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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Los ochenta mil del BPS

Pocas semanas atrás el Banco de Previsión Social llamó a inscripciones para ocupar cuatrocientos cargos en dicho banco, estableciéndose cupos por edades. Al vencimiento del plazo de inscripción se habían anotado más de ochenta mil personas.

23.07.2007 09:15

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2007-07-23T09:15:00-03:00
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Sorprendentemente, algunas autoridades del Banco valoraron esta respuesta en forma muy positiva. Sin embargo, a nuestro juicio, se trata de una señal dramática que pone al descubierto diversas características negativas de nuestra situación social y política.

En primer lugar, nos recuerda la enorme inequidad de la estructura salarial del sector público, puesto que las remuneraciones ofrecidas en el BPS son notoriamente superiores a las de la Administración Central, aunque sean referidas a tareas similares.

Peor aun, tareas de baja o nula calificación en las empresas del Estado obtienen niveles de ingresos sideralmente superiores a tareas calificadas, técnicas y profesionales en otras áreas de la administración pública.

En el año 2000 el Presidente Batlle denunció con estridencia esta circunstancia señalando que un portero del Banco República ganaba muchísimo más que un maestro. Transcurrió todo el gobierno del Dr. Batlle sin que se hubiera hecho nada más que la "alarmada denuncia" de parte de quien tenía la primera responsabilidad para resolverlo.

Ha transcurrido la mitad de un nuevo gobierno, que ha llegado al poder proclamando su preocupación por la justicia social, y sin embargo sobre estos asuntos nada ha hecho aun.

Pero la noticia de los ochenta mil aspirantes es también una mala noticia porque nos dice rotundamente que en nuestro país no existe alternativa más atractiva en nuestro mercado laboral que el acceso a un cargo público. Un viejo estigma que era denunciado amargamente en la literatura benedittiana de los años sesenta (ver al respecto "El país de la cola de paja") y que casi medio siglo después sigue siendo parte del "ideal supremo" de muy buena parte de los uruguayos.

Porque el cargo en el Estado, además de que en este caso puede representar un ingreso más que interesante, garantiza la estabilidad laboral hasta la jubilación sin más riesgo de pérdida de empleo y sin que se le exija mucho o poco a cambio.

Esta estabilidad laboral traducida en "inamovilidad", que ya no existe en el mundo desde hace bastante tiempo, sigue siendo parte de nuestro viejo y anacrónico Estado. Y ello es así porque la "reforma del Estado", a pesar de haber sido mencionada por todos los gobiernos, no ha sido más que una frase repetida y vacía durante los últimos veinte años. Allí sigue el monstruoso Estado uruguayo alimentándose del esfuerzo de sus ciudadanos, sin cumplir más que muy parcialmente con sus cometidos y aumentando su voracidad año a año.

Los ochenta mil aspirantes son también una mala noticia porque nos indican hasta qué punto el mercado de empleo en el sector privado, a pesar del crecimiento de nuestra economía, sigue siendo débil y anémico. Incapaz de generar opciones atractivas para nuestros jóvenes y de ofrecer alternativas de calidad y generar perspectivas laborales positivas para el desarrollo profesional y técnico de nuestra gente.

La oferta privada sigue compitiendo mal con la alternativa segura y atractiva del empleo estatal, no por mala fe o falta de interés de los empresarios, sino porque entre otras cosas, la política cambiaria que impulsa el actual gobierno sólo favorece el aumento de las exportaciones de nuestras materias primas las que requieren escaso valor agregado.

El aumento de la demanda de bienes con mayor valor agregado que requerirían de utilización de mano de obra intensiva y generarían empleos de mejor remuneración y mayor calidad, no se ha estimulado en estos años, desaprovechando una oportunidad histórica.

Lo peor de todo es que la señal de los ochenta mil aspirantes nos augura la frustración de setenta y nueve mil seiscientos uruguayos que, junto con los casi cincuenta mil que se han ido en el último año y medio, nos están gritando que muchas cosas siguen funcionando mal en este país.

En todo caso, además, este dato no hace otra cosa que confirmarnos que la propuesta de un "país productivo" impulsada por el Frente Amplio, no es más que una consigna vacía que carece de concreción alguna.