Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Guapo y varón

Guapo y varón

20.05.2009

Lectura: 3'

2009-05-20T08:00:56-03:00
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La decisión del gobierno de derogar las disposiciones que discriminaban el ingreso a las Fuerzas Armadas por criterios sexistas encontró gran resistencia en algunos sectores castrenses. El decreto establece claramente el espíritu que lo inspira cuando dispone que la elección sexual de los postulantes "no será considerada causal de no aptitud" por parte de las autoridades actuantes.

Las voces más airadas llegaron de los clubes sociales donde todavía se escucha trinar a los viejos oficiales. Para el presidente del Centro Militar, Luis Píriz, la nueva normativa "atenta contra los principios militares". Su colega del Círculo Militar, Ricardo Galarza, la rechaza porque su formación apunta a "otros valores" y en el Club de la Fuerza Aérea se asegura que la medida cuestiona ciertos valores de la fuerza militar como "la familia". El ex presidente del Círculo Raúl Mermot fue todavía más lejos y denunció lo que considera un "ataque a la moral de las Fuerzas Armadas".

La discriminación encuentra un torpe sustento en los prejuicios, y estos en la simple ignorancia. La que tiene como víctimas a los gays suele considerar la preferencia sexual como una actividad "full time", es decir, como si un varón gay estuviera todo el tiempo pendiente de seducir a otros varones. Si así no fuere, no tendría sentido suponer que su presencia pudiera alterar la convivencia en los establecimientos militares. Si un hombre y una mujer heterosexuales pueden ingresar a las Fuerzas Armadas y hacer carrera, ¿qué cambiaría si fueran gays y manejaran su sexualidad en los ámbitos reservados para la vida privada, como indican los reglamentos castrenses?

El otro prejuicio que aparece frecuentemente detrás de la discriminación vinculada a las preferencias sexuales es la presunta falta de virilidad, "hombría" o coraje de los gays. Sobre este punto, conviene leer "Incidente en Fort Bragg", de Tom Wolfe, una novela en la que unos marines asesinan a dos soldados homosexuales. El alegato final de los acusados es una pieza clave para entender el pensamiento homofóbico. La ignorancia sobre la compleja y variada psicología gay hace caer a los defensores de este punto de vista en un doble prejuicio, porque no todos los gays son afeminados ni los patrones femeninos presuponen una conducta temerosa y reticente al combate. En todo caso, allí están sus propias camaradas de armas para indicar lo contrario.

Pero el argumento final contra estos prejuicios no llegó de la comunidad gay sino del propio Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, José Ramón Bonilla, quien reconoció que la presencia de homosexuales en las Fuerzas Armadas "ya existe". De modo que no hay ninguna amenaza a la moral, a los valores militares ni mucho menos a la familia basada en el vínculo heterosexual. Al menos no más de lo que había ya en unas fuerzas armadas integradas por heterosexuales y gays. De ser cierto lo que dice Bonilla, la reacción de los clubes militares muestra que estamos en presencia de otros viejos conocidos del discurso discriminatorio: la doble moral y la hipocresía.