Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Flaco favor

Flaco favor

19.11.2008

Lectura: 3'

2008-11-19T08:21:40-03:00
Compartir en

La ministra del Interior no quiere aceptarlo, pero los hechos de violencia ocurridos el domingo pasado en Jardines del Hipódromo tienen a sus agentes y oficiales como responsables principales. Entrevistada por Omar Gutiérrez el lunes al mediodía, Daisy Tourné minimizó la culpa de sus policías y cargó las tintas sobre barrabravas, autoridades de clubes, jugadores, intendentes (llegó a decir que la IMM "no podría haber habilitado esa cancha") y hasta la violencia intrafamiliar.

Muchos uruguayos se plantean cómo es posible que en un operativo que involucraba a más de ciento cincuenta efectivos de la fuerza de choque, no se reservara una veintena para proteger el perímetro de juego. Las interrogantes incluyen la pasmosa actitud de los policías, una vez en la cancha, frente a un puñado de vándalos. Hasta que se conoció la versión de la ministra, una respuesta posible era que la Policía no tuviera una política en la materia, algo parecido a un protocolo para actuar en situaciones previsibles. El hecho sería grave pero comprensible, puesto que se trataría de un vacío en los procedimientos de un organismo estatal; nada de que sorprendernos. Salvo porque la acción policial tiene como cometido mantener el orden público (esto es, "la normalidad de la vida corriente en los lugares públicos", según su ley orgánica) y prevenir los delitos, lo que no se cumplió en esta ocasión.

Otra posibilidad era que las órdenes existieran pero que no hubieran sido adecuadamente ejecutadas. Un cuadro de ineficiencia nada original, por cierto, aunque igualmente desafortunado. Y todavía se podía manejar una tercera hipótesis: que teniendo la Policía instrucciones para actuar, sus jerarcas hubieran encontrado algún subterfugio reglamentario para la inacción, conducta harto frecuente en la administración pública, particularmente en los cuerpos de seguridad. La cosa funciona más o menos así. Un jerarca le da la orden a un grupo de efectivos policiales de que vigilen la puerta de la celda para que no se escapen los presos. Regresa al rato y ve a los agentes en su lugar, pero la celda está vacía y la ventana arrancada. Al increparlos sobre el hecho, el superior al mando le contesta que la orden era vigilar la puerta, no la ventana.

El ejemplo es extremo pero refleja el nudo del problema: el accionar policial requiere procedimientos y criterios claros, además del compromiso de los mandos. Cuando se flaquea en la prevención y la represión de las manifestaciones violentas, se vulnera el derecho de los pacíficos y se enseña que el vandalismo y la agresión física, después de todo, no son conductas tan graves.

En Jardines del Hipódromo algo no salió bien, y es responsabilidad de las autoridades ministeriales averiguar qué es, sancionar a sus responsables y modificar prácticas y procedimientos, de modo que puedan cumplir con los cometidos establecidos en la ley. Claro que después de las justificaciones de Tourné quedan pocas esperanzas.