“Las pedagogías del aprendizaje-servicio y el compromiso comunitario pueden imbuir al aprendizaje con un fuerte sentido de propósito, cuando se encaran desde una postura de humilde aprendizaje” (UNESCO, 2022:54).
Los vínculos humanos constituyen un hilo invisible que teje nuestras vidas, dan sentido y nos sostienen, sobre todo en los momentos más adversos. En el contexto de privación de libertad, la importancia de estas conexiones se vuelve más evidente que nunca, no solamente intramuros sino también en la preparación para la reinserción una vez que la persona es liberada.
La semana próxima dará inicio una capacitación a voluntarios sobre los “vínculos en la cárcel”, dictada por el equipo de la Fundación Vincular organizado por Fundación Fénix (cambio y esperanza). El objetivo es ser formadores para llevar dicho formato a las personas privadas de libertad. Ellos luego podrán ser sus propios orientadores y seguir replicándolo siempre con supervisión.
Sabemos que las relaciones familiares, de amistad y de comunidad nos brindan seguridad y bienestar. En el contexto penitenciario, muchas veces los lazos se deterioran, son conflictivos o se tornan casi inexistentes. Por eso, trabajar en la restauración y fortalecimiento de estos enlaces es fundamental.
Este taller, titulado “Nuestros Vínculos”, tiene como objetivo ayudar a los participantes a reconocer aquellas relaciones que promueven la vida y darles el valor que merecen. A través de dinámicas sencillas pero profundas, se busca fomentar una red de apoyos que facilite la reinserción social y, sobre todo, la recuperación de un sentido de pertenencia.
La posibilidad de compartir experiencias sobre los lazos familiares o amistosos también genera una mayor reflexión sobre la calidad de dichas relaciones. En muchos casos, el simple hecho de verbalizar emociones o recuerdos sobre las personas importantes en su propia vida permite a los participantes redescubrir conexiones significativas que habían quedado opacadas por el paso del tiempo o por circunstancias adversas.
Uno de los ejercicios más significativos del taller es la práctica de la “Buena Noticia”. Consiste en compartir algo positivo, por más sencillo que sea, que haya ocurrido en la última semana. Lo relevante no es el hecho en sí, sino la práctica de enfocar la atención en lo bueno, reconocerlo y compartirlo con los demás.
Este ejercicio fortalece la escucha activa y la conexión empática entre ellos. Una simple ronda de “Buenas Noticias” se convierte así en un espacio de nutrición emocional.
Otro recurso valioso es la “Interescucha”, una dinámica en la que las personas se turnan para hablar sin ser interrumpidos. Las reglas son claras: atención plena, tiempos iguales y confidencialidad. Este ejercicio fomenta un espacio de confianza donde cada persona se siente escuchada y valorada.
Los participantes son invitados a replicar estas prácticas con sus familias o compañeros de pabellón. De este modo, las herramientas comunicativas se convierten en puentes para mejorar la calidad de los vínculos y fomentar un ambiente más saludable.
La comunicación, cuando es consciente, tiene el poder de transformar. Reconocer qué relaciones son saludables y cómo mejorarlas permite recuperar el control sobre aspectos fundamentales de sus vidas.
El diálogo abierto también propicia la identificación de patrones relacionales que pueden haber contribuido a conductas destructivas. La posibilidad de cuestionar esos patrones y reemplazarlos por formas de comunicación más saludables tiene un efecto positivo tanto dentro del pabellón como en las perspectivas futuras de las personas.
Un principio clave es la idea de que todos necesitamos ser cuidados y, al mismo tiempo, todos podemos cuidar a otros. La práctica de registrar a quienes los han cuidado a lo largo de la vida, y agradecerles por ello, es un ejercicio profundamente transformador, porque a pesar de las dificultades, siempre ha habido alguien que les ha brindado apoyo.
Esta conciencia del cuidado recibido genera un deseo de replicar ese comportamiento, hacerles sentir más capaces de cuidar a otros, creando una cadena de bienestar que trasciende el entorno carcelario.
La idea del cuidado mutuo no solo mejora las relaciones interpersonales, sino que también fomenta un sentido de responsabilidad colectiva, generándose un entorno más seguro y colaborativo.
En definitiva, el trabajo sobre los vínculos es una invitación a la transformación. Cuando nos conectamos desde el cuidado, la escucha y la comunicación consciente, descubrimos que incluso en los contextos más difíciles es posible crear espacios de vida, esperanza y humanidad.
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