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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Las reglas no se cambian en la mitad del partido

Si alguna duda quedaba sobre la tradicionalización del Frente Amplio, la propuesta impulsada por el Prof. Enrique Rubio para reformar la Constitución de la República, demuestra que los viejos vicios de la política se han incorporado decididamente en el accionar del partido de gobierno.

27.08.2007 10:14

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2007-08-27T10:14:00-03:00
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En efecto, la lectura de los contenidos de la propuesta que el Prof. Rubio hizo pública a fines de la pasada semana y que cuenta con una opinión favorable de casi todo el Frente Amplio, indica el interés de este partido por impulsar un cambio en las reglas de juego electorales con el afán de favorecer su chance de ganar en la próxima elección de 2009.

La historia del país, lamentablemente, está plagada de reformas electorales "a la medida"; demasiadas veces se discutió la modificación de la Constitución de la República con el objetivo inmediato de cambiar las reglas de juego para hacerlas más propicias para el éxito electoral de uno, otro o ambos partidos tradicionales.

Pues bien, el Frente Amplio que históricamente criticó esta mala costumbre, no llega a estar medio período en el gobierno y asume las mismas conductas tan cuestionadas. Porque nadie con cierta inteligencia puede dudar de que la propuesta reformista de Rubio tiene como principal y casi único objetivo, corregir las normas vigentes para que estas ayuden a ganar las elecciones próximas.

No es casualidad que esta iniciativa se lance en momentos en los que, por primera vez, todos los analistas políticos reconocen que la probabilidad de que el Frente Amplio gane las elecciones de 2009 ha comenzado a ser discutible. Pero más concretamente, se comienza a señalar que la posibilidad de que el Frente Amplio obtenga mayoría absoluta es cada vez más remota, por lo que la eventualidad de la segunda vuelta es una posibilidad cada vez más real.

Entonces, no es casual que la propuesta del Prof. Rubio contenga la eliminación de la segunda vuelta, otorgando la Presidencia a la minoría mayor. Tampoco es casual que se proponga el voto de los uruguayos en el exterior, en la medida que el Frente Amplio tiene la valoración (quizás no tan correcta) de que estos votarían en mayor proporción al Frente que a los partidos restantes. Sabe además que muy difícilmente se repita el apoyo del gobierno argentino para propiciar la venida de uruguayos a votar, tal como ocurrió en 2004.

Se busca también eliminar la separación en el tiempo entre voto nacional y voto departamental, quitando a las elecciones departamentales su ganada autonomía, lo que ha permitido que la temática departamental se convierta en tema central de la elección del Intendente. La simultaneidad de las elecciones quita relieve en el debate público a los asuntos locales y estos quedan subordinados al debate nacional, lo que es una flagrante contradicción con el impulso que el mismo gobierno quiere darle a las autonomías locales.

El cálculo en este caso, es la búsqueda de arrastrar el voto departamental con la discusión nacional, favoreciendo al partido más grande y subordinando el voto a Intendente a la elección del Presidente.

En definitiva, otra vez el punto de partida de una discusión reformista está dado por el cálculo electoral y no por la discusión de cuál es la mejor institucionalidad posible para el país.

Nosotros hemos sido históricamente reformistas y hemos promovido sin éxito la posibilidad de instalar en nuestro país el régimen parlamentarista, sin pensar en los resultados electorales, sino en la posibilidad de otorgarle mayor gobernabilidad al sistema. Seguimos pensando que esto es absolutamente necesario.

Utilizar las reformas constitucionales para buscar ventajas electorales no favorece la consolidación de la democracia. Si el Frente Amplio estuviera dispuesto a que los contenidos de una posible reforma constitucional se pongan en funcionamiento después de las elecciones de 2009, sacando del debate electoral la discusión sobre la reforma de sus reglas de juego, entonces estamos muy bien dispuestos a concurrir a dicha discusión con nuestras mejores ideas.

De otro modo, la iniciativa de Rubio se parece a aquel cuadro de fútbol que terminado el primer tiempo y dudando sobre su posibilidad de ganar el partido, pretende anular la ley del offside antes de salir a jugar la segunda parte. Las reglas no se cambian en la mitad del partido.