Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Memoria de jóvenes airados

Memoria de jóvenes airados

25.02.2009

Lectura: 3'

2009-02-25T08:02:32-03:00
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Nosotros, que somos los de entonces,
los que no tenemos dónde, los que siempre hablamos solos.
Nosotros, que no formamos parte,
decidimos seguir al margen, viviendo en el alambre.

Se trata apenas de una canción, incluida en el último disco de Loquillo (Balmoral, 2008), un músico español que disfruté mucho en los lejanos `80. Quizás por eso, y porque Loquillo volvió a hacerme sentir que hablaba de pesadillas conocidas, estas líneas reflejen una visión más generacional que individual.

La campaña electoral es un hecho y con ella los dimes y diretes de un sistema político que se empeña en parecerse a si mismo. Discursos sin sentido, pseudo polémicas, promesas que no se van a cumplir y una cacería de votantes apenas disimulada bajo una pátina de marketing y proselitismo. Lo peor es que estamos en el mejor de los mundos posibles, al menos en términos continentales, aunque veamos a varias principales figuras de nuestro sistema político pendientes de lo anecdótico más que de lo sustancial.
Los partidos y candidatos con chance de ganar han demostrado hasta qué punto son prisioneros de los grupos de poder, los amigos a la espera de un premio, los burócratas preocupados por su futuro y de un conjunto de ideas y prácticas vetustas.

Nosotros, que estamos siempre alerta
marcamos la diferencia, sin haceros reverencias.
Vivimos, caminamos sin aliados, amamos como soñamos,
soñamos siempre armados.

Hubo un tiempo en el que creíamos que hacer política era otra cosa. Para los que fuimos jóvenes en los ’70 y los ’80 la lucha contra la dictadura no suponía sólo la recuperación de la democracia sino la construcción de un sistema que sepultara los vicios del pasado. Eso incluía el abandono del corporativismo, el clientelismo y la demagogia. Una visión generosa de los últimos veinticinco años podrá reparar en todo lo que se avanzó en el terreno de la institucionalizad y el control de ciertos excesos en el ejercicio del poder. Razones no faltarán. Algunos, incluso, dirán que ellos hicieron mejor y otros que lo están haciendo mejor ahora mismo. Pero una cosa es que ellos se lo crean y otra que nos hayan convencido.

Memoria, de jóvenes airados,
vive al norte del futuro y al sur de la esperanza.
Cautivos, en reinos conquistados,
donde habitan los silencios, donde ya no queda nada.

Podrá parecer una invitación al nihilismo punk pero no lo es. Se trata apenas de mandar una señal de alerta a quienes se ocupan de los asuntos públicos. Procuren convencernos con buenos argumentos de que no quieren nuestro voto tan sólo para perpetuarse en el poder o volver a conquistarlo, sino que lo hacen para solucionar los problemas de fondo, aunque tengan que enfrentarse a sus aliados, sus agitadores o sus financistas. De lo contrario, verán cada vez más gente al margen de sus paraísos de papel.

Mientras esto no ocurra, seguiremos cultivando la Memoria de aquellos jóvenes airados que fuimos, armados de escepticismo y espíritu crítico, soñando con un país en el que nadie dependa de la caridad ni de la gracia de un burócrata para comer, estudiar, curarse, hacer negocios o resolver sobre su propio cuerpo.