Contenido creado por Inés Nogueiras
Cybertario

Estrecho

Estrecho

Con la llegada de la campaña electoral, el sistema político vuelve a mirar las encuestas como si se tratara del oráculo de Delfos.

05.03.2014

Lectura: 3'

2014-03-05T11:10:00-03:00
Compartir en

Los candidatos y sus equipos trazan estrategias más o menos secretas basándose en sus guarismos. Entrados en el tercer mes del año electoral, nada parece cambiar, salvo porque los analistas hablan más insistentemente sobre un probable escenario de segunda vuelta, en la que el Frente Amplio sigue siendo favorito para alcanzar la presidencia aunque sin mayorías parlamentarias. El resultado podrá considerarse un éxito o un fracaso por parte de los competidores según el grado de optimismo con que se hayan imaginado el futuro, pero hay datos reveladores.

Según la consultora Cifra, si las elecciones fueran en estos días el 45 por ciento de los ciudadanos decididos votaría por el Frente Amplio. La cifra no se movió en un año, lo que muestra la estabilidad del sistema partidario y, como reflejo, de la realidad del país. Sin embargo, la misma consultora había mostrado que sólo el 28 por ciento del electorado se definía como de izquierda. El resto de los votantes frentistas (aproximadamente la tercera parte de su electorado) se define como de centro. En este segmento y en el 10 por ciento de indecisos, se encuentra la clave para entender quién puede ser el próximo presidente uruguayo y por qué. Se trata de un porcentaje del electorado moderado, no ideologizado y poco afecto a las aventuras, que llegó al Frente empujado por la crisis del 2002 y que, diez años después, parece bastante satisfecho con su opción electoral. En sentido inverso, puede decirse que la oposición puede pescar en ese 17 por ciento los dos o tres puntos que necesita, tanto para quebrar la mayoría frentista como para acceder a la presidencia de la República.

¿Qué están haciendo los candidatos para conquistarlos? En estas últimas semanas, la oposición se movió dentro de lo que podía ser previsible, con críticas a los puntos débiles del oficialismo y propuestas más o menos originales y convincentes, pero el casi seguro candidato frentista no logró hacer pie. Su discurso pareció destinado a entusiasmar militantes más que a convencer el voto moderado.

Desde esta perspectiva, Vázquez cometió dos errores: negó la realidad y se burló de su principal contrincante. No se puede hacer un balance positivo de la enseñanza pública cuando el 57 por ciento cree que necesita "muchos cambios", ni minimizar la inseguridad con datos oficiales que muestran un aumento en las rapiñas. Mucho menos entusiasmante resulta un ex presidente que se burla en público de las peculiaridades foniátricas de su principal retador.

Nadie sabe qué va a pasar en el futuro (la campaña está apenas comenzando) ni tampoco cuánto pueden pesar estos asuntos en un escenario electoral tan estable, pero las cifras que que aseguran el triunfo a unos y otros no son tan amplias como para que el discurso quede librado al talenteo de los candidatos.

Gerardo Sotelo