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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Los pies de barro

Asistimos a la presentación que el equipo económico hizo, en el marco de una convocatoria de ACDE, sobre las perspectivas del crecimiento y los desafíos de la equidad en nuestro país para los próximos tiempos.

22.12.2010 15:42

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2010-12-22T15:42:00-03:00
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Debemos decir que fue una presentación muy sólida, seria y bien fundamentada. Con un enfoque franco, sin ocultar o evadir la realidad en los aspectos considerados. Más allá de que uno pueda tener, como tenemos, algunos matices, lo cierto es que la propuesta presentada es coherente, muy profesional y, en términos generales, bien orientada.

Por otra parte, la idea de realizar un análisis del crecimiento económico en articulación con la búsqueda de la equidad es sustancialmente compartible, porque uno de los mayores riesgos de este período es que el significativo crecimiento económico venga acompañado de un impulso concentrador que potencie y dispare las desigualdades sociales.

Los datos proporcionados por las autoridades económicas, indican que, como era de esperar, la
reducción de la pobreza y de la indigencia continuó durante el año que termina. De hecho se está proyectando una reducción de la pobreza al 18% de los individuos y de la indigencia al 1.2%. Estas cifras son muy positivas, aunque en el caso de la pobreza todavía no se alcanzó el mínimo de los años noventa.

De todos modos, estas tendencias nos hablan de que se está haciendo un esfuerzo por levantar el "piso" de las condiciones de vida de nuestros ciudadanos. Sin embargo, una cosa es el "piso" y otra cosa es la distancia entre los que tienen más y los que tienen menos.

Justamente, en este terreno, el de la distribución del ingreso y la desigualdad social, es donde está planteado el mayor desafío.

El equipo económico mostró con claridad que el resultado directo, sin intervención de las políticas públicas, del actual proceso de crecimiento económico, por sus peculiaridades y características, tiene un componente concentrador.

Por lo tanto, la capacidad de redistribución y de generación de las condiciones de equidad depende sustancialmente de las diferentes modalidades de acción del Estado para corregir o revertir las tendencias concentradoras.

Los responsables de nuestra economía sostienen que la política tributaria y de relaciones laborales ha tenido un efecto favorable a la redistribución del ingreso. En tal sentido, mostraron una tímida evidencia de que en los últimos tiempos, el Indice de Gini habría mejorado levemente en nuestro país, aunque se trata de una evidencia muy incipiente.

Sin embargo, la debilidad del modelo quedó en evidencia cuando el equipo económico incorporó el gasto público social como el otro componente crucial para el impulso a la equidad y la aplicación de los recursos públicos con un sentido de reequilibrio social en el marco del mencionado proceso de crecimiento.

Dejando de lado el análisis sobre el gasto en salud y vivienda, donde también hay señales preocupantes, el "gran agujero negro" es la educación.

Los propios responsables de la conducción económica no disimularon la información, evidente por todos los lados que se lo mire, que expresa el gravísimo fracaso de la educación. Todos los indicadores manejados indican que estamos ante una catástrofe educativa; el propio equipo económico reconoció que "los incrementos presupuestales aplicados en el período pasado a la educación aun (sic) no han dado sus frutos".

Los resultados son muy deficitarios en todas las dimensiones: cobertura, deserción, niveles de repetición, fracaso escolar, calidad de los aprendizajes y equidad en la distribución de estos.
Por otra parte, en la caracterización del proceso de crecimiento, los expositores expresaron con contundencia que el crecimiento había generado una potente modificación en la demanda de recursos humanos hacia su mayor calificación, reduciéndose sustancialmente el espacio laboral para los recursos humanos de baja o nula calificación. Esta tendencia hace aun más crucial y urgente la importancia de un cambio profundo y vertiginoso de nuestro sistema educativo.

Sin embargo, el sistema educativo uruguayo camina en la dirección contraria. El inefable Consejero de Secundaria electo en representación de los docentes, Prof. Guasco, acaba de proponer que nuestro país se retire de las pruebas PISA (pruebas de evaluación de aprendizajes a nivel internacional que han puesto nuevamente de manifiesto nuestros enormes déficits y atrasos) por entender que no son apropiadas para nuestra realidad.

No le bastó a este Consejero con haber propuesto hace un par de semanas la reducción de las horas de clase en la enseñanza media. Ahora quiere evitar que las pruebas internacionales nos dejen en evidencia sobre la triste y paupérrima educación que tenemos. El Sr. Guasco quiere y promueve la mediocridad, busca la mejor manera de evitar que los profesores enseñen y que los estudiantes aprendan, escudado en una ideología perversa que lleva a los pueblos a la ignorancia y el atraso.

El problema es que el gobierno anterior (y el actual no lo modificó), en vez de enfrentar la realidad y buscar los cambios ineludibles y urgentes de nuestro sistema educativo, aumentó el poder de las corporaciones retardatarias y conservadoras en la toma de decisiones de nuestro sistema educativo.
Las oportunidades de crecimiento económico con equidad dependen, para su éxito, de un gran y urgente "golpe de timón" en la enseñanza que implique enfrentar y desplazar, con los costos que correspondan, a los sectores que obstaculizan los cambios.

La equidad del actual modelo de crecimiento económico, si no asume un rotundo cambio en la conducción de la educación, tiene los "pies de barro" y lo que terminará ocurriendo es que, más allá de la voluntad de los jerarcas del gobierno, se dispararán las desigualdades dejando fuera del proceso de inclusión social a crecientes sectores de las nuevas generaciones.

El "golpe de timón" es imprescindible; implica enfrentar con energía y convicción a las corporaciones que frenan el cambio en la educación. Para ello es necesario un gran acuerdo nacional y que el actual gobierno esté dispuesto a afrontar con firmeza la conflictividad de gremios que hace años que solo velan por sus propios y cortos intereses inmediatos.