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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

El voto en el exterior: así no

El próximo 25 de octubre, además de elegir el Parlamento de la República y votar la primera vuelta de la elección presidencial, se pondrán a consideración de la ciudadanía dos propuestas de reforma constitucional.

20.07.2009 08:26

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2009-07-20T08:26:00-03:00
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Una de esas propuestas, impulsada por la bancada del Frente Amplio, consiste en otorgar el derecho a voto a los uruguayos que viven en el exterior. Se trata de un tema de por sí polémico en el que existen fuertes argumentos en uno y otros sentido.

Por cierto, no es un tema menor el peso demográfico de los uruguayos en el exterior. De acuerdo a los datos estadísticos existentes, se calcula que hay alrededor de medio millón de uruguayos viviendo en el exterior del país, lo que representa cerca del 20% de nuestro padrón electoral. En tal sentido, el otorgamiento del voto a los uruguayos de afuera podría determinar la posibilidad de que fueran estos los que terminaran definiendo el gobierno. Esta circunstancia, que no es de principios o de posicionamiento de fondo, sino que refiere a una situación de hecho, no es ajena a la postura final frente al tema.

La propuesta, además, consiste en establecer el voto epistolar. Esta modalidad supone que todos los uruguayos radicados en el exterior recibirán con antelación todas las listas presentadas y tendrán un plazo determinado para enviar su voto por correo. Estos votos recibidos en tiempo y forma se incluirán junto a los votos de los uruguayos dentro del país para determinar los resultados finales.

Pues bien, como decíamos más arriba, la cuestión sobre el voto en el exterior es una cuestión opinable y objeto de debate en todo el mundo. Es más, la tendencia mundial es favorable a su incorporación, sin embargo la modalidad propuesta es realmente muy poco compartible y genera un amplio conjunto de cuestionamientos.

En primer lugar, el voto epistolar genera una importante inseguridad sobre la identidad del votante. En efecto, será difícil asegurar que el que efectivamente envíe su voto por correo sea el ciudadano y no algún pariente o amigo cercano. Se tendrá una fuerte incertidumbre sobre la efectiva voluntad del voto que llega a destino a través del correo.

En segundo lugar, se establecerá una diferencia notoria entre los votantes dentro del territorio y los de fuera. Mientras aquellos tienen obligación de votar y si no lo hacen serán sancionados, los que viven en el exterior tendrán la oportunidad de decidir si quieren o no votar, lo que genera una situación de injusticia hacia los uruguayos de adentro.

Finalmente, la mayor paradoja que vuelve inadmisible la propuesta es que consagra una situación en la que resulta más fácil y cómodo votar a los que están fuera del país que a los que viven en él. En efecto, si uno vive en el Uruguay no puede ni siquiera votar en forma interdepartamental, tiene que trasladarse al Departamento en el que tiene su credencial y votar en el circuito correspondiente en un horario acotado y determinado. Mientras tanto, el que vive fuera del país tendrá un plazo extenso para emitir el voto, cómodamente instalado en su casa y bastará con que envíe por correo su voto antes del vencimiento de un plazo.

Es el mundo del revés. Los uruguayos que viven en el exterior tendrían un derecho mucho más amplio y favorable al voto que los que viven en nuestro país.

Esto no significa que no existan alternativas más sensatas. El voto consular es mucho más sensato y seguro que el voto epistolar; en este caso el ciudadano debe inscribirse en un Consulado uruguayo y tiene que ir a votar a esa oficina el mismo día y horario que votamos los que vivimos aquí. Genera condiciones similares de acceso al voto y nos da garantías a todos sobre la identidad del votante.

Por otra parte, se podría otorgar el derecho a los uruguayos que viven en el exterior de elegir representantes para tener voz en el Parlamento mediante la elección de un par de Diputados que los representen; sin que puedan elegir gobierno lo que genera una fuerte crítica sobre el peso que estos tendrían para determinar un gobierno que no tendrán que soportar después.

En síntesis, es posible pensar una opción seria, sensata y adecuada para dar una forma de participación política a los uruguayos de afuera, pero no esta propuesta tan equivocada y exagerada que no contará con nuestro apoyo político.