Por Esteban Valenti (*)

Las elecciones en el Uruguay y en el mundo se han personalizado, el fin del choque entre los bloques, la diversificación y difuminación de las propuestas político-ideológicas han concentrado una influencia fundamental en las personalidades. No es tampoco novedoso. En muchos momentos de la historia nacional o regional se ha producido este fenómeno.

En el Uruguay se da a nivel nacional. Por ejemplo en la izquierda la continuidad en el gobierno no depende sólo de la gestión del actual gobierno —que sin duda y más allá de las causas siempre en discusión es altamente exitosa— sino del candidato que el Frente Amplio presente en los próximos comicios. Sobre este tema escribimos en la nota anterior.

Ahora consideremos la situación e importancia de las elecciones municipales. Si bien la elección de un gobierno nacional del Frente Amplio con el Dr. Vázquez como presidente fue el gran cambio político, no debemos olvidar que el otro gran cambio en el mapa político nacional fue la conquista por la izquierda de siete nuevas intendencias y la renovación por cuarta vez del mandato municipal en Montevideo.

Las intendencias por razones institucionales, por el contacto directo con el ciudadano y además por el surgimiento de liderazgos nacionales (Vázquez, Nin Novoa, Larrañaga y otros) han asumido una creciente importancia política.

A nivel mundial la globalización económica, financiera y cultural de las comunicaciones, ha generado como reacción un fortalecimiento de las identidades y de las instituciones locales, pegadas al terreno y a la gente. Uruguay no es ajeno a ese proceso.

Un momento clave son las elecciones municipales. Separadas en el tiempo de las elecciones nacionales, pero sobre todo separadas en lo político. Las del 2005 confirmaron la tendencia nacional, pero la redistribuyeron profundamente. Departamentos donde a nivel nacional había ganado un partido, en las municipales triunfó u obtuvo más votos otro partido. Los casos más emblemáticos fueron Montevideo —donde el Partido Colorado revirtió su pésima votación en las nacionales— y Paysandú, donde el Frente Amplio que había perdido a nivel departamental en las elecciones nacionales del 2004, ganó las municipales del 2005. Hay otros casos, como por ejemplo el departamento de Treinta y Tres, donde ganó la izquierda a nivel municipal.

¿Qué puede suceder en el 2010? Hacer vaticinios electorales y comenzar una danza de nombres sería un atrevimiento y una irresponsabilidad, todavía queda mucho paño por cortar ¿Qué paño? La gestión. La gente vota principalmente por su balance y sus expectativas sobre la gestión. Y en dos años se pueden hacer muchas cosas y cometer muchos errores. Eficiencia, capacidad, resultados, proyección del departamento, transparencia y honestidad. Luego viene el origen partidario.

Y esto vale también para los votos que le dieron el triunfo a la izquierda en ocho departamentos. No hacerse ilusiones ni fatalismos. Estas referencias en la ciudadanía son muy buenas, porque son muy exigentes con los gobernantes y con los partidos y las diversas figuras y candidatos. Y con el equipo de gobierno.

En los diecinueve departamentos los ciudadanos que conviven a diario con la obra o con las carencias de un gobierno municipal tienen elementos muy directos para valorar, para opinar, de manera permanente y en particular en las elecciones.

Para que un intendente tenga éxito, además de capacidad de gestión, empuje, mando, ideas, necesita un buen equipo. No hay una buena intendencia sin un buen equipo. Todos los intendentes que se han replegado en los equilibrios internos, en las cuotas, en cualquier pliegue del poder en lugar de su compromiso con la gente y los resultados de su gestión, perdieron y van a perder feo.

Hay dos tipos de situaciones. Los que pueden presentarse a la reelección —es decir los que fueron electos por primera vez en el 2004— y los que no pueden aspirar a la misma. Son diferencias no pequeñas. Allí juegan mucho los partidos, sus nuevos candidatos, sus propuestas y sus equipos. Si los partidos que están en la oposición en los diversos departamentos no trabajaron inteligentemente para construir candidaturas creíbles y de alternativa, pierden. La izquierda tiene varios ejemplos. Los otros también.

No olvidemos un pequeño detalle: en las elecciones municipales se pueden presentar hasta tres candidatos por partido, eso cambia de forma importante la disputa en relación a las nacionales. Esto también abre la posibilidad de que incluso en los departamentos donde se presentan a la reelección, aparezcan otros candidatos dentro del propio partido.

A la izquierda la posibilidad utilizada en casi todos lados de presentar candidaturas múltiples, le dio un excelente resultado.

Si la izquierda quiere conservar las 8 intendencias —entre las que se encuentran las más importantes del país— deberá hacer un balance departamental y un debate nacional profundo y serio de su gestión, de sus tensiones, de las complejas relaciones entre el gobierno municipal y la fuerza política en cada departamento. Y si quiere disputar nuevos gobiernos municipales, la experiencia de los actuales gobernantes de izquierda será fundamental. Hoy incluso en Montevideo, bastión de la izquierda, hay muchas cosas en discusión, algunas impensables hace algunos años. Ver las encuestas.

El Frente Amplio no debe perder de vista que un fuerte impulso al triunfo electoral en muchos departamentos fue la existencia, la obra inicial del gobierno nacional del FA. “Sigamos cambiando” fue un mensaje que prendió y fue eje del debate electoral municipal, aunque con una fuerte componente local. En el 2010 todo será más complejo. Tendremos a la vista el nuevo gobierno y los resultados del gobierno Vázquez 2005-2010 que se perfilan como excelentes. ¿Como impactará esto en las elecciones municipales? ¿Chi lo sa?

Todo será diferente si hay reforma constitucional, si hay reelección, si las elecciones son simultaneas (las nacionales y municipales) aunque con la posibilidad de cruzar el voto. Así que esta historia recién comienza. Hay varios capítulos por delante.

Lo que sigue siendo una obligación inexorable de la izquierda es situar correctamente el punto de observación: si es desde el poder, desde la disputa interna de posiciones, desde los intereses sectoriales o desde la gente, su calidad de vida, sus exigencias y necesidades, desde el proceso de cambio que también debería pasar por las gestiones municipales. Mucho más. También nuestra elaboración conceptual como izquierda, nuestras ideas, nuestra modernización del progresismo local, de los proyectos afincados en el territorio urbano, suburbano o rural retrazan. ¿Dónde está el debate, los foros, los ámbitos para esa elaboración? Sólo la descentralización ya no da cuenta de las nuevas exigencias. Al contrario, mal planteada, atomizando procesos y recursos puede ser un factor muy complejo y hasta negativo.

Cinco años siguen siendo muchos en la vida de la gente, de su ciudad, pueblo y de sus cosas cotidianas como la limpieza, la seguridad, la iluminación, la seguridad en el tránsito, la vialidad, el agua y el saneamiento, las obras de infraestructura, las relaciones con el país productivo, el cuidado del medio ambiente a las que se ligan inexorablemente también los grandes proyectos y relatos histórico políticos e institucionales. Sigue siendo uno de los grandes dilemas de la buena política. 


(*) Periodista. Coordinador de Bitácora.