Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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La tierra gira: Brasil

La tierra gira: Brasil

11.09.2012

Lectura: 7'

2012-09-11T10:41:47-03:00
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Las políticas y sobre todo las estrategias no se pueden, no se deben construir por despecho, por reacciones, tienen que tener bases sólidas, ideas claras y definir un rumbo preciso. Y en medio de la tormenta eso es más necesario que nunca.

Uruguay está en medio de una tormenta. No la que sacude Europa y en especial la zona euro, o los países del norte y el peligro de que la crisis se escurra hacia el sur. La tormenta la tiene al lado, en Argentina.

Todos los días los uruguayos descubrimos malas noticias que vienen del oeste. Porque el empeoramiento de la situación económica, social y fiscal de la Argentina es una mala noticia, no sólo por el impacto en nuestras relaciones sino por nuestra necesaria sensibilidad con los argentinos y las argentinas. Queremos que prosperen, que crezcan, que avancen.

Malas noticias porque la Cancillería de ese país en la actualidad considera que las relaciones con Uruguay son una suerte de acertijo burlón, con notas que si se leen atentamente son una gran tomadura de pelo.

Malas noticias porque el modelo de contraposición, de choque sin matices de blanco contra negro se ha instalado en algunos de los frentes en los que Argentina y Uruguay comparten responsabilidades y necesidades. Por ejemplo la logística, el gran transporte naval, la energía.

Y tenemos pocos caminos, hay que ser serios y serenos y de ninguna manera reaccionar proporcionalmente como invitan algunos actores políticos uruguayos que juegan con fuego, porque saben que no tienen ninguna responsabilidad por las consecuencias y que siempre le echarán la culpa al gobierno de izquierda. Hay que seguir maniobrando, discutiendo, negociando, buscando y manteniendo abiertos los caminos a pesar de la catarata de malas noticias. Eso no quiere decir cantar Aleluya y festejar o debatir estos problemas por la prensa y sin límites. Hay que aprender y creo que hemos aprendido.

Pero si nos quedamos en esto, perdemos en toda la línea, porque del otro lado hay una manera de entender el poder como prepotencia, como atropello, como imposición. Aunque en algunos momentos se sonrían. Tenemos años de lidiar con esas sonrisas.

Hay que agregarle una mirada estratégica y una rotación clara de las prioridades. Hay que ensanchar el espacio comercial y de inserción del país hacia el Pacífico, hacia otros países y regiones y seguir apostando a la seriedad, a la excelente imagen de Uruguay. Se está haciendo.

Tampoco alcanza, hay que hacer rotar algunos ejes históricos del Uruguay. Herrera decía que Uruguay tiene que ser equidistante y por lo tanto tiene que estar más próximo de Argentina. Ahora debemos pensar todo lo contrario. Por realismo, por el mejor maestro y la mayor fuerza de la historia: la realidad.

Brasil tienen un gobierno con un rumbo claro, con resultados de gran impacto social, con perspectivas firmes de crecimiento y de coincidencia con el rumbo de nuestro gobierno y de nuestro país. Los hechos hablan todos los días.

Es el principal socio comercial de Uruguay desde hace tiempo con un intercambio anual de 4 mil millones de dólares con un crecimiento de productos con valor agregado, como automóviles, autopartes, industria farmacéutica y veterinaria y con un enorme potencial en sectores claves como la energía, la logística y el turismo y otros servicios.

La reciente visita del ministro brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Fernando Pimentel y sus declaraciones muy claras del interés de Brasil por el puerto de aguas profundas y otros proyectos industriales demuestra que el terreno es fértil y lleno de posibilidades para ambos países. Eso genera relaciones sanas y duraderas.

En la fiesta por el aniversario de la Independencia de Brasil el pasado viernes 7, el embajador Joäo Carlos De Souza-Gomes pronunció un discurso con un detallado informe sobre todos los frentes de avance de las relaciones entre ambos países y las coincidencias existentes, que fue bastante mas allá del protocolo tradicional para este tipo de actividades. Hizo especial mención a los acuerdos firmados por la presidenta Dilma Rousseff y el presidente José Mujica en el mes de abril.

A buenos entendedores y - allí había muchos - las palabras alcanzaron y sobraron.

Uruguay necesita rotar su eje logístico del oeste hacia el este del país, con los puertos de La Paloma, el de aguas profundas con calados de 20 metros, con la hidrovía de la cuenca de la Laguna Merín.

Por la tormenta casi permanente del lado oeste, y porque los cambios en la navegación oceánica y la sustitución de las naves Panamax de 55 mil toneladas por las post Panamax de entre 78 mil y 80 mil toneladas harán imprescindible para cargar y sobre todo completar el enorme volumen de carga de cereales y otras materias primas a granel de toda la región en puertos de esas profundidades. Y el proceso de cambios en la navegación está en curso y es incontenible.

Tenemos que afianzar nuestros vínculos en materia de energía, de investigación, de logística, de servicios, de investigación, de integración en cadenas productivas diversas con un socio confiable, serio, en crecimiento y con grandes perspectivas. Con Brasil.

Hay que reforzar en esos proyectos una alianza con la directa participación de Brasil. No debe ser contra nadie, pero está claro que nuestros vecinos no nos tratan igual a nosotros que a otros dos de sus vecinos, a Brasil y a Chile. Y hay que tomar nota.

La capacidad de incidencia que tenemos los uruguayos, desde el gobierno, la oposición o los ciudadanos en la situación argentina es nula. Podemos actuar con inteligencia, con serenidad, con extremo cuidado, pero eso garantiza algunas cosas, por ejemplo nuestra imagen en la región y en el mundo y posiblemente en la opinión pública argentina, pero poco más.

Es posible que en los últimos meses a la agresividad intrínseca del modelo "K" tanto en el plano económico, cambiario y sobre todo político, que golpea en todas las direcciones, se haya agregado un factor de fricción especial con Uruguay. Pero la situación tiene una base mucho más amplia y general.

Estas tormentas o fenómenos geológicos no pueden enfrentarse solamente con paraguas inteligentes y obligados, necesitan estrategias de fondo, miradas históricas. Y hay que hacerlo a pesar del griterío a veces ensordecedor de una oposición que juega con fuego ajeno y que si el país sufre quemaduras se lavará olímpicamente las manos.

Tampoco vendría mal un poco de memoria de algunas relaciones carnales de otros gobiernos, recordar en qué terminaron y como la fraternidad de ciertos modelos financieros y económicos neoliberales nos arrastraron a ambos países al abismo. No olviden uruguayos, no olviden.

En estos días se discutirá el tratado de intercambio de información tributaria entre Uruguay y Argentina y yo confieso que tenía algunas dudas de la oportunidad, no del contenido porque de acuerdo a especialistas de todos los partidos es de lo mejor que se puede obtener en este tipo de tratados. Ahora no tengo la menor duda, el tratado es bueno para nosotros y no se si al actual gobierno argentino le interesa.

No hay muchas explicaciones de porqué en las vísperas del debate sobre este tratado en el parlamento uruguayo, hagan todos los días algo para envilecer las relaciones mutuas. Podían esperar unos días. Y, como no creo en tontos y en distraídos, sino en intenciones y capacidades bien estudiadas, tengo la impresión de que no les interesa perder el único contencioso que pueden ventilar con Uruguay a nivel internacional.

Ahora es a nosotros a quienes interesa ese tratado y sobre todo para reforzar las diferencias de actitudes, de seriedad institucional, de credibilidad en el mundo.

Y el mundo seguirá rotando, hay que interpretarlo y actuar. A pesar de la tormenta vamos con buen rumbo: hay que reforzarlo.