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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

La credibilidad cuestionada

Mucho se ha hablado en los últimos días sobre el aumento de la inflación y la consiguiente derrota de la meta propuesta por el gobierno para el presente año. Los números son contundentes y duplicaron o triplicaron los pronósticos del gobierno y de todos los analistas independientes. La inflación de 1,7% para el mes de agosto ha colocado este tema en el centro de la atención del equipo económico del gobierno, que ya ha tomado medidas y anuncia otras para estos días.

10.09.2007 10:02

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2007-09-10T10:02:00-03:00
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Sabemos lo importante que es el control de la inflación en cualquier política económica y somos concientes de los efectos devastadores que este proceso genera en la economía doméstica de los ciudadanos. En particular, aquellos que viven de ingresos salariales sufren la erosión continua y progresiva de su poder adquisitivo que afecta sus posibilidades de consumo y bienestar.

Pero tan importante como los números concretos que reflejan los indicadores económicos, es la credibilidad que posean los responsables de la política económica.

En efecto, el equipo económico del actual gobierno asumió sus funciones hace dos años y medio, gozando de una muy alta credibilidad que le permitió, en base a decisiones de política macroeconómica acertadas, asumir un cambio de gobierno sin riesgos ni incertidumbres.

La credibilidad es un valor más importante que los propios registros de inflación observados, es por ello que nos preocupa la reiteración de severos errores en los pronósticos y las interpretaciones que la conducción económica viene cometiendo en forma sistemática desde hace varios meses.

A fines de mayo del presente año, el Ministro de Economía anunció con énfasis que como consecuencia de las nuevas normas que contiene la reforma tributaria se produciría una significativa reducción de las tarifas públicas. La reducción fue imperceptible y se fue diluyendo tan rápidamente como el anuncio oficial.

Un mes después nuevamente el Ministro de Economía informó que a partir de comienzos del mes de julio se verificarían reducciones importantes en los precios de los productos. Todos sabemos que ha ocurrido lo contrario, y tanto en julio como en agosto, los precios no han hecho otra cosa que aumentar, desmintiendo los anuncios gubernamentales.

Al finalizar julio, recurriendo a un tratamiento forzado de los datos estadísticos disponibles se ensayó una interpretación, a todas luces arbitraria, que indicaba que la tendencia de la inflación era descendente, por lo que se pronosticó nuevamente, que la inflación en agosto sería sensiblemente menor. Ya sabemos lo ocurrido durante dicho período, la inflación trepó al mayor registro de los últimos tres años.

Se dijo, además, que la reforma tributaria no tenía una finalidad fiscalista y que, por lo tanto, el Estado no iba a ver aumentada su recaudación por efecto de dicha reforma. El BPS anunció el pasado viernes que a partir de la reforma tributaria había aumentado sus ingresos en 12%, tenemos que conocer los resultados de la recaudación de la DGI, pero ciertamente el efecto del cambio tributario no ha hecho otra cosa que, contraviniendo los anuncios públicos, aumentar los ingresos del Estado. Todavía no sabemos con qué objetivos de aplicación de recursos.

Finalmente, el Ministro sigue negando la existencia de un proceso inflacionario y recurre a un sofisticado deslinde conceptual por el que pretende hacernos creer que una cosa es la inflación y otra es la existencia de un aumento de precios en algunos productos.

Demasiados errores en los diagnósticos y en los pronósticos para tan poco tiempo que pueden ser demostrativos de que este equipo económico no sabe reaccionar cuando las condiciones se vuelven un poco adversas.

En fin, esperemos que la conducción económica retome una línea de conducta sensata y realista, capaz de asumir y digerir las tendencias y los datos contrarios a su gusto. En tal sentido, es preferible para la credibilidad de una política económica, reconocer, como lo hizo el Presidente del Banco Central, Walter Cancela, que el registro inflacionario de agosto era impresentable.

El reconocimiento es el punto de partida imprescindible para corregir los errores. De otro modo, la credibilidad, tan importante para la economía como los números y los datos, se irá diluyendo dramáticamente y realimentará las tendencias negativas en el funcionamiento de la economía.