Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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Hablemos de fútbol

Hablemos de fútbol

22.06.2010

Lectura: 4'

2010-06-22T10:21:05-03:00
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En realidad es una broma, es para asustar a mis pacientes lectores, no voy a comentar nada sobre los partidos. Si alguien mira la televisión, la radio o cualquier medio de comunicación, está tan, pero tan saturado de fútbol que hasta los fanáticos como yo, nos saturamos. Las tandas son un prodigio de subirse a la grupa del triunfo celeste frente a Sudáfrica para vender de todo y a todos. Hasta registran un duelo de publicidades telefónicas...

Si cuando aparezca esta columna logramos avanzar hacia los octavos de final – esperemos que así suceda – prepárense uruguayos, prepárense que la inundación será total y desbordante. Sin proporción ni cordura.

No nos sucede sólo a nosotros, en Francia la “grandeur” proverbial de los galos está en discusión en toda la prensa con titulares cubitales, peleas, expulsiones, insultos y para colmo un arbitro francés que en el partido Brasil-Costa de Marfil hizo todo mal. Democráticamente se equivocó para todos lados. 

Si alguien tiene la paciencia de recorrer la prensa de los países participantes en la máxima gesta futbolística del orbe podrá comprobar que se trata de algo mucho más que un deporte, parafraseando a Malraux el fútbol oculta algo mucho más profundo que el fútbol. O expone una parte pirada de nuestras sociedades.

Algunas anécdotas. En Italia la radio de la Lega Norte, la que propone la separación de la “Padanía” es decir el norte, norte del resto de la península, festejó el gol que Paraguay le hizo a la selección campeona del mundo, es decir a Italia. El fútbol sirve para todo y el contrario de todo, inclusive para insuflar las pasiones divisionistas.

Himnos nacionales que son solemnemente ignorados por los jugadores de algunas selecciones que dan la clara sensación de que ni siquiera saben la letra. Y uno de ellos es nada menos que La Marsellesa... y es que el fútbol es cada día más un deporte africano y sudamericano. Basta mirar con un poco de atención la integración de algunas selecciones europeas.

Nuestros deportistas afro, los de Brasil y Uruguay o en la selección de Estados Unidos son nuestros, vienen de veinte generaciones, son parte de toda nuestra historia y conocen la letra de los himnos... otros son recién asumidos en sus actuales países de adopción, donde notoriamente ni siquiera nacieron y fueron recibidos con un poco más de generosidad que el resto de los inmigrantes de su mismo origen.

Mirando y comparando las cifras es notorio que Uruguay que tiene una larga y rica historia de fútbol cuyas páginas rutilantes a nivel de selección coinciden con años terminados en “0”, 1930, 1950. ¿Y ahora que pasará? ¿Puede suceder un milagro?

¿Por qué un milagro? Porque Uruguay es por lejos – junto con Eslovenia el país con la población más pequeña de todos los países que participan en el mundial y a pesar de que a la hora del partido, son once contra once, la cantera deportiva y poblacional, los recursos económicos, la potencia de los clubes y la historia pesan. En nosotros pesa la historia, por lo demás mejor ni tocar el tema ni comparar.

Es increíble como un simple partido puede hacer que un país desconocido, olvidado, alejado del mundanal ruido pase al estrellato. Yo llegué a Paris el día del partido con Francia. Éramos pan comido. Al otro día de aquel viernes 11 de junio ya nos miraban con más respeto y cuando le ganamos a Sudáfrica por tres a cero, la prensa se acordó de todo nuestro historial y allí me enteré de cosas muy interesantes.

¿Saben porqué el mundial de 1930 se jugó en Uruguay, a pesar de que varios países europeos se postulaban como sede y nosotros éramos los candidatos más alejados? Y alejados por más de 15 días de viaje en barco... Le ganamos a todos porque ofrecimos pagar los gastos de traslado y de estadía de todas las selecciones y ante tamaña demostración de potencia, Jules Rimet se jugó por Uruguay.

Además nos comprometimos a construir un enorme estadio, el más grande de la época. Y lo hicimos en 9 meses. En esos tiempos éramos uno de los países más ricos proporcionalmente del mundo. Después nos acusan de nostálgicos.

Todo esos detalles, incluyendo un reportaje al  único sobreviviente de la final de 1930 entre Uruguay y Argentina,- que hoy tiene cien años de edad y que dice que aquella derrota todavía le duele -, lo leí en un diario europeo.

Todo esto para demostrar que no somos los únicos fanáticos, los únicos que llenamos las tandas de publicidad con los colores de la celeste y tratamos de vender yogurt, viajes, televisores, computadoras, leche, helados, celulares, jamones, afeitadoras o cremas contra las arrugas...con los colores de nuestra selección. Hay otros igual a nosotros, es un consuelo.