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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

La cuenta la pagaremos todos

Cuando comenzó el proceso de elaboración del proyecto de Rendición de Cuentas por parte del gobierno, se anunció muy solemnemente que se iba a mantener la disciplina fiscal que había caracterizado la gestión hasta ese momento; que se iba a alinear a la bancada parlamentaria desde el comienzo y que no se aceptarían modificaciones que afectaran el concepto de equilibrio que manejaba el Poder Ejecutivo.

26.08.2008 09:27

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2008-08-26T09:27:00-03:00
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En fin, la disciplina fiscal ya había sido muy relajada durante todo el período de gobierno siguiendo un criterio evidente de expansión del gasto público. Es más, en el proyecto original de Rendición de Cuentas para el año 2009 se presentaba una notoria expansión del gasto público que ya de por sí generaba preocupación e implicaba un evidente riesgo para nuestro futuro inmediato.

Pues bien, no solo el proyecto original de Rendición de Cuentas representaba una importante y preocupante expansión del gasto público, sino que en cada “vuelta legislativa” se le han ido agregando nuevos rubros de gastos hasta llegar a la actual situación en la que es previsible un grave y preocupante déficit fiscal en el final de la administración frentista.

Era obvio, el gobierno ingresó al año preelectoral manteniendo al frente del equipo económico a una persona que tiene aspiraciones de candidatura presidencial. Para peor, se trata de un precandidato que enfrenta importantes resistencias en muy diversos sectores políticos internos de su fuerza política, por lo que al tratar de ganarse el favor de su interna tiende a aceptar progresivamente las demandas de dichos sectores.

Por otra parte, la evolución de la opinión pública indica que el partido de gobierno está lejos de obtener un nuevo triunfo electoral en primera vuelta y esta circunstancia lo hace particularmente “receptivo” a las demandas salariales de los corporativismos estatales que, justamente, están representados por gremialistas que pertenecen al partido de gobierno.

Desde hace muchos meses hemos señalado la inconsistencia existente, en un país que sigue concentrado en la disputa por “la torta de los recursos estatales”, entre pretender un resultado fiscal positivo y mantener como Ministro de Economía a una persona con evidentes y notorias aspiraciones electorales.

El problema es que esta gigantesca cuenta que el precandidato va avalando, paso a paso, en cada Cámara que debate la Rendición de Cuentas, se está convirtiendo en una gravísima hipoteca que cae sobre las cabezas de todos los uruguayos. Este nivel de incremento del gasto público sólo es sostenible con un ritmo de crecimiento de la economía que se mantenga o supere los niveles actuales.

Todos los analistas locales e internacionales indican que se avecinan tiempos difíciles en la economía mundial, todos los analistas indican que nuestro país, lejos de ser una isla en el concierto internacional, es totalmente dependiente de la evolución del mercado internacional y, particularmente, de la evolución de los precios de los productos primarios que exportamos. Todos los analistas saben que el ritmo de crecimiento actual de nuestra economía, en el mejor de los casos disminuirá.

Por lo tanto, todos sabemos, y los integrantes del equipo económico más que nadie, que la aprobación del gasto público en los niveles que este gobierno está aceptando es insostenible sin un doloroso ajuste fiscal a breve plazo.

Claro, la apuesta del actual gobierno es que esta circunstancia ocurra luego de que los uruguayos votemos, en definitiva será tarea del futuro gobierno. En esto, igual que en tantas otras cosas, este gobierno ha demostrado ser igual a todos los anteriores. Las decisiones económicas se toman con la calculadora electoral en la mano, sin pensar que el país y su gente tienen su vida y que las decisiones de hoy afectarán la situación de los uruguayos “a la vuelta de la esquina”.

Hemos transcurrido la etapa de crecimiento económico más importante en la historia del país en décadas sin que quede un solo peso ahorrado en las arcas del Estado, peor aun este gobierno ha dejado pasar esta oportunidad histórica hipotecando aun más las condiciones de vida de los uruguayos. La cuenta la giró este gobierno, pero la pagaremos todos los uruguayos.