Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Malvín

Malvín

13.03.2013

Lectura: 3'

2013-03-13T07:15:09-03:00
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“¿Desea usted que las islas retengan su actual estatus político como territorio de ultramar de Reino Unido?” El referéndum convocado por el gobierno británico en Malvinas parece una demostración de estulticia y cinismo. ¿Qué se supone que respondan los pobladores británicos de las Falklands? ¿Que desean convertirse en ciudadanos de ese país tan estable y amistoso gobernado por el kirchnerismo? El referéndum le da al Reino Unido una pátina de legitimidad y un argumento significativo (el derecho a la autodeterminación de los kelpers) además de operar como una nueva dilación de Londres al reclamo argentino, respaldado por las Naciones Unidas y una potencia global cada vez más influyente como China.

“El conflicto es fortaleza y debilidad, el impulso para avanzar y el obstáculo que se opone", decía Sun Tzu hace veintiséis siglos. Es el temor al peligro y la percepción de su relativa debilidad lo que hace que los mariscales simulen un poder que no tienen.
Gran Bretaña simula que el conflicto no existe excluyéndolo de su agenda o sometiéndose a lo que resuelvan los kelpers y Argentina simula que su soberanía sobre Malvinas es un hecho “no negociable ni discutible”.  Sin embargo, ambas partes saben que no van a obtener todo lo que quieren. Argentina está con las manos vacías y Gran Bretaña sabe que algún día deberá aceptar un acuerdo que lo dejará, al menos simbólicamente, con menos de lo que tiene.

Pero el asunto no es tan sólo de soberanía territorial. Cuando en 1976 Lord Shackleton advertía que las islas no eran económica y demográficamente sustentables sin vínculos estrechos con el continente, no contaba con los yacimientos de hidrocarburos encontrados un cuarto de siglo después; quinientos millones de barriles valuados en unos cincuenta y cinco mil millones de dòlares a la cotizaciòn actual del Brent. Pero hay más.

Según una encuesta publicada este lunes por el canal británico Sky News, para el 24 por ciento de los argentinos el diferendo por Malvinas es el asunto internacional más importante de su país; entre los británicos sólo el 1 por ciento colocó a las Faklands como un tema prioritario. En este contexto, no parece razonable esperar que Londres devuelva ni negocie nada.

El único parlamentario británico que se opuso al referéndum y defendió la idea de una soberanía compartida fue George Galloway, un izquierdista radical admirador de Hussein y Hamás. Galloway aportó una reflexión sensata, al menos por esta vez: Gran Bretaña debe aceptar la soberanía conjunta para evitar que un día tenga que cederla totalmente a manos argentinas.

La tesis de la soberanía compartida parece ilusoria pero podría cobrar fuerza si otros actores relevantes, como la Unión Europea y el Mercosur ayudan a diluir la bilateralidad del conflicto, introduciendo voces que contemplen las razones de ambas partes. Lamentablemente, tanto el Mercosur como otros bloques regionales han cedido a la retórica antiimperialista más que a la razón y la diplomacia.

Gerardo Sotelo