Contenido creado por Inés Nogueiras
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Los compromisos de Vázquez

Los compromisos de Vázquez

Durante la campaña electoral, en cada partido político todo es silencio y aceptación, pero cuando llega el momento de gobernar, todos se ponen exigentes y precisos. Tabaré Vázquez impuso su forma de interpretar una campaña electoral y luego de gobernar desde el principio, desde hace mucho años.

17.03.2015

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2015-03-17T06:00:00-03:00
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Recuerdo perfectamente que en la campaña electoral por la Intendencia de Montevideo en el año 1989 se comprometió, entre otras cosas, a reducir en forma sensible el precio del boleto de ómnibus y erradicar los basurales endémicos, que eran una verdadera plaga. No lo tomaron muy en serio, pero Vázquez le dijo a la ciudadanía: "Delo por hecho". Y lo hizo, y a partir de allí comenzó a construir su creciente credibilidad política que lo llevó a conquistar la Presidencia de la República en dos oportunidades.

En la campaña del 2004, con el país saliendo de la crisis terrible del 2002, se comprometió a que al final de su mandato la desocupación -que alcanzaba el 18 % , una cifra dramática y récord en el país- se reduciría por debajo de un dígito, por abajo del 10 %. Al tercer año ya se había alcanzado esa meta y en el 2009 se llegó a algo más del 7 %. Esa fue la síntesis de los éxitos del Gobierno, el mejor indicador social y productivo, la base de todas las mejoras sociales en el país. Y durante la campaña electoral del 2004 nadie le dio mucha importancia a su compromiso...

Referido a su presidencia podría utilizar muchos otros casos, como por ejemplo que se distribuiría una computadora a cada niño de escuela, que parecía un delirio. Y se hizo. El Sistema Nacional Integrado de Salud, otro sueño imposible. Y se comenzó, avanza todos los años y las cifras del cambio en la cobertura sanitaria de los uruguayos son impactantes, aunque reclamemos con justicia mejor calidad de atención y de prevención.

Podríamos decir lo mismo del Plan de Emergencia, tan criticado e insultado por la oposición al principio del Gobierno Vázquez, pero que permitió invertir una tendencia terrible, que ninguno de los muchos locuaces opositores me ha desmentido nunca: en el 2004, al final del Gobierno colorado-blanco, el PBI volvió a crecer luego de la crisis un 7 %, y, sin embargo, la indigencia y la pobreza se tragaron a 50 mil uruguayos más... hasta alcanzar el horror del 39,5 % de pobreza y el 4,5 % de indigencia.

Otro ejemplo abrumador es la lucha contra el tabaco. Décadas de explicaciones y resignación. El tabaco en el Uruguay estaba un escaloncito más abajo que el mate en la identidad nacional y Vázquez se puso de punta, le dio con todo, contra viento y marea, contra Philip Morris y muchos otros obstáculos, y se lograron avances impresionantes reconocidos en el mundo entero.

Otro caso podría ser la descentralización. Incluso yo no era muy entusiasta. Todavía me quedan dudas, pero lo cierto es que hoy está totalmente integrada a la institucionalidad política y administrativa del país y a los procesos electorales democráticos.

En su gira por todos los departamentos previo al balotaje del 2014, Vázquez entregó en los 19 departamentos una lista precisa y concreta de los compromisos que asumía con esa colectividad local. Y no estaba para nada urgido por los resultados, era abrumadoramente claro que ganaría ampliamente las elecciones del 30 de noviembre del 2014. Y sin embargo se comprometió.

Ahora, en el 2015, luego de los compromisos de Vázquez en la campaña electoral y de su discurso por cadena de radio y televisión del 1 de marzo, han salido varios cuestionadores, relativizadores de los compromisos de Tabaré Vázquez y no solo desde la oposición, sino incluso dentro del propio Gobierno. (¿¿??)

Parece que no conocieran a Vázquez. Los compromisos tienen un triple significado y lo han tenido siempre, transmiten tres mensajes que no pueden ni deben separarse. Es su forma de concebir el gobierno y la política, que hay que considerar con mucha atención.

Es un compromiso personal del presidente con la gente, que lo obliga, que le impone exigencias, que lo hace más riguroso y preciso en el rumbo concreto y estratégico dentro del programa del Frente Amplio. No hay nada que Vázquez odie más que fracasar, que no cumplir sus metas. Y por eso mismo se las impone a sí mismo y a su Gobierno, y por eso son muy ambiciosas.

En segundo lugar, es un mensaje hacia su propio Gobierno, hacia sus ministros y colaboradores directos y hacia todos los que ocupan posiciones en la administración: hay que cumplir los objetivos, no hay que explicar los fracasos. Y además la imposición no viene solo desde el presidente, sino desde mucho más arriba, desde la gente, desde los uruguayos.

Y ese mensaje transmite además otro mensaje cultural muy importante, en la vida, en la gestión de Gobierno, pero en la vida de cada uno: hay que proponerse metas exigentes y deslomarse física e intelectualmente para cumplirlas. Y ese tercer mensaje es también fundamental, porque el crecimiento, el progreso, los avances económicos, sociales, en los derechos, en la producción, en la cultura, la educación y la seguridad se construyen entre todos, en un clima nacional de exigencia y no mirando la dirección de los vientos o comentando nuestras costumbres, explicando y justificando los fracasos.

Si Vázquez dice que se van a reducir en el 30 % las rapiñas al final de su mandato, lo va a hacer e impondrá a todos esa meta. Y no la evaluará al final del periodo, en el 2020: lo hará en forma permanente. Y a poner las barbas en remojo. Eso es lo que reclama la gente y ahora es una meta estratégica y táctica concreta. No quiere explicaciones sociológicas, antropológicas, criminalísticas para evadir el bulto. Quiere resultados. Y eso es lo que los uruguayos le reclamamos al Gobierno. Todos los uruguayos, frenteamplistas o no.
Vázquez dice que habrá un ciclo único educativo de 3 a 14 años con el 100 % de inscriptos y un 75 % de egresados. Es enorme. Pero que todos se pongan las pilas, porque ese es el resumen de un cambio histórico, no de estadísticas, no institucional, sino de civilización, de justicia social, de impulso democratizador, que es lo que reclama la sociedad uruguaya en su conjunto y cualquier mirada progresista y de izquierda y el propio Proyecto Nacional. Y a poner las barbas o lo que sea en remojo, sobre todo los responsables del sector. Todos, desde lo más arriba hacia abajo. Luego vendrá el diálogo, el intercambio, las responsabilidades de cada uno, pero la meta está clara.

Y podríamos seguir con la inflación, con cada uno de los compromisos en ciencia y tecnología, en inversiones, en infraestructura, etc., etc. E incluso en su visión sobre la lucha contra la violencia no solo como un tema de seguridad pública, sino como la más importante batalla social y cultural del país en este momento. En esa batalla contra la violencia está incluida en primer lugar y en forma explícita la lucha contra la violencia doméstica.

La gente no va a fallar, aquí estaremos al pie de nuestros instrumentos de control, de las redes sociales, del periodismo, de las encuestas de opinión pública, de las organizaciones de la sociedad civil, de las comisiones de padres y de usuarios, de las feministas, de las organizaciones sociales, y vamos a seguir el proceso atentamente y en forma muy exigente.

Los que tienen que ponerse la pilas al mismo o a mayor nivel que la gente son los gobernantes y los políticos, relativizar y comentar menos. Audacia, imaginación, empuje y rigor en el cumplimiento de los grandes objetivos y compromisos.

No se trata de cumplir con Vázquez, sino con el país.