Contenido creado por María Noelia Farías
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Las empresas del Estado. El sol y el harnero

Las empresas del Estado. El sol y el harnero

Los debates y las ideas importantes, como todos los objetos del planeta, pueden entrar por la puerta o por la ventana. Y su forma de ingreso a la consideración pública define muchas cosas.

10.11.2015

Lectura: 7'

2015-11-10T00:07:00-03:00
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En el Uruguay, en su historia de hace casi un siglo, las empresas públicas entraron a formar parte de su estructura estatal, económica y productiva y de su identidad cultural e ideológica. El batllismo tuvo un papel determinante, luego las diversas corrientes de izquierda reforzaron con elementos políticos e ideales ese potente papel en la sociedad uruguaya.

No es solo un tema de monopolios, esa es la tradicional y superficial explicación de la derecha, sobre todo de la derecha ideológica. Nadie obliga a los uruguayos a depositar sus ahorros abrumadoramente y confiar en el BROU, a pesar de los años de navegar a la deriva... o a AFAP República, que está en franca competencia. Ancel-Antel comenzó a operar bastante después de Movicom, una importante empresa norteamericana de vanguardia en la telefonía celular, y en poco tiempo le ganó la mayor parte del mercado.

Los uruguayos, con o sin monopolio, tenemos una especial predilección por lo nuestro y si es del Estado mejor. Allá lejos y hace tiempo los productos del Frigonal eran "lo máximo", aunque los negocios no cerraran por ningún lado. La lista de ejemplos sería interminable.

Las empresas del Estado además de haber sido defendidas a capa y espada en sucesivos plebiscitos contra los embates privatizadores, ganaron esas consultas, no principalmente por cálculos económicos o financieros, sino por esa combinación de la conciencia del papel que debían tener en el proyecto de desarrollo económico y social del país y su peso en la identidad cultural de los uruguayos. No es un vicio, tienen una sólida historia, que tampoco comenzó hace 10 años... No nos consideramos los fundadores de la patria.

Los cambios operados en estos diez años, desde que asumieron los diferentes gobiernos de izquierda en Uruguay, y que recibieron un país en una crisis muy profunda que recién comenzaba a boquear, y empresas y sectores enteros en una absoluta parálisis de inversiones y de planes. Me refiero a la energía, el agua potable, los combustibles, los bancos eran el furgón de cola, recordemos BROU, Central, Hipotecario, de Seguros, para no hablar de la sistemática destrucción de los ferrocarriles, regalando incluso la Estación Central, a un "ilustre" empresario.

Obviamente no eran descuidos, como no fue un descuido el acuerdo Pluna -Varig y su completo saqueo, era la idea dominante en los sectores mayoritarios de ambos partidos tradicionales de que la era batllista se había agotado y la empresa privada debía ocupar todos los espacios estratégicos de la economía nacional. No era una "maldad", era una ideología, una profunda y bien fundada ideología con fuertes influencias de otras latitudes. Eso sí, en Uruguay, eso que en otros países se llamaba el neoliberalismo, aquí se combinaba con la persistencia tenaz de un capitalismo parasitario que seguía utilizando el sistema financiero público y privado (luego siempre cubierto y pagado por el Estado) como la principal fuente de generación de plusvalía y de capital mal habido. La famosa plaza financiera.

Una de las mayores paradojas de estos diez años de gobiernos de izquierda es que nunca como en estos tiempos se combatió la "plaza financiera" el "parasitismo financiero" a costa de empresas Off shore y de un sistema bancario y financiero sin cobertura de velos, de secretos y ocultamientos. Y nunca, absolutamente nunca, fue tan sólido los niveles de inversión, nacional y extranjera de nuestra historia y de salud de nuestro sistema financiero y bancario, incluyendo en primer lugar los bancos estatales. Contradiciendo los agoreros que siempre sueñan con cuervos revoloteando sobre el país si no nos atenemos a sus "sanos" consejos.

 La clave de este cambio "revolucionario" en el papel de las empresas públicas, en la radical modificación de la matriz energética y de la planificación estratégica en UTE, en las telecomunicaciones, en las inversiones masivas, como nunca se hicieron desde hace medio siglo, en puertos, infraestructuras etc., fueron dos. Primero y fundamental: el crecimiento económico y productivo y social del país. Sin eso nada hubiera sido posible y segundo inversiones estratégicas públicas y privadas como parte inseparable de ese proyecto. Ese fue el círculo virtuoso.

¿Puede haber un Proyecto Nacional de avanzada, progresista y con un fuerte impacto social sin las empresas del Estado? Nunca, jamás. Sería un fracaso asegurado, no por razones ideológicas, sino por la cruda y dura realidad. Demostrada en estos diez años.

Por esa misma razón de los resultados, de la buena gestión de esas empresas depende una parte fundamental del Proyecto Nacional, la calidad de vida de los uruguayos, el empleo, el cambio positivo permanente y su futuro. No el futuro de los discursos electorales, siempre un poco fumoso y abundante, sino el futuro real, concreto, que tiene sus pies clavados en el barro del presente y la cabeza en las nubes de nuestros mejores sueños.

No hay que ser un genio político, ni gubernamental, para saber que no alcanza con declamar y declarar en todas las instancias posibles y de la menara más entreverada que se pueda, que hay que defender las empresas públicas de los ataques de la derecha. Es una generalidad con cola de paja.

Cuando se está en el Gobierno hay que defender las empresas públicas demostrando hasta lo más profundo cómo pueden ser la base del desarrollo eficiente, moderno, con inversiones de calidad que impacten en su economía, su fortaleza, pero sobre todo en el país. La gestión de las empresas públicas no es un tema principalmente técnico o profesional -que también influye y mucho-, es sobre todo un tema político e ideológico.

Las empresas públicas no se gestionan bien, no se integran bien al Proyecto Nacional por el nivel de su publicidad y de su bulla, sino por sus resultados a corto, mediano y largo plazo. No hay otra manera de juzgarlas. No es con discursos, declaraciones y versos que podemos presentarnos ante el país y mostrar sus resultados. Y por eso es OBLIGATORIO, reitero: OBLIGATORIO, analizar a fondo nuestros éxitos, nuestros resultados y nuestros defectos, errores y horrores. Menos se defienden con pataleos y rabietas porque los uruguayos quieren saber todo lo que sucede con sus empresas. Afectar ese mecanismo es atentar contra algo fundamental: la confianza de los uruguayos en SUS empresas.

Algunos consideran que no debemos abrir la mínima posibilidad para que la derecha nos critique, y en realidad subestiman a la gente, porque la derecha golpea donde nosotros erramos. Y no es esa nuestra preocupación principal, nuestra obsesión debe ser gobernar cada día mejor para la gente y las empresas públicas en el Uruguay son parte esencial del Gobierno y sobre todo de un gobierno de izquierda.

¿Todas las empresas del Estado han funcionado y obtenido los mismos resultados, han aportado de igual manera al Proyecto Nacional y al avance del país? Es una pregunta que obligatoriamente nos debemos formular, no ahora, siempre. No hay intocables.

Cuando la crisis de Pluna, que fue una señora crisis, afrontamos las dos etapas del proceso, cuando había que cerrarla, en el primer periodo era casi imposible asumirse en esas condiciones y en ese momento una solución tan drástica; afrontamos un camino complejo y lleno de peligros. Luego en la segunda fase enfrentamos nuevos peligros y pagamos caro los errores y hasta el mayor acierto: haber cerrado esa canilla de pérdidas perpetuas que hubiera empeorado todavía más la situación de las empresas del Estado. Y pagaron los compañeros que asumieron las responsabilidades políticas e institucionales. Algunos nunca lo entenderán y juzgan a los demás con su misma métrica del compañerismo y la responsabilidad, distribuyendo culpas.

Y eso es lo que hay que hacer: afrontar los éxitos, que los tenemos en muchos bancos, entes y empresas del Estado y las otras cosas. Que también las tenemos. Y la historia enseña, el sol siempre se filtra y finalmente sale por detrás de harnero...