorado, en tiempos en los que la vinculación con lo político no pasa principalmente por el compromiso partidario ni la militancia.

La palabra mágica para hacer funcionar esta maquinaria (y vaya si funcionó y sirvió para superar escollos en sus casi cuarenta años de existencia) es la unidad. Podrá discutirse si la fórmula ideal debe ser encabezada por Astori o por Mujica o si el ex ministro de Economía debe aceptar un eventual segundo puesto. Si todo sale bien, el Frente Amplio consagrará el próximo fin de semana un acuerdo bastante razonable: Mujica reunirá los dos tercios y será el candidato del congreso, a la vez que se habilitan las demás candidaturas. Seguramente, la competencia será sólo con Danilo Astori, si es que los sectores que lo apoyan cuentan con las garantías de equidad en el acceso a la infraestructura frentista como para enfrentar la candidatura oficial y a los aparatos del MPP y el Partido Comunista. Nada dramático.

El proceso no es nuevo en la coalición de izquierda. Cuando la unidad se ve amenazada, los buenos frenteamplistas desandan su camino y vuelven a zurcir. Siempre ha sido así y no hay ninguna razón para pensar que no seguirá siendo, sobre todo si lo que está en juego es el gobierno nacional, al que la izquierda accedería por segundo período consecutivo. Después de todo, es el manejo del gobierno lo que permite a los partidos políticos concretar sueños largamente acariciados y, de paso, colocar amigos, familiares y compañeros de ruta en cientos de cargos, desde ministros y subsecretarios, hasta jerarcas de entes autónomos, directores de repartición, consultores, asesores, secretarias, chóferes y guardaespaldas, en el generoso entramado de la administración pública.

Es muy difícil que una fuerza política como el Frente Amplio, que administró el país durante cuatro años con un crecimiento histórico, vaya a perderse esta oportunidad por rencillas menores. Si alguien lo duda, ahí está la foto de Mujica y Astori abrazados en el encuentro del domingo pasado, que vale más que mil palabras.