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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Guantánamo: desprolijidades, incoherencias y contradicciones

Uno abre un semanario y se encuentra con una información insólita que ni siquiera la más fértil imaginación de cualquier uruguayo habría podido producir. Uruguay recibiría cinco presos de Guantánamo que llegarían como resultado de un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos.

26.03.2014 21:18

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2014-03-26T21:18:00-03:00
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Como bien se sabe los presos de Guantánamo son una afrenta a los derechos humanos. Son personas privadas de libertad y sometidas a todo tipo de torturas; además no han sido sometidos a juicio por falta de pruebas, pero tampoco se los deja en libertad. Una verdadera vergüenza que el gobierno de Barack Obama ha intentado dejar atrás sin éxito palpable.

Tamaña decisión en materia de política internacional debió haber sido consultada o, al menos, informada al conjunto del sistema político. Por el contrario, ni siquiera estaban al tanto los legisladores del partido de gobierno que no pudieron disimular su asombro, tan grande como el de todo el país.

El Presidente, según dijo, había estado negociando este acuerdo desde hace cuatro meses sin informar a nadie. Después reclama que se lo llame para consultarlo sobre esta iniciativa. Sorprendente, ¿no?

Pero, además, el Presidente justificó esta decisión con una serie de declaraciones inconexas, contradictorias e incoherentes que han sido incapaces de articular una respuesta razonable.

En sus primeras declaraciones señaló que esta decisión de su gobierno estaba vinculada a una contraprestación de parte del gobierno estadounidense. Dijo que sería moneda de intercambio para nuestro país. Después se dio cuenta de que quedaba bastante "fulero" cobrar por una decisión que justificaba como humanitaria y para proteger los derechos humanos de los presos de Guantánamo, entonces agregó que su contrapartida sería la liberación de tres presos cubanos detenidos desde hace años en Miami.

Había que mostrar a sus compañeros frenteamplistas que su "moneda de intercambio" era a favor de la vieja causa de la Cuba de Castro.

Poco duró la segunda explicación en la medida que rápidamente la Embajadora de Estados Unidos desmintió categóricamente tal intercambio de prisioneros.

Entonces, la tercera versión del Presidente fue que no se pediría nada a cambio. Sorprendente, ¿no? Tres afirmaciones diferentes en tres o cuatro días para justificar algo tan raro y poco explicable.

Entre tanto no se ha escuchado ni una sola palabra de parte del ministro del ramo. El Canciller "se fue al mazo" y recién hablará a fines de esta semana cuando tenga que ir a dar las difíciles explicaciones al Parlamento.

Pero el problema más grave es que después de tanto humo y de tantas explicaciones insólitas y contradictorias, el gobierno ha olvidado explicar lo principal que es la definición de cuál es el fundamento jurídico que sostiene esta decisión.

Ni una palabra sobre la premisa principal, sin la cual nada de esta comedia será posible. ¿Cuál es el fundamento jurídico de esta iniciativa? Porque, aunque para Mujica cada vez parece más evidente que el derecho poco le importa, lo cierto es que un Estado democrático sólo se puede hacer lo que las normas permiten.

Justamente, ese es el problema. ¿Qué tratado, convenio internacional o legislación interna de nuestro país permite que personas que están presas en otro país sean trasladadas al nuestro? ¿En qué estatuto quedarán estas personas una vez llegadas a Uruguay? También sobre ello se han dicho tantas cosas en tan pocos días, que ya nadie tiene claro lo que se piensa hacer.

Recién después de determinar si existe una norma que habilite esta propuesta, será el tiempo de discutir sobre la conveniencia política de la misma; pero sostener este tema como ya decidido sin siquiera saber si existe un fundamento jurídico que lo apoye, es totalmente inaceptable.

En síntesis, mucha improvisación, incoherencia y contradicciones. Muy poco serio para tratarse de un asunto tan importante y en el que está en juego la dignidad y los derechos humanos.