Contenido creado por Gerardo Carrasco
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La violencia, esa banda descontrolada

La violencia, esa banda descontrolada

Llegan las fiestas y es de buen gusto hablar de otras cosas, nunca de los rincones oscuros de la sociedad, esos que también ven acercarse las fiestas. Una tendencia a veces natural y a veces política, de la derecha más rancia, es considerar que esa parte de nuestra, reitero, de nuestra sociedad, está de más. Hay que expulsarla o a lo sumo hay que tirársela a la policía. En particular bajando la edad de imputabilidad.

17.12.2013

Lectura: 4'

2013-12-17T10:03:00-03:00
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Es toda una filosofía, que en ningún lado ha demostrado sus resultados esperados por sus promotores, al contrario, ha profundizado la brecha de los expulsados.

Para vivir en una sociedad, para poder actuar hay que en primer lugar entenderla, tratar de entenderla. Las miradas unidireccionales, son casi siempre ciegas o a lo sumo hipócritas. A los uruguayos nos sumerge una catarata diaria de hechos y de noticias que nos hace mirar el país con una mirada parcial y por lo tanto distorsionada.

Hay víctimas del delito, de la violencia de los dos lados, de todos lados. Ese es nuestro problema. Unos nos sentimos víctimas de los robos, de las rapiñas, de la violencia, de los delincuentes y los otros son simplemente la escoria, los residuos de un sistema que los dejó al costado. Hace tiempo que no veía y escuchaba una interpretación sociológica tan violentamente dura de la realidad. Me refiero al video "La Violencia" de Agarrate Catalina y de No Te Va Gustar. Estremece.

Y estremece en todas las direcciones. Estoy seguro de que a muchos lectores les parecerá un horror que justifica y explica una enfermedad, le da incluso una épica, un relato. A mí me estremeció porque esa realidad existe, porque explica con palabras los que muchos sabemos con la piel, con un mínimo de sensibilidad. ¿Qué puede surgir de ese "otro" mundo que allí se describe?

¿Ese "otro" mundo está tan lejos? No, esta entre nosotros, es parte de nuestra realidad de todos los días, a pocas cuadras, a pocos kilómetros. Hablan nuestro idioma, fueron a nuestras escuelas y liceos, transitan nuestras calles y plazas. Aunque algunas veces seamos sus víctimas, ellos son "el error de la sociedad, son el plan perfecto que ha salido mal". ¿De qué sociedad? De la nuestra, que por comodidad y egoísmo no podemos dividirla a nuestro antojo. Están allí.

Podemos votar nuevas leyes más duras, enterrarlos entre rejas, enrejarnos cada día más, hacer que las empresas de seguridad sean las que más crezcan y que el empleo público más codiciado sea el de policía, y ellos seguirán allí. Inquebrantables.

Hay una versión dura de los hijos de "un ladrón y una puta" que ese este clip de La Catalina, y otra tierna, que podría ser la canción de Pablo Estramín "Cuando llora la esperanza", pero ellos siguen allí. No es cierto que la riqueza y la vida glamorosa se las mostramos por televisión. La pueden ver cerca de ellos. Uruguay está lleno de riqueza, de lujos, de cosas que nunca alcanzarán. Nunca se podrán comprar un BMW o un coche chino y por eso su sueño son unos Nike.

Hay dos formas de combatirlos, tratando de derrotarlos a ellos, de encerrarlos, de levantar muros cada día más altos o tratar de integrarlos. Lo primero no lo lograremos nunca, en el mejor de los casos habrá tantas cárceles y celdas que seremos una sociedad derrotada, lo otro es muy difícil, hace falta mucha humanidad, mucha humildad, mucha inteligencia, mucha sensibilidad, mucha izquierda.

Las cosas tienen tiempos y planos diferentes. Los que tienen a su cargo la policía no pueden hacer sociología, antropología, ni meteorología para medir las sensaciones térmicas. Tienen una tarea terrible. Los demás, en el gobierno, en la sociedad civil, desde las escuelas y la educación, la academia, desde los sindicatos y la cultura, desde el periodismo y la información tenemos otras tareas impostergables.

Los que somos de izquierda afrontamos en los dilemas que nos plantea la seguridad y la inseguridad las pruebas más terribles, más duras. Seguir siendo de izquierda y seguir gobernando para toda la sociedad. Incluyéndolos a ellos. Si no lo hacemos cada día serán más y más jóvenes y no habrá ley a la baja que los contenga, ni podremos saciar nunca la voracidad de los pequeños enanos fascistas. Que existen y nos acechan, desde adentro nuestro.