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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

El señor tijeras

La semana pasada el gobierno impulsó dos medidas que avanzan sobre las conductas de los individuos a riesgo de afectar algunas de las libertades individuales.

18.08.2008 09:32

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2008-08-18T09:32:00-03:00
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Por un lado, presentó un proyecto de ley cuyo objetivo es desalentar el consumo de bebidas alcohólicas. Así dicho no debería generar ningún tipo de cuestionamiento, se entiende que el exceso en el consumo de alcohol es nocivo para la salud, por lo que desalentarlo es parte de la función social que debe cumplir el Estado.

Sin embargo, al tomar conocimiento sobre los contenidos concretos de la normativa proyectada, se observa un exceso evidente en la manera que el gobierno pretende incidir sobre las conductas de los individuos.

Se promueve una prohibición total de venta de bebidas alcohólicas en los kioscos, en las estaciones de servicio, en los puestos de venta callejera y en los locales de entretenimientos tales como pools, futbolitos, bowlings.

También se prohíbe la venta de alcohol en los recitales y espectáculos deportivos, con el agregado de que tampoco se podrá vender alcohol en comercios a quinientos metros de distancia de esos lugares en los horarios de dichos espectáculos.

Luego desarrolla una normativa absurda y genérica sobre pautas y limitaciones a la publicidad de bebidas alcohólicas cuya interpretación deberá quedar librada al “censor de turno”. Se habla de no “generar mitos o representaciones equívocas respecto al consumo de alcohol”, tampoco se podrá asociar la publicidad del alcohol con el “éxito social, profesional o sexual” y otras disposiciones del mismo tenor.

Por otra parte, el Ministerio de Salud Pública resolvió en la misma semana intimar el cese de la distribución de revistas extranjeras que contengan publicidad de tabaco, debido a la prohibición existente en nuestro país. Como si fuera posible impedir que la publicidad de tabaco existente en buena parte del resto del mundo pueda ingresar a nuestro país.

¿Cuál será el paso siguiente? ¿Impedir las señales de TV por cable que contengan propaganda de tabaco? ¿Prohibir el acceso a Internet? ¿Se venderán las revistas argentinas que tienen publicidad de cigarrillos en bolsas negras, o se exigirá que los distribuidores recorten las hojas de publicidad como la dictadura nos obligaba cuando había noticias políticas que no le gustaban?

El espíritu de censura de este gobierno se está expandiendo de una manera cada vez más peligrosa.

Sin embargo, al mismo tiempo, el gobierno viene fracasando estrepitosamente en su lucha contra la droga y contra la delincuencia, tampoco logra controlar que las normas ya vigentes se apliquen por ejemplo, impidiendo que los menores compren alcohol o consuman en la vía pública o ingresen a lugares públicos que les está prohibido.

En lugar de hacer cumplir las normas vigentes, el gobierno se dedica a aumentar las prohibiciones, extendiendo estas al consumo de alcohol para los mayores de edad en ciertos lugares definidos arbitrariamente y estableciendo normativas de apreciación subjetiva en el diseño y contenidos de la publicidad referida al alcohol.

Se busca “tapar el cielo con un arnero” recurriendo a viejas estrategias fracasadas. Los distribuidores de otras drogas estarán de parabienes puesto que es obvio que una fuerte limitación del acceso al alcohol puede derivar en el aumento de la demanda por otras drogas.

Cuando el actual gobierno, dirigido por la obsesión de su Presidente, prohibió el consumo de cigarrillos prácticamente en todas partes, nos pareció que cumplía con un objetivo compartible en la medida que el humo de cigarrillo afecta a las personas que comparten el espacio con los fumadores.

Sin embargo, este nuevo embate de censura a las conductas de los ciudadanos nos parece que va convirtiendo a este gobierno en un guardián cada vez más celoso y exagerado sobre la conducta privada de la gente y, en particular, de los jóvenes de este país.

Había una canción en la época de la salida del “franquismo” en España que se llamaba “Libertad sin ira” y tenía una estrofa que decía que buscaba que la gente fuera “muy obediente hasta en la cama”. Cuidado con los excesos en la prohibición de las conductas y acciones de los ciudadanos, porque existen muchas formas de autoritarismo que no sólo abarcan a las ideas políticas.