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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

La piqueta fatal del progreso.

La semana pasada, invitados por representantes de la empresa minera Aratirí, visitamos sus instalaciones en Valentines y sus actividades en diferentes predios de la zona. También mantuvimos contacto con productores, comerciantes y vecinos de la localidad de Cerro Chato.

20.04.2010 09:33

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2010-04-20T09:33:00-03:00
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La empresa Aratirí está en la etapa de exploración y prospección a los efectos de determinar si la cantidad de mineral de hierro disponible es suficiente para ameritar una inversión que se estima en, al menos, mil quinientos millones de dólares. Para el país se trata de una inversión de gran magnitud que se ubica entre las más significativas de los últimos tiempos y con importantes repercusiones productivas.

La actividad de la empresa en la zona nos impresionó por su seriedad y responsabilidad. La empresa ha ingresado a numerosos predios, de acuerdo a la ley vigente, a los efectos de explorar el subsuelo y poder establecer con más precisión la distribución y tamaño de la veta de hierro existente. En todos los casos la empresa ha pagado la correspondiente servidumbre de paso y nos mostraron diversos predios en los que ya se había culminado la actividad de exploración y el terreno se había recuperado a los efectos de que la exploración no produjera deterioro productivo en la zona.

Si la empresa llega a la conclusión de que la inversión es viable, se avanzará a la etapa de explotación. Esta etapa representará una intervención en un número indeterminado de predios que, según nos han dicho, no superará en total las mil quinientas hectáreas, para esos casos se producirá una afectación en el terreno que deberá ser tenida en cuenta, aunque la magnitud de la afectación dependerá en gran medida del tamaño de la explotación correspondiente. Para los superficiarios de las tierras afectadas la normativa vigente establece que cobrarán un canon equivalente al 3% del valor productivo neto de la explotación en los primeros cinco años y luego el canon se elevará al 5%.

La inversión implicará, además, la construcción de un mineroducto de una extensión de aproximadamente doscientos cincuenta kilómetros para transportar el mineral hacia su destino portuario. Por lo tanto, la inversión de Aratirí implicará también la construcción de una estructura portuaria oceánica que puede representar una importante oportunidad de crecimiento para el país.

El valor de la tierra en Cerro Chato y sus alrededores ya ha aumentado significativamente, así como también se ha incrementado el valor de la mano de obra al incorporarse un competidor que paga más y mejor que muchos de los empresarios rurales de la zona. Las perspectivas de crecimiento son muy interesantes y, como siempre en estos casos, también son significativos los temores y dudas entre la gente.

Justamente, este es el punto que me interesa reflexionar. Siempre que surge una alternativa de este tipo o calibre, en cualquier parte del mundo, con ella nacen los miedos, las dudas, los riesgos ante cambios impensados y de gran magnitud.

En este caso también ocurre así. Pudimos detectar tres tipos de reacciones ante estas posibilidades.

En primer lugar, aparentemente mayoritarias son las posiciones de quienes ven esta perspectiva como una gran oportunidad de crecimiento para la zona, para el comercio y para aumentar las fuentes de trabajo. Estas personas poseen una actitud positiva y acompañan el proceso con expectativas y esperanza.

En segundo lugar, hay un pequeño núcleo fundamentalista que mira toda posibilidad de cambio como una afectación al medio ambiente que debe ser frenada o cuestionada y que tiene a priori una posición de confrontación con la empresa a la que atribuye malas intenciones. Quienes sostienen estas posturas se suman con quienes defienden las formas tradicionales de producción agropecuaria y se oponen a cualquier tipo de transformación productiva. La reivindicación ambiental y el tradicionalismo productivo son aliados en contra de cualquier innovación, cuestionando los supuestos efectos negativos de "la piqueta fatal del progreso".

Finalmente, existe un tercer grupo de personas que legítimamente se preguntan sobre las incertidumbres de su situación. Gente acostumbrada a una realidad y que repentinamente se siente amenazada por un futuro incierto. Gente que no sabe qué es lo que ocurrirá y que teme perder lo poco o mucho que posee. No poseen una postura ideológica contraria, no están en contra del progreso, simplemente necesitan y reclaman información y respuestas a las múltiples preguntas que una situación de cambio provoca.

Y no alcanza con que la empresa informe o esté abierta al diálogo, como efectivamente lo está. No alcanza con los datos que la empresa proporcione.

El gran ausente de este proceso es el gobierno que no brinda información ni se hace presente en la zona para dar respuesta a los productores preocupados. Son al menos tres los ministerios que poseen responsabilidad en este proceso, el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y el Ministerio de Industria, Energía y Minería. Ninguno de los tres ha tenido el reflejo obvio de estar presente en la zona y dar las imprescindibles respuestas o, al menos, la necesaria información requerida.

La posibilidad de que este proceso tan interesante de perspectivas de crecimiento y desarrollo se convierta en un espacio de conflicto depende sustantivamente de la capacidad del gobierno de responder y hacerse presente en la zona para reducir las incertidumbres y dar las garantías del caso.