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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Lula y el escándalo de corrupción más grande de la historia de América Latina

Lula está preso como resultado de un fallo del Tribunal Supremo de Justicia de Brasil, luego de que fuera condenado en primera y segunda instancia por corrupción, a doce años de prisión debido a que recibió como contrapartida de ventajas otorgadas desde el gobierno a una empresa brasilera, un apartamento de lujo en el balneario más caro de San Pablo.

09.04.2018 12:00

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2018-04-09T12:00:00-03:00
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Cualquier análisis serio confirma que Lula fue parte y posee responsabilidad en el escándalo más grande de corrupción en la historia moderna de Brasil, con ramificaciones a lo largo y ancho de casi toda América Latina.
¿Alguien puede tener alguna duda de que Lula, con el poder que tuvo desde 2003 hasta la destitución de Dilma Roussef en 2016, era totalmente ajeno a la inmensa red de corrupción?

El propio José Mujica señaló en el libro "Una oveja negra al poder" que Lula le había reconocido que tenía que comprar legisladores en su país para poder gobernar. Lo que significa una confesión expresa de que había incurrido en actos de corrupción. Claro que en aquel escándalo denominado el "mensalao", hubo otros dirigentes del PT que ofrecieron su cabeza para salvar al Presidente.

Pero lo cierto es que Lula debería haber sido muy estúpido para permanecer al margen de tales escándalos gigantescos y, de hecho, además de la causa por la que fue condenado en dos instancias, está siendo investigado por otros cinco casos más en los que está acusado de actos de corrupción.

Por lo tanto, por más que quieran convertir a Lula en un mártir inocente, la realidad es muy cruda y demuestra que este líder histórico de la izquierda brasilera traicionó los ideales y los valores más queridos de la transparencia y la honestidad.

Es muy doloroso porque Lula encarnó una enorme esperanza, particularmente por esa historia de vida admirable que lo llevó desde un origen extremadamente pobre y con su historia de sindicalista valiente y carismático a convertirse en Presidente del país más grande del continente y, desde allí, a transformarse en el líder a escala latinoamericana más valorado de la izquierda continental.

Sin embargo, los hechos confirman que cedió a la tentación de la máquina corrupta y formó parte de esa gigantesca red que se extendió a lo largo y ancho de la región, llevándose puestos a numerosos gobernantes de diferentes países de América Latina.

Lamentablemente, en nuestro país, el Frente Amplio ha decidido, por unanimidad, abrazarse al líder corrupto; defendiéndolo con argumentos muy débiles y señalando que se trata de un gran complot del gran capital y de la derecha, que no le perdona sus políticas a favor de los más pobres. Prefieren permanecer ciegos o mirar para el costado, esquivando el reconocimiento de lo obvio.

Por cierto que la grave responsabilidad de Lula y su situación de corrupción no debe hacernos olvidar que en Brasil la corrupción alcanzó a casi todas las figuras políticas, empezando por el actual Presidente, Michel Temer, sobre quien pesan graves y fuertes acusaciones de corrupción que sólo la defensa de un Congreso amañado lo ha salvado de un juzgamiento ineludible y continuando por las principales figuras del principal partido opositor, el PSDB.

Son muy pocas las figuras políticas brasileras que se salvan de esta catástrofe de la ética pública en el vecino país. Hasta ahora sólo Marina Silva, quien acaba de lanzar su candidatura presidencial, se muestra ajena a estos escándalos sistémicos.

Gravísima es también la amenaza velada que hizo pública el Jefe del Ejército brasilero, la que nos genera el más profundo rechazo y la mayor preocupación indicando que estamos viviendo tiempos oscuros para la región.
Lo de Brasil tiene muchas similitudes con lo ocurrido con el sistema de partidos italiano en los años noventa. En aquel entonces cayó todo el viejo sistema de partidos al impulso de un Poder Judicial que, como ahora en Brasil, corrió el velo de la corrupción haciendo caer a verdaderos "monstruos sagrados" de la política italiana, lo que se conoció en su momento como la "operación mani pulite". Imprescindible para blanquear la política italiana y como resultado hizo desaparecer a los viejos partidos de la Italia de post guerra.

No es claro lo que va a pasar en Brasil el próximo mes de octubre cuando los ciudadanos de ese país tengan que elegir un nuevo Presidente. Nos preocupa la emergencia de algunos energúmenos de la derecha más autoritaria, nostálgicos de la horrenda dictadura de aquel país. Nos preocupa la crisis de credibilidad de los tres partidos mayores de las últimas décadas, el PT, el PSDB y el PMDB. La incertidumbre es enorme y los impactos que esta grave crisis institucional brasilera tendrá sobre la región y sobre nuestro país es todavía difícil de calibrar. Nada bueno debe esperarse.

Pero lo que no es aceptable, es seguir defendiendo a Lula contra toda evidencia. No es serio y, además, deja grandes dudas sobre las convicciones de transparencia y de la voluntad efectiva de combatir la corrupción de quienes lo defienden.