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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

La crisis de 2002, cinco años después

Al cumplirse cinco años de la "pesadilla" del 2002 se han conjugado una serie de eventos de diversa naturaleza que han tenido como factor común el recuerdo de aquellas épocas tan dramáticas de nuestra historia reciente.

04.06.2007 09:34

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2007-06-04T09:34:00-03:00
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En efecto, por un lado la decisión de la Justicia de otorgar la libertad a los hermanos Peirano y por otro lado la realización de un Seminario sobre los aprendizajes que nos dejó la crisis, trajeron a la agenda pública la reflexión sobre lo ocurrido hace cinco años.

Fue mucho el sufrimiento de los uruguayos durante aquellos tiempos. Incluso sabemos que los efectos de aquella catástrofe se proyectan hasta hoy afectando vidas y situaciones de numerosas familias. Unos con sus depósitos que fueron literalmente barridos, otros con sus deudas en dólares que fueron repentinamente multiplicadas, y todos con el sacrificio de nuestro poder adquisitivo que fue afectado una y otra vez por los sucesivos ajustes fiscales que elevaron la presión fiscal sobre salarios y jubilaciones hasta niveles nunca vistos.

La situación de incertidumbre sobre el pago de los sueldos, la suspensión de la cadena de pagos, los componentes básicos que dan sustento a la vida económica y financiera de una sociedad se vieron sacudidos en sus cimientos. Los bancos cerraron sus puertas al decretarse el feriado bancario el martes 30 de julio de 2002, y dos días después los rumores de saqueos y desórdenes sociales (que traían el fantasma de lo ocurrido en Argentina seis meses atrás) se multiplicaban ante el estupor y el miedo de cientos de miles de uruguayos.

Son tantas las lecciones que debemos sacar de aquellos episodios que este espacio sería apenas capaz de recoger el índice de las mismas. De cualquier forma optamos por referirnos a dos asuntos que, en particular, nos merecen un llamado de atención.

En primer lugar, la ausencia cinco años después de decisiones judiciales que permitan establecer responsabilidades concretas sobre quienes tuvieron a su cargo el control del sistema financiero. No porque fuera posible evitar la crisis (lo que era imposible) sino porque el análisis de los mecanismos de control y de decisión que utilizaron las autoridades del Banco Central de aquella época dejaron en evidencia gravísimos errores y notoria negligencia en el contralor de las entidades bancarias.

El sistema era obsoleto, las decisiones sobre las entidades bancarias eran poco profesionales y la capacidad de monitoreo y contralor estaba afectada en sus bases por un personal con problemas de capacitación e insuficiencia en número para atender una función tan básica.

Sin embargo, cinco años después toda la responsabilidad parece haber sido pura y exclusivamente de los hermanos Peirano; ni siquiera se ha alcanzado al otro grupo de banqueros que estuvieron directamente involucrados en la crisis, los hermanos Rohm, y menos aun a cualquier autoridad del sistema financiero de la época.

En segundo lugar, debe discutirse una afirmación que se ha repetido numerosas veces, ahora en el recuerdo de los tremendos acontecimientos y antes cuando nuestro país salía de la crisis. Se ha dicho que el Frente Amplio cooperó con la salida de la crisis, desde su posición opositora canalizando y evitando la radicalización que podría haber terminado de la misma forma que en Argentina.

Sin embargo, con la excepción del Cr. Astori y su sector, todo el Frente Amplio se ubicó claramente en la "vereda de enfrente" y sustrajo su apoyo y su voto en aquel dramático fin de semana de principios de agosto para aprobar el proyecto de ley que permitía comenzar a recorrer el camino de salida de la crisis.

El jueves 1º de agosto el Presidente del Frente Amplio fue invitado a una reunión de los principales líderes del país en la Residencia de Suárez para ser informado en detalle de la situación y se le solicitó el apoyo para encontrar un camino de salida a la crisis. Sin embargo, el sábado 3 y domingo 4 de agosto el Frente Amplio dedicó sus discursos en ambas Cámaras a sacar rédito de la situación y votó en contra de la única solución posible.

La misma actitud de descalificación y crítica mantuvo cuando varios meses después el gobierno decidió realizar el inevitable canje de la deuda pública, nuevamente con la única excepción del actual Ministro de Economía.

Otros, opositores también y ajenos totalmente a la gestión del gobierno, entendimos que era imprescindible arrimar nuestro humilde aporte para ayudar a salir del abismo al que el país se asomaba.

En definitiva, cuando se le reconoce una actitud constructiva al Frente Amplio, ¿qué se le está reconociendo? ¿Que no aprovechó las circunstancias para provocar la caída del gobierno? ¿Que no jugó su fuerza movilizadora para forzar la renuncia del Presidente Batlle? Si ese fue su aporte, realmente es poco lo que se puede aplaudir o valorar, puesto que simplemente se abstuvo de provocar una crisis institucional.

Se supone que ese es el deber de todos los partidos políticos en un régimen democrático. Sin contar que, en realidad, al Frente Amplio también le convenía mantener a un gobierno tan deteriorado puesto que le facilitaría, dos años después, el acceso al gobierno.

De modo que no entendemos estos reconocimientos a conductas que estuvieron muy lejos de expresar el compromiso patriótico que aquellas circunstancias obligaban.