Largada despareja

Si las próximas elecciones las ganará quien haga mejor campaña, como afirma el politólogo Gerardo Caetano, el oficialismo se rifó las primeras tres semanas.

Mujica y Astori no han logrado ponerse a tiro de sus competidores nacionalistas, salvo en su intento de retemplar la mística frenteamplista y alentar a sus militantes a ganar otra vez la calle.

La táctica es correcta si se piensa que la batalla electoral será dura, sobre todo en Canelones, donde el oficialismo tuvo menos votos que los blancos a pesar de poner en competencia al intendente, y donde puede llegar a definirse la victoria de octubre.

Sin embargo, resulta insuficiente si se piensa que el triunfo lo obtendrá quien seduzca a los indecisos e indiferentes. La arremetida de Astori contra "la restauración de la derecha y el neoliberalismo" no parece apropiada para acercar a un elector volátil y desinteresado en las cuestiones políticas.

Es cierto que la campaña recién empieza y que todavía faltan tres meses para los comicios. Por ahora, son los blancos quienes tienen la iniciativa. Podrá decirse que Lacalle se equivocó al haber planteado dudas sobre la confiabilidad del país en materia de inversiones. En efecto, son de recibo los argumentos de quienes reprochan tales afirmaciones a un ex presidente de la República y quizás deba pagar algún costo político por el error. Sin embargo, ese episodio, sumado al de la motosierra (que despertó las más extravagantes metáforas del gobierno y la dirigencia frenteamplista) y el brete de la reforma constitucional, lo han tenido como protagonista de la campaña.

La aparición pública de Tabaré Vázquez, exponiendo los logros de su administración en materia de inversiones, pudo inclinar la balanza a favor de la fórmula oficialista, pero Mujica y Astori no estaban allí para capitalizarla. Mujica no tuvo ni quince minutos para asistir al evento y el ex ministro de Economía se fue a su casa para evitar el frío y la humedad.

Semejantes ausencias permitieron a la fórmula opositora instalarse en primera fila, sacarse fotos y hasta gastarle bromas a Vázquez.

Para la fórmula frenteamplista, la utilización de la figura presidencial en la campaña es un arma de doble filo. La aparición de Vázquez encierra el riesgo de que Lacalle termine instalándose en un "vis a vis" con el presidente, relegando a Mujica y Astori a un segundo plano.

A propósito, queda por saber si Astori cargará con todo el peso de la campaña, trasmitiendo mesura y ponderación, y al mismo tiempo, tirando munición gruesa contra la oposición.

Por lo pronto, Lacalle no va a responder su desafío a debatir. Le resulta más redituable seguir confrontando con Vázquez, como le ocurrió en los últimos días.

El panorama electoral de estas tres primeras semanas se cierra con la encuesta de Interconsult, difundida ayer. La encuesta consigna que el Frente Amplio bajó dos puntos en la intención de voto y que la oposición sigue superando al oficialismo, como ocurre desde hace un año. Un panorama demasiado complicado para un gobierno que exhibe cifras récord de crecimiento y que supo ganarse el reconocimiento internacional.