Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

El pasado pesado

El pasado pesado

08.08.2007

Lectura: 3'

2007-08-08T08:32:28-03:00
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Justo es decir que se están esforzando. Los partidos tradicionales buscan responder a la derrota del 2004 pero todavía no saben bien cómo. Entre los colorados, la renovación tiene en Pedro Bordaberry una figura que promete, pero las viejas estructuras se niegan a desaparecer y sus candidatos emergentes ven un horizonte sombrío en el mediano plazo. Entre los nacionalistas, todo parece resumirse en quién acompañará en nombre del herrerismo en una fórmula que, nuevamente, tendrá a Jorge Larrañaga como aspirante a la sucesión presidencial. Aprovechando el viento a favor, su sector se lanzó desde ya a la construcción de una propuesta programática que pueda descontar diferencias en una casi segura segunda vuelta.

Sin embargo, el pasado está todavía demasiado cerca. Las recientes denuncias presentadas ante la comisión que investiga los gastos en los entes autónomos entre los años 2000 y 2005 vuelven a mostrar un manejo al menos dispendioso e irresponsable de las finanzas públicas. Así las cosas, los esfuerzos de los blancos por llegar con chance de definir y de los colorados por mantenerse vivos pueden resultar vanos.

El presidente de la comisión investigadora, el diputado de Asamblea Uruguay Carlos Varela, habla de una política "absolutamente discrecional" en el manejo de los recursos del fundido Banco Hipotecario por parte del directorio de la época. Esto incluye publicidad, adjudicación de donaciones, viajes sin justificación alguna y utilización de dineros públicos con fines particulares. Algo similar se dio a conocer con respecto a UTE. Allí el menú se repite, casi como un modus operandi: gastos en publicidad que se cuadruplicaron en el año electoral y que fueron a parar a los departamentos de los que provenían algunos directores, donaciones y contrataciones típicamente clientelísticas.

Blancos y colorados se ilusionan con que las exageradas incorporaciones dispuestas por la actual administración puedan mitigar en algo sus pecados del pasado. Hacen votos para que tales abusos se entrecrucen con un fallo condenatorio en el "affaire Casinos" municipales y los efectos no deseados de la reforma tributaria, para ver si acaso en el 2009 el humor del electorado cambia y les devuelve su favor. Por ahora, la diferencia en el manejo de los dineros públicos es evidente. La nueva camada de jerarcas sabe que aquello de meter la pata pero no la mano en la lata debe ser, más que un eslogan, una razón de ser.

Algunos dirigentes de los partidos tradicionales piensan aún que su derrota del 2004 se debió a la crisis del 2002. Se vanaglorian de que, en dos años de gobierno de izquierda, no se pudo probar ningún caso de corrupción significativo y que, por el contrario, algunos nuevos administradores están transitando por caminos sospechosos. Parecen no entender que en el imaginario colectivo, son responsables de un estado de cosas que nos llevó a la bancarrota. Mientras no asuman sus pecados del pasado y expliquen cómo van a evitar nuevos desmanes en el futuro, la danza de nombres y propuestas no servirá de mucho.