Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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Los errores de Mujica

Los errores de Mujica

11.01.2011

Lectura: 9'

2011-01-11T10:01:47-03:00
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No es un tema muy veraniego pero voy a hincarle el diente. Desde hace muchas décadas, incluso desde el nacimiento mismo de la izquierda, en particular de las ideas socialistas, uno de los ejes del debate ha sido sobre la existencia de dos izquierdas. Una revolucionaria, radical (en el sentido auténtico del término, es decir que atacaba la raíz de las cosas) otra reformista, apenas progresista.

Los temas de referencia para ese debate fueron cambiando. Desde los referidos a las “vías” de la revolución, la posición sobre el Estado, sobre las libertades y la democracia burguesa, sobre las guerras mundiales y muchos otros aspectos. Las dos grandes vertientes incluso asumieron organicidad y estructuras diferentes y en algunos casos profundamente enfrentadas. La socialdemocracia de la Segunda Internacional y el comunismo en la Tercera Internacional.

Hoy esas dos estructuras o sus remanentes están en crisis. De diferentes dimensiones. El comunismo, el campo socialista ha desaparecido como concepto, las bases doctrinarias del papel central del Estado y del partido a través del Estado están en una crisis muy profunda. Aunque quedan realidades políticas indiscutibles, como por ejemplo China y su Partido Comunista, Cuba, Viet Nam y la República Popular de Corea. Con situaciones muy diversas. Y hay partidos comunistas en muchos países. En otros han directamente desaparecido.

La socialdemocracia que en su momento de gloria gobernaba en la mayoría de los países de Europa, hoy se encuentra en un franco repliegue político y cultural en el viejo continente. En América Latina la izquierda - en una amplia variedad de posiciones - gobierna en diversos países. Entre otros, en Uruguay.

El eje del debate dentro de la izquierda, incluso referido a diversos modelos de gobiernos de izquierda y progresista se ha trasladado sobre todo al ámbito de las políticas económicas y sociales y a los proyectos nacionales que se impulsan en los diversos países. Hemos aprendido a convivir, a aprender, a mirar hacia nosotros mismos y a nuestros vecinos con más apertura y menos anatemas. Y no nos ha ido tan mal.

También aprendimos que no se trata de definir la pureza de cada posición, su apego a una doctrina, ni siquiera la posición en el pelotón de los cambios, sino de avanzar juntos, de utilizar la unidad como el arma principal de los cambios y no afectarla por el debate sobre quién es el elegido.

Mientras tanto en la política, en la teoría, en la batalla cultural, debatimos sobre el socialismo, el del siglo XIX,  el del siglo XX y el de nuestro siglo. Y estamos buscando, investigando y sobre todo actuando para que nuestros pueblos no pierdan década tras década en la miseria y la frustración, mientras la derecha se entretiene.

Ese conjunto de lecciones lo aprendió muy bien la izquierda uruguaya y por eso gobierna el país desde hace 6 años. Y porque obtuvimos resultados, concretos, tangibles, reales y comprendidos y asumidos por nuestra sociedad. No hicimos propaganda de los cambios, los ejecutamos con éxito.

Y no perdimos por ello el sentido crítico, la capacidad de analizar nuestros retrasos, deficiencias e incluso errores. Con una unidad de medida fundamental, central: el impacto en la sociedad de nuestras políticas, las mejoras en las condiciones de vida de nuestra gente, de los que viven o quieren vivir de su trabajo, de los más débiles; y de la marcha del país en su conjunto. Su prosperidad y su libertad.

Con esa óptica es que atendí - como siempre, con mucho interés - las declaraciones de nuestro presidente, el compañero José Mujica, en Búsqueda y en radio Espectador. Muy interesantes, en algunos planteos mucho más precisas que en otras ocasiones, con una visión regional e internacional llena de dinamismo y con un claro sentido estratégico. El gobierno enseña.

Errores peligrosos

Con el mismo sentido que hago estas afirmaciones, digo que hay pasajes de las declaraciones que me parecen errados y negativos. Y no voy a callarme, tocan cosas demasiado importantes para mi y para el futuro de la izquierda.

En Búsqueda afirmó que “el problema de fondo es de naturaleza política:
las dos grandes corrientes que existen dentro del Frente Amplio, una más socializante y otra apenas progresista” y agrega en radio Espectador “Y ninguna puede renunciar a la otra, porque eso equivale a hipotecarlo todo.
Este es el cuadro de la realidad y así hay que funcionar”

Con la misma pasión y fuerza que defiendo a este gobierno, y afronto polémicas y discusiones, digo que no estoy de acuerdo, en absoluto, con esa opinión. Comprendo perfectamente que por responsabilidad con el destino del país y de la izquierda hay compañeros que no pueden salir a opinar y a discrepar. Los apoyo, pero no es mi caso, no estoy en el gobierno.

Hoy las diferencias en el gobierno y en la izquierda no son entre “socializantes” y “apenas progresistas”. Es una simplificación peligrosa de la situación. En este esquema ¿Brasil dónde se coloca?, los resultados obtenidos por el anterior gobierno del FA y los que sigue obteniendo aplicando la actual política económica y social, ¿son apenas progresistas?

¿Dónde se coloca el actual gobierno? Considerando que durante estos doce meses quienes lo hemos defendido a capa y espada en todos los ámbitos políticos y sociales hemos sido los “apenas progresistas”

En mi opinión creo que están mucho más cerca de aportar algo al socialismo -que no es lo mismo que el estatismo, y la vida y el derrumbe de un largo muro nos lo demuestra - los resultados que hemos obtenido, la prosperidad del país, su impacto en el mundo del trabajo, en los indicadores sociales, en la potencia y capacidad de la propia izquierda cuando se logran resultados, cuando se demuestra capacidad de gobernar bien y de avanzar en el proyecto nacional, que cuando se hace propaganda y bambolla sobre un socialismo que no se define y queda reducido a expresiones de caricatura.

Hoy definir dos polos de la izquierda a partir de esos conceptos viejos y superados, cuando el tema de fondo, las formas de propiedad de los medios de producción y las bases materiales e históricas para avanzar hacia una sociedad más justa y libre han cambiando tanto y las alternativas están en elaboración, es un grave error.

¿Ser “socializante” es crear un frigorífico nacional o una flota pesquera del estado? ¿Qué parte del programa del MPP es socializante o socialista?
¿socializante es el modelo venezolano porque se llena de adjetivos?
Respetamos todas las opciones, pero si hay que discutir hagámoslo en serio, incluso a partir de las diversas experiencias de socialismo, en el mundo y en nuestro conteniente.

Yo no acepto que el concepto de socialismo o socializante es el que me impone la derecha sobre un determinado modelo. Esa es una profunda derrota cultural y política. Y dejo constancia nuevamente que yo milité con todas mis fuerzas por ese modelo.

Todos estamos de acuerdo en que hay que distribuir mejor la riqueza, el problema sigue siendo como, si logrando éxitos y avances en toda la economía nacional o navegando sin rumbo y con consignas hacia un fracaso seguro. Algún día la izquierda uruguaya deberá sacudirse un poco de sus miserias y reconocerle a los compañeros que estuvieron y están a cargo de la economía el aporte fundamental que hacen para el avance y la profundización de los cambios.

Un fracaso en ese frente representa una doble derrota, la imposibilidad material – que sigue siendo una base fundamental para los cambios
socializantes…- de avanzar en la justicia distributiva y de oportunidades y la segura derrota política de la izquierda. Ese camino si que nos aleja del progresismo y del socialismo.

Considero que se aporta mucho más a un proceso de socialización de la riqueza y de las oportunidades un país exitoso y que progresa, que con el desbarranque de la economía, que nos vaticinó la derecha desde el principio. Es mucho más socializante construir bases sólidas para el país productivo, el crecimiento industrial y de la innovación, con un 6% de desocupación, que avanzar en la estatización fracasada en todas las latitudes. Eso lo único que socializa es miseria y atraso. Eso si, con las mejores buenas intenciones.

No estamos discutiendo sólo de doctrina, estamos hablando de la realidad y su impacto en la gente, de la vida de los uruguayos, de los trabajadores, de los intelectuales y los productores, de los empresarios, de los profesionales, del bloque político y social de los cambios.

Ese bloque, con la actual política y sus resultados se ha consolidado e incluso puede ampliarse y avanzar en la región y en el mundo, con experiencias nuevas en materia de socializar la producción y de mucha mayor equidad en la distribución de la riqueza.

Yo no comparto – y no creo que les caiga muy bien a miles y miles de frenteamplistas y de izquierdistas – que el presidente nos llame “apenas progresistas”. Es una visión equivocada de la propia izquierda y de su historia. Si esa visión hubiera primado, ni siquiera existiría el Frente Amplio. Es negativo que cualquier fuerza importante impulse este concepto, ese esquema de análisis, mucho más si lo hace el Presidente de la República de un gobierno de izquierda.

Está claro que todas las visiones unitarias y comprometidas con el proyecto nacional deben convivir, deben asumir responsabilidades y disputar sus propios espacios políticos. Esa ha sido nuestra historia, priorizando siempre la identidad múltiple de la izquierda como alternativa a la derecha. Que existe, aunque últimamente ni siquiera se nombre ella misma, ni nosotros.

Esta afirmación tiene connotaciones políticas e ideológicas que deben discutirse. Por eso es muy saludable que haya un debate ideológico en serio en el Frente Amplio. Otra que ajustes estatutarios.

Por último otra anotación, mucho más pequeña. Viene del gobierno anterior y la considero un error. Ministros y viceministros deben cambiar juntos.
¿Por qué? ¿Sólo se trata de preservar equilibrios, de evitar disputas? ¿No importa el compromiso, la cantidad de horas, el rendimiento de un ministro o un subsecretario? ¿Están enrejados en el esquema del poder más allá de los resultados y del rendimiento? Otra señal peligrosa. Las capacidades y el compromiso importan menos que mantener los equilibrios, o no pisar ningún juanete.

Si un alto funcionario no sirve, por infinidad de motivos, ¿deben pagar en pareja para preservar los equilibrios? No sé si eso nos dará un país de primera, pero seguro que no nos da un gobierno de primera.