Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Espejismo

Espejismo

22.05.2013

Lectura: 3'

2013-05-22T07:28:03-03:00
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Las revelaciones de Jorge Lanata sobre la corrupción kirchnerista se han convertido en tema obligado en ambos márgenes del Plata. Al tenor de las acusaciones se le debe sumar su contexto, caracterizado por la polarización, el “apriete” y la amenaza de censura. Un contexto aún más explosivo si se le agrega el estilo periodístico de Lanata.

Sus acusaciones son de tal gravedad que amenazan con transformar a Carlos Menem apenas en un turco pícaro. Las denuncias, como el propio Lanata, no sorprenden por su originalidad sino por su desmesura. El rating, que termina convalidando todo, señala que para buena parte de la sociedad argentina, Lanata es hoy la voz más poderosa de la oposición argentina y de quienes se sienten perjudicados por el modelo K también de este lado del río. Sin embargo, la gravedad de lo denunciado no justifica cualquier forma de periodismo.

Ya es suficientemente grave que los argentinos estén condenados a elegir entre Víctor Hugo Morales y Jorge Lanata como para que los uruguayos nos sumemos a esa presunta disyuntiva. Parece que no pudiéramos vivir en un escenario que supere la falsa libertad de optar únicamente entre Peñarol y Nacional, entre las milanesas y los ravioles, entre el que cobra “con la derecha” y el que factura “con la izquierda”.

Si Lanata y Víctor Hugo se convirtieron en los epítomes del periodismo televisivo, es decir, si el periodismo terminó arrastrado a esa riña de gallos, a esa subasta de voluntades que es hoy la política y la televisión argentinas, habrá dejado de ser una profesión reglada por la independencia, la proporcionalidad y la verificación. En suma, habrá dejado de ser periodismo para transformarse en alguna de las formas del entretenimiento, la demagogia o los negocios.

La televisión nacional ha tomado tradicionalmente la pantalla porteña como un espejo de sus decisiones. La regla de oro parece ser “si se hace en Argentina, bien hecho está”. En realidad, se trata de un espejo deformante. El resto del mundo maneja otros criterios de calidad y, fundamentalmente, otro sentido de los límites. Por eso puede considerarse a programas como CQC, Duro de Domar, Bajada de Línea o PPT (el que conduce Lanata por Canal 13) dentro del género periodístico, cuando no son sino su espejismo. La ilusión es  obvia pero funciona: la utilización de técnicas típicamente periodísticas como la entrevista, el registro de imágenes, el relevamiento de datos o el seguimiento de casos, no alcanza para configurar una disciplina cuyo soporte deontológico está reñido con la manipulación, la propaganda y el escrache.

La tevé por cable primero e Internet después abriendo el acceso a propuestas periodísticas a la vez entretenidas y de calidad. Aceptar como buenos programas que operan para grupos de poder, es una muestra de que el espíritu vindicativo puede nublar nuestro sentido crítico. Tanto da que operen para el oficialismo o las corporaciones y que tenga o no razón. Los periodistas que así se comportan exhiben una absoluta falta de compromiso con los deberes de la profesión.