Contenido creado por Seguridad_Administrador
Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Excavaciones y una falsa oposición

Las expresiones del precandidato nacionalista, Luis Lacalle Pou, que luego corrigió asumiendo su error, lo que habla bien de él, colocaron en el debate público el tema de la actitud a tener por parte de los diferentes candidatos y partidos con respecto a este tema en el próximo período de gobierno.

15.10.2013 19:08

Lectura: 4'

2013-10-15T19:08:00-03:00
Compartir en

Desde nuestro punto de vista, es un deber moral insoslayable hacer todo lo posible desde el Estado y el gobierno para dar una respuesta a los familiares de los desaparecidos durante la dictadura sobre el destino de los restos.

Ni siquiera el texto de la ley de caducidad bloqueó esta búsqueda; por el contrario el artículo 4º de la ley mandaba al Poder Ejecutivo a investigar lo ocurrido. Lamentablemente, después de décadas transcurridas, aun sigue pendiente dar la satisfacción básica a los familiares permitiéndoles acceder a los restos de sus seres queridos o, al menos, tener una versión definitiva sobre su destino final.

Sin embargo, sin perjuicio de las aclaraciones señaladas, ha quedado en pie la idea de que se deben atender los asuntos del futuro de nuestro país y cancelar o "dar vuelta la página" sobre los hechos ocurridos en el pasado reciente. Se ha postulado esta afirmación como una disyuntiva entre preocuparse del futuro o dedicarse a resolver los asuntos de un pasado traumático.

Pues bien, a nuestro juicio se trata de una falsa contradicción. No hay que optar entre uno u otro camino; es totalmente equivocado plantear esta cuestión como un dilema a resolver. Por supuesto que tenemos que dedicarnos a construir el futuro del país y en eso estamos todos los que hacemos política partidaria de los diferentes partidos desde hace muchos años.

Pero esta preocupación sustancial y básica por el futuro de nuestro país no significa que se pueda olvidar la deuda pendiente con respecto a la verdad de lo ocurrido en el pasado reciente. Tampoco es cierto que atender este problema implique dejar de lado o minimizar los desafíos del futuro. Ambas cosas se pueden y, es más, se deben hacer simultáneamente.

La historia de aquellos países que vivieron acontecimientos traumáticos de similar naturaleza, demuestra que estos asuntos quedan pendientes por décadas y, cada tanto, resurgen obligando a atenderlos y dar las consiguientes respuestas. Así ocurre, por ejemplo aun hoy en Alemania con respecto a la barbarie del régimen nazi o en España con hechos referidos a la guerra civil de setenta años atrás.

Pensar que es posible cerrar definitivamente el pasado, como quien coloca la historia en una caja hermética, es una quimera imposible y, por otra parte, tampoco hace bien a la salud de una comunidad. Obviamente, tampoco es sano vivir mirando para atrás sin la capacidad de procesar lo ocurrido, fijado en el pasado sin poder asumir los desafíos del futuro.

Pero cada comunidad, como los individuos, llevamos a nuestras espaldas nuestras respectivas "mochilas", con nuestros logros y fracasos, éxitos y frustraciones, acontecimientos de vida y circunstancias trágicas, en definitiva un cúmulo de experiencias que componen nuestro trayecto vital. No es posible desembarazarnos de lo que vivimos porque esas experiencias son parte esencial de nuestra identidad colectiva.

Por eso, lo ocurrido en la década negra seguirá generando efectos e impactos sobre nuestra vida en sociedad, sin dramas y sin cegueras. El futuro se construye desde la aceptación y digestión del pasado; no para quedarnos en él, sino para aprender y seguir atendiendo aquellos asuntos que desde allá nos reclaman.

Justamente, mantener abierta y disponible la posibilidad de dar respuesta al reclamo de los familiares de los desaparecidos es parte de nuestra obligación moral con nuestra historia.