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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Impuesto a la renta

Finalmente, a las corridas y sin mucho tiempo efectivo para explicar el funcionamiento ni, mucho menos, para que empresas y particulares adecuen en tiempo y forma su documentación y programas informáticos, se pondrá en marcha la reforma tributaria que el gobierno aprobó a fines del año pasado.

07.05.2007 00:00

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2007-05-07T00:00:00-03:00
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A pesar de que hemos sido partidarios de introducir la figura del impuesto a la renta de las personas físicas, cuestionamos enérgicamente la propuesta concreta que impulsa este gobierno. En los hechos no se trata de un impuesto a la renta de las personas físicas sino que se trata de una nueva modalidad, aun más voraz, de la variedad de los impuestos a los ingresos, tal como ocurre con el denostado impuesto a los sueldos.

En efecto, en el mundo desarrollado el impuesto a la renta admite un conjunto muy amplio de deducciones, porque la idea no es gravar los ingresos absolutos de la gente, sino gravar la renta neta, esto es los ingresos que por diversos conceptos la gente recibe deducidos los gastos que estos realizan en su vida cotidiana. Pues bien, en nuestro país, la voracidad fiscal de este gobierno olvidó incluir deducciones y sólo admite el descuento de la cuota mutual de los menores a cargo que, si se aprueba la reforma de la salud, también desaparecerá porque estará incluida en la cobertura familiar.

Para este gobierno la renta es todo lo que la persona ingresa, fundamentalmente por salarios y jubilaciones, con independencia de los gastos que tenga y del tamaño de su hogar.

Pero lo que más indigna es que el actual gobierno impulsó esta reforma bajo el mandato de la atractiva consigna de que "Pague más el que tiene más y que pague menos el que tiene menos". Sin embargo, a la hora de "pasar raya", nos vamos a encontrar con que el que tiene más no va a pagar nada o va a pagar menos, los que tienen menos no van a pagar menos y los que tienen más o menos, es decir la clase media, van a pagar por todos.

Los que tienen más, si tienen ahorros con sólo enviarlos al exterior estarán a salvo del contralor fiscal uruguayo; si sus rentas provienen de la actividad empresarial, el impacto fiscal no será mayor que el actual y si sus rentas provienen de la actividad inmobiliaria ya hace unos cuantos meses que los propietarios de inmuebles vienen trasladando el impacto impositivo a los arrendatarios. Por lo tanto, esta reforma no afecta a los que más tienen, por el contrario los deja muy tranquilos.

En el otro extremo, los que tienen menos no van a encontrar diferencias porque o bien no pagaban el IRP porque sus salarios eran muy bajos o bien el monto que abonaban equivalía a alrededor de $100 por mes. Se dice que bajará el IVA un punto en la tasa básica y cuatro en la mínima, pero a su vez existen bienes que forman parte del consumo básico de las familias pobres que serán gravados con IVA y antes estaban exonerados. En definitiva, las variaciones serán tan mínimas que sus efectos serán imperceptibles, por lo que no pagarán ni más ni menos.

Los que van a pagar toda la cuenta son los sectores medios. Los asalariados, los profesionales, los que tienen multiempleo y los jubilados de ingresos medios y altos. En definitiva la gran clase media uruguaya que, para variar, tendrá que hacerse cargo de la monstruosa cuenta del Estado uruguayo.

Estos que, seguramente no son la mayoría pero que son muchísimos más de los que se dice, tendrán que pensar en el segundo semestre de este año cuáles serán los gastos que deberán suprimir. Deberán nuevamente "ajustarse el cinturón", como cada vez que en este país "algo se mueve".

Esta clase media que "mide el peso" para llegar a fin de mes, o que lucha por mejorar sus condiciones de vida, cuando apenas está saliendo de la brutal crisis del 2002 que implicó un enorme sacrificio y fuertes postergaciones en el consumo y en su nivel de vida, en el momento en que le dicen que todo en el país está mejor, que la economía crece y que nos encaminamos a una época diferente; pues sentirá todo el peso de la decisión de este gobierno que se quedará con una "tajada" mayor de sus ingresos.

La paradoja es que, mientras el país crece, el gobierno castiga a los trabajadores confiscándole importantes sumas para alimentar la "máquina infernal" del Estado uruguayo que, aseguran, será reformado pero no precisamente en la dirección de la reducción de su gasto.

El impacto se apreciará, sin duda, en el mercado interno porque la nueva realidad fiscal obligará a muchas familias uruguayas a retacear su consumo de manera drástica. Esto, como se sabe y el mismo Frente Amplio reclamaba cuando estaba en la oposición, afectará la dinámica de crecimiento del país.

Pero en este tema, a diferencia de tantos otros, la hora de la verdad llegará inexorablemente para emitir su veredicto a través de los "bolsillos de la gente". En ese momento quedará de manifiesto cómo han cambiado, también en este tema, los discursos formulados por el Frente Amplio desde la oposición con respecto a su accionar en el gobierno.