Contenido creado por Seguridad_Administrador
Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

La federación rural y la tolerancia política

El sábado pasado se llevó a cabo en la ciudad de Mercedes el Congreso de la Federación Rural del Uruguay, a pesar de que estábamos invitados todos los precandidatos presidenciales, sólo yo pude asistir y escuchar las posiciones de las diferentes gremiales de productores.

08.06.2009 11:14

Lectura: 4'

2009-06-08T11:14:00-03:00
Compartir en
La Federación Rural emitió una declaración fuerte y muy crítica hacia el gobierno, cuestionando la falta de respuestas y políticas coherentes frente a la situación del sector. Está claro que la coyuntura favorable ha cambiado y que hoy en día el sector lechero está pasando por una situación gravísima que amenaza con dejar por el camino a un número importante de productores si no se toman medidas urgentes.

Está claro, también, que la actual sequía ha afectado y afectará hacia el futuro a un número importante de productores rurales de distintos rubros, particularmente ganadero y, si no hay respuestas de apoyo realmente sustantivo y suficiente, una parte de estos productores corren riesgo de sobrevivencia.

También es evidente que las respuestas que ha dado este gobierno han sido tardías y, por más que el Presidente se haya burlado, siguen siendo “insuficientes” para enfrentar una coyuntura particularmente dura. Hay que recordar la infeliz “apuestita” que se jugó el Ministro tomándose para la broma un asunto tan grave como la falta de lluvias, o el error de pretender diagnosticar el nivel de la sequía recorriendo el territorio en avioneta junto al Presidente y estableciendo, según el color de los predios, si había o no sequía.

Son demasiados errores en un momento grave como para que no exista de parte de los productores rurales un sentimiento de crítica y enojo con la gestión actual de este gobierno. Errores que, además, vienen acumulados desde antes de esta coyuntura y que incluyen no solo la gestión del actual ministro sino del anterior, Pepe Mujica, que se fue “silbando bajito” y nunca más lo vieron en ningún Congreso de este tipo, habiendo participado antes con sorprendente asiduidad.

Por otra parte, la Federación Rural siempre se ha caracterizado por expresar con fuerza y energía sus posiciones en cada Congreso. Siempre ha marcado las críticas a todos los gobiernos, con independencia de su “pelo ideológico”, a veces con razón y otras veces sin ella. Pero es la voz auténtica de un sector importante de la sociedad que reclama en función de sus intereses y buscando mejorar su situación.

Y los gobiernos, cualquiera que sea, deben escuchar con atención estos reclamos y responder en la medida de lo que consideren justo y posible a los planteamientos que se realicen. Sin enojarse ni molestarse porque estas son las reglas del funcionamiento democrático.

Pues no, este gobierno, desacostumbrado a que lo critiquen y cuestionen, pone el “grito en el cielo” ante las declaraciones del congreso rural. Este gobierno cree que todos los actores sociales deben ser dóciles y benévolos, como lo ha sido el movimiento sindical, ante sus acciones. Este gobierno piensa que todos los actores sociales deben aplaudirlo o apoyarlo sin críticas ni cuestionamientos. Este gobierno acusa a aquel actor social que lo critica, de hacerle el juego electoral a la oposición, cuando en realidad las declaraciones del sector simplemente reflejan las preocupaciones y demandas de los productores rurales.

Estos gobernantes de hoy, eran los que iban jubilosos a los Congresos anteriores a aplaudir las críticas que esta misma organización hacía a los gobiernos anteriores, y bien que aprovecharon estas críticas para “ofrecer el oro y el moro” a los productores rurales para conseguir su voto y poder llegar al gobierno.

Muchas moralejas pueden extraerse de este episodio.

En primer lugar, que cuando mucho se promete sabiendo que no se puede cumplir, tarde o temprano aquellos que recibieron las promesas se sienten defraudados.

En segundo lugar, que es parte de la vida democrática que cada sector o actor social haga sus reclamos sectoriales y no corresponde enojarse por ello, más bien se debe tomar nota y responder en aquellas cosas que se entiende razonables, sin perder la compostura ni acusar a quien critica de hacer un juego electoral.

En tercer lugar, y más importante de todo, demuestra las deformaciones que generan las mayorías absolutas. Los gobiernos con mayorías absolutas pierden capacidad de entender las críticas, se ensoberbecen y se cierran en una corte de aplausos que impide reconocer los errores y aceptar las críticas.

En un año electoral, el principal mensaje a los ciudadanos es que no repitan el error de conceder un mandato mayoritario a ningún partido. Hay que acabar con las mayorías absolutas que son la génesis de la intolerancia y de la omnipotencia.