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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

El pasado o el futuro

Los uruguayos tenemos una fuerte tendencia a mirar hacia atrás. La nostalgia, nuestro pasado, es una referencia permanente que muchas veces ahoga nuestra capacidad de mirar hacia adelante. La sensación permanente de un “tiempo mejor perdido” es parte de nuestra manera de ser. A tal punto que la principal novedad cultural de los últimos años, que se ha convertido en un acontecimiento masivo, es “La noche de la nostalgia”.

01.06.2009 10:25

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2009-06-01T10:25:00-03:00
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Tuvimos un pasado mejor, fuimos campeones del mundo, fuimos la Suiza de América, “aquellos eran jugadores”, “los intelectuales de antes eran mucho mejores que los de ahora”, “políticos eran los de antes”,. Podríamos seguir recogiendo ejemplos de la imponente mentalidad pasatista que nos domina y caracteriza.

El pasado puede ser un elemento positivo si funciona como referencia enriquecedora, si de él sacamos lecciones que nos permitan mejorar nuestra realidad, si aporta para la construcción del futuro.

Por el contrario, el pasado se convierte en lastre e impedimento para avanzar, si una sociedad se dedica a “darle vuelta a la noria” sin solución de contnuidad, encerrada en su propio pasado, lamentándose de los tiempos idos, o golpeada sin remedio por los traumas ocurridos. En definitiva, si el pasado proyecta su sombra sobre nuestro presente y se convierte en referencia ineludible la incapacidad de proyectar el futuro, de trabajar con energía pensando en lo que hay por hacer se convierte en un grave problema.

Pues bien, a cinco meses de la instancia electoral que habrá de definir los espacios de poder para el próximo quinquenio, los viejos demonios del pasado parecen convertirse en una peligrosa referencia central de nuestros debates políticos.

El debate preelectoral amenaza convertirse en una agria y estéril disputa sobre lo que los principales candidatos hicieron hace ya unas cuantas décadas. Las facturas sobre el pasado se convertirán en el centro de la discusión y de los cuestionamientos. La responsabilidad guerrillera de uno, la gestión de gobierno del otro o, incuso, la referencia al padre del tercero, amenazan convertirse en el interés principal de la campaña electoral.

Hay un enorme riesgo de que el pasado se adueñe de la discusión electoral y que importe más lo que ocurrió y quienes tuvieron mayores o menores responsabilidades en el pasado, que lo que hay que hacer con el país para los próximos años.

Por si faltara algo, además estará en el debate un plebiscito que llevará al país a volver a discutir por enésima vez las violaciones de los derechos humanos ocurridas durante la dictadura y la correspondiente ley de caducidad.

Mientras tanto buena parte de nuestros jóvenes se frustran en un sistema educativo cada vez más vetusto y conservador, o deciden irse de un país que poco les ofrece como alternativas de éxito y desarrollo.

Claro, para aquellos que tienen pocas ideas o para aquellos que prefieren que sus ideas pasen desapercibidas, nada mejor que enredarse en las viejas historias. Después será seguramente demasiado tarde y quizás tengamos que mirar estos tiempos desde el futuro nuevamente con la sensación de haber perdido una buena parte de nuestro tiempo.

Por eso nosotros seguiremos apostando a la discusión de ideas y propuestas en un país que merece un destino mejor, pensando en el futuro y mirando para adelante.