Hay numerosos datos que así lo indican. La crisis ética que afecta al partido de gobierno y al gobierno mismo corre el riesgo de extenderse al conjunto del sistema político. En efecto, el año pasado fue un punto de inflexión para el partido de gobierno que, históricamente había fundado su vigor y crecimiento, entre otras cosas, en una supuesta superioridad ética sobre los partidos tradicionales.

La desastrosa gestión de ANCAP, la vergonzosa defensa colectiva del episodio del título inexistente, la negativa a investigar los negocios con Venezuela y la compra del avión presidencial son, entre otros, episodios que han horadado la credibilidad y la confianza ciudadana en el partido de gobierno.
Pues bien, parece que hay mucha gente en el Frente Amplio que no se da cuenta de lo que ocurre.

En efecto, a partir de la estafa del Cambio Nelson, que está siendo objeto de investigación por la Justicia, la bancada del MPP primero y luego el conjunto de la bancada de Diputados del Frente Amplio, anunció que impulsaría una Comisión Investigadora sobre la eventual vinculación del Cambio Nelson con el financiamiento partidario.

La respuesta del Partido Colorado, como si fuera un partido de truco, fue subir la apuesta y adelantarse a presentar una moción para crear una Comisión Investigadora, pero no sólo sobre el Cambio Nelson, sino también sobre un conjunto de empresas sospechadas de tener vínculos especiales con el Frente Amplio. Es decir, "quiero y retruco".

Como establece la normativa vigente, se creó una Comisión Preinvestigadora y en ella los representantes del Frente Amplio, curiosamente, pretendieron convertirla en una Comisión Investigadora con fines legislativos y ampliarla al financiamiento de todas las campañas electorales desde 1984, es decir bajarle el perfil y darle un entierro de lujo.

En estas horas todavía no se sabe qué es lo que ocurrirá esta semana en la Cámara de Diputados. Una sola cosa está clara, estas idas y vueltas, estos cambios de posición del partido de gobierno, que fue el que empezó a impulsar una investigación que ahora no quiere, sólo contribuyen a aumentar el distanciamiento existente entre la ciudadanía y la política.

Porque inevitablemente surge la obvia sospecha de que "por algo no se quiere investigar" o que "todos tienen algo que esconder".

El caso paradigmático es el de Pepe Mujica que se declara contrario a todas las Comisiones Investigadoras parlamentarias porque dice que no sirven para nada. Lo curioso es que cuando estaba en la oposición las acompañaba y nunca había dicho que no fueran útiles; su opinión cambió cuando las investigadoras parlamentarias se orientan a investigar lo ocurrido durante su gobierno. ¡Qué casualidad! Ahora repentinamente son inútiles. Así estamos.

Nosotros, desde el Partido Independiente, hemos tenido como criterio y norma de conducta acompañar toda investigación parlamentaria que se formule con fundamento sobre la posibilidad de irregularidades o ilicitudes. Así seguiremos actuando.

Pero en este caso, además, vamos a votar la moción presentada porque nos parece ineludible dar señales claras de que el sistema político no debe dejar dudas sobre la idea de que no quiere investigarse a sí mismo. En esto, particularmente, "no sólo hay que ser sino parecer". No tenemos nada que ocultar y queremos que si existen hechos indebidos, estos salgan a luz con toda la fuerza que corresponda y afecte a quien deba afectar.

Por otro lado, estamos trabajando junto a senadores de todos los partidos en la elaboración de un conjunto de normas legislativas mucho más exigentes con los controles del financiamiento y uso del dinero por parte de los políticos. Estamos empeñados en alcanzar acuerdos serios y profundos para que el contralor de la gestión de los recursos partidarios en campañas electorales y en la vida cotidiana sea firme, exigente y riguroso.

Esas son las señales imprescindibles que la ciudadanía debe recibir. A ello vamos a dedicar nuestros esfuerzos este año. Entretanto también vamos a acompañar aquellas iniciativas que busquen investigar todo aquello que pueda ser sospechoso.

Todo el sistema político debería tomar conciencia de que, como nunca desde el retorno a la democracia, los partidos políticos uruguayos están siendo evaluados muy críticamente por los ciudadanos. Hay que cuidar el patrimonio político de nuestra democracia y, para ello, hay que demostrar que se está dispuesto a investigar todo lo que sea necesario. La gente tiene que estar segura de sus representantes y eso hay que ganárselo todos los días.