Contenido creado por Inés Nogueiras
Cybertario

Arriba y Abajo

El caso Suárez

El título no remite al cuadro homónimo que animara la Liga Palermo a mediados del siglo pasado, sino al principio de la filosofía hermética según el cual, "como es arriba es abajo".

27.06.2014

Lectura: 4'

2014-06-27T11:52:00-03:00
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Los uruguayos estamos indignados por el fallo de la FIFA contra Luis Suárez, que viola los principios más elementales del derecho, pero deberíamos aprovechar el mal trago para reflexionar sobre el trasfondo político y ético de este linchamiento. Un trasfondo que nos involucra más de lo que se cree.

Por lo pronto, el comité de disciplina no actuó con ecuanimidad (guardó silencio frente a situaciones iguales o peores), no escuchó los descargos del acusado, no exhibió ninguna prueba y adoptó una sanción desproporcionada y violatoria de los derechos humanos. La FIFA dejó hace mucho tiempo de ser una federación de asociaciones nacionales de clubes de fútbol para convertirse en una multinacional poderosa y opulenta, que pretende estar fuera de todo control. Tiene un sistema de justicia propio y acumula sospechas de corrupción desde las épocas de Joao Havelange, quien debió renunciar para evitar la deshonra de terminar preso.

Lejos de mejorar, la corrupción económica se multiplicó tanto como la facturación y la puja por el control de la caja se volvió más evidente y escandalosa. La designación de Qatar como sede del Mundial de 2022 está bajo la sospecha de ser el resultado de sobornos y uno de los vicepresidentes de FIFA, el norirlandés Jim Boyce, quiere que se investigue las denuncias y que se reconsidere la sede en caso de demostrarse que hubo corrupción. Es el mismo Jim Boyce que apuntaló la denuncia contra Suárez y lo condenó antes de que se expidiera el Comité de Disciplina.

La puja de Paco Casal por los derechos de televisación de los torneos organizados por la Conmebol (presidida por el uruguayo Eugenio Figueredo) arrastró a la AUF a un enfrentamiento con Humberto Grondona, el otro vicepresidente de FIFA y eterno mandamás de la Asociación del Fútbol Argentino, a quien se vincula con la empresa que cedió los derechos a FOX Sports, rival de Casal en esa guerra.

El diferendo, replicado a nivel local en la negociación por los derechos de la selección uruguaya, terminó con el ejecutivo presidido por Sebastián Bauzá, que fue sustituido por un elenco cercano a la empresa Tenfield. El desprolijo enroque debilitó a la AUF a nivel continental pero también, y por reverberación, en la propia FIFA. Esa debilidad y aislamiento quedó en evidencia en Río de Janeiro, donde los representantes políticos y legales de la AUF no lograron ni siquiera exponer sus descargos frente al Comité de Disciplina. Conocido el fallo, alguno de ellos debió tener presente que con Bauzá, el linchamiento contra Suárez no habría llegado tan lejos, pero como dice el capitán Diego Lugano, "los que mandan, mandan".

Así y todo, sería injusto cargar las tintas sólo sobre la multinacional más corrupta y arbitraria del mundo. Joseph Blatter no está allí por su propia voluntad. Tampoco Boyce ni Grondona. Están allí por el voto de las asociaciones nacionales de los países miembros de FIFA. Incluso de países como Islas Cook, Tonga, Hong Kong, Congo e Islas Caimán, cuyos representantes integran el Comité de Disciplina de la federación. Favor con favor se paga.

Lo que no se ha dicho hasta ahora es que existe un estilo de hacer las cosas, una legitimación tácita de conductas que fuera del fútbol son consideradas delictivas, que atraviesa el planeta fútbol y que une a Zúrich, donde tiene su sede la FIFA, con Montevideo.

La sentencia del Comité de Disciplina contra Luis Suárez está basada en procedimientos arbitrarios, injustos y turbios. Estos procedimientos y criterios de doble rasero quedan bajo la sospecha de corrupción política y económica que ensombrecen a la FIFA desde hace mucho tiempo, pero no son muy diferentes de los que se pueden observar a escala continental y local.

Quizás sea un buen momento para tener presente que las expectativas y nobles sentimientos que depositamos los uruguayos en el fútbol, están en manos de gente que procede de una manera sospechosa y arbitraria, y que no tienen como principal objetivo alcanzar la gloria sino la caja. Como es arriba es abajo.