Contenido creado por Gerardo Carrasco
Navegaciones

El lenguaje inclusivo y el tiempo perdido

El lenguaje inclusivo y el tiempo perdido

En lugar de tanto humo, ¿Por qué no nos aplicamos a mejorar en serio y sin coartadas la participación de las mujeres en el parlamento?

09.05.2017

Lectura: 4'

2017-05-09T08:14:00-03:00
Compartir en

Hace pocos días la Junta Departamental de Montevideo con toda su pompa y su estructura dedicó tiempo y espacio a resolver el cambio de un nombre: La Defensoría del Vecino, pasó a llamarse la Defensoría del vecino y la vecina, o posiblemente y por cortesía de la Vecina y el Vecino. Una ridiculez de marca mayor.

¿Alguien cree que las vecinas de Montevideo de cualquier parte del planeta no entendían con el nombre anterior que la Defensoría las incluía, incorporaba sus derechos entre sus obligaciones? Nadie, todos sabíamos que era para todos los habitantes de la capital. Y si no lo entendemos no es por el nombre.

Son esas cosas, esas pérdidas de tiempo que confirman que, ante la enorme carencia de ideas, de proyectos, de cosas que trasciendan lo pequeño, cualquier cosa sirve, incluso lo ridículo.

Descarto que se hizo con la mejor buena voluntad y que sobre todo los ediles hombres se deben haber cuidado mucho de no oponer la mínima objeción, para no levantar la terrible sospecha de ser machistas y trogloditas. Pero el ridículo es un precio demasiado alto.

Al tiempo insumido en este cambio hay que agregarle todos los costos que esto implica, como cambiar toda la papelería, etc, etc, etc.

Este tipo de actos es una pérdida de tiempo que no agrega nada, que no enriquece en nada nuestra cultura de la igualdad de oportunidades, derechos, salarios, cargos políticos, empresariales, académicos, militares, policiales y todo lo que se le quiera agregar. ¿Por este camino del ridículo vamos a terminar llamando "Policías y Policios"? ¿Agentes y agentas?

Por si las moscas declaro y reitero que apoyo con todas mis fuerzas la igualdad de derechos de las mujeres en todos los campos y actividades y es más, creo en discriminación positiva, porque los hombres hemos dado muestras suficientes a lo largo de los siglos de la capacidad de resistencia para permitirle a las mujeres ocupar el lugar de absoluta igualdad que les corresponde. Y estoy de acuerdo en que para esta batalla institucional, política, legislativa y cultural hay que darle la mayor visibilidad posible a las mujeres, hay que reforzar en la comunicación este protagonismo de las mujeres.

Apoyo esta posición no solo porque la considero una injusticia milenaria e indefendible la postergación de las mujeres, sino porque considero que los hombres, es decir toda la sociedad avanzará y mejorará substancialmente por ese camino de igualdad. Pero como en todas las cosas, las cosas ridículas en lugar de ayudar, torpedean los buenos propósitos.

Sé que el lenguaje ha reflejado a través de los siglos de formación y cambio un terreno de imposición de una visión sexista y androcéntrica y hay que combatir todas aquellas formas que invisibilizan a las mujeres, por ello misma creo que hay que darle el papel adecuado en el lenguaje y en otros terrenos para combatir por la igualdad entre mujeres y hombres, nunca el ridículo.

Las lenguas que no cambian, son lenguas muertas y el español es un idioma lleno de vida y de aportes diversos, pero tiene su estructura, su musicalidad, su gramática y algunos excesos del lenguaje inclusivo, además de una acumulativa pérdida de tiempo, viola normas gramaticales básicas y en realidad dentro de poco resultará difícil hablar por la cantidad de circunloquios y redundancias. Dejaríamos de hablar español para cambiarnos a un dialecto o un amasijo.

He leído varios trabajos de socio lingüistas de antropología lingüista y de otras disciplinas que militan en forma casi fanática en esta batalla por el lenguaje inclusivo. En general los fanatismos lejos de ayudar a una causa la entierran en su aislamiento, en sus excesos, en sus profundas contradicciones.

¿Qué otro cambio "inclusivo" se propondrá: "Cámara de Diputados y Diputadas" de Senadores y Senadoras"? En lugar de tanto humo, ¿Por qué no nos aplicamos a mejorar en serio y sin coartadas la participación de las mujeres en el parlamento?

Por otro lado, y siguiendo por la misma ruta ¿por qué aceptar solo dos géneros y no incorporar otras opciones y posibilidades? ¿Dentro de poco no tendremos un manual especial sobre el "lenguaje inclusivo" que nos amplíe el horizonte? ¿Hay tanto funcionario, tantas oficinas que no tienen nada más que hacer que ese tipo de "aportes" al lenguaje y sobre todo a su total y completa deformación?

Es cierto lo que decía Antonio Gramsci que la hegemonía también se define en el lenguaje, pero de allí a combatir batallas impropias y burocráticas hay una enorme diferencia.