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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

El aumento del boleto en Montevideo: todo lo peor junto

Cuando el actual Intendente, Daniel Martínez, asumió su cargo en julio de 2015 el boleto urbano costaba $24, un año y medio después en marzo de 2017 cuesta $33.

13.03.2017 14:03

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2017-03-13T14:03:00-03:00
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Es decir un 37.5% de aumento en el período considerado. En el mismo período el índice de precios al consumo aumentó 13.48%, casi el triple del aumento del costo de vida. No debe haber ningún otro producto o servicio que haya aumentado tanto en el tiempo considerado.

Un verdadero escándalo porque, además afecta a los ciudadanos de menores recursos, a los que no tienen otro medio de transporte, a los que están presos para utilizar un transporte colectivo. A los trabajadores más débiles, a los que se supone que un gobierno de izquierda debe priorizar o proteger.

Un verdadero escándalo porque aumenta como si fuera un servicio de excelencia, pero todos sabemos que es de muy mala calidad, que no cumple con precisión los horarios, que se desplaza a un ritmo extremadamente lento. Un servicio en el que la gente viaja apretada, muchas veces hacinada, sin el más mínimo confort.

Un verdadero escándalo porque se engañó a la gente al prometer en campaña electoral todo lo contrario, anunciando que haciendo los estudios técnicos correspondientes, seguramente no sólo no aumentaría sino que bajaría el precio.

Un verdadero escándalo que después, todavía, hayamos tenido que escuchar al ex candidato, ahora Intendente, calificar de "tontería" el haber prometido eso en campaña. Insólita "tomadura de pelo" a la gente que lo votó pensando que cumpliría con su promesa. Ciertamente, lo que no es ninguna tontería es el precio actual del boleto. Ahora resulta que es simplemente una tontería incumplir las promesas electorales. Todo muy grave.

Un verdadero escándalo es que se tome la medida de aumentar el boleto porque descendió la venta. No resiste el mínimo análisis económico que se resuelva aumentar significativamente el precio de un servicio porque se redujo la demanda. ¿No se dan cuenta que con estas decisiones lo más probable es que se reduzca aún más la venta?

¿No se dan cuenta que con el precio de dos boletos se paga un litro y pico de combustible para andar en moto o en auto? ¿No se dan cuenta que con esta nueva realidad los que quedan cada vez más presos son sólo los más pobres y débiles de nuestra sociedad?

Pero, además, la única solución es trasladar todos los costos al pasajero, nada de distribuir los costos entre quienes forman parte de la oferta del servicio. Por favor, ni se afectan los trabajadores, ni los márgenes de las empresas de transporte colectivo. Que pague el usuario que está preso y no tiene alternativa. Una verdadera vergüenza.

Pero el colmo de todo este episodio es que, además, tengamos que escuchar cómo dentro del Frente Amplio ahora salen a desmarcarse varios sectores y dirigentes, cuestionando un aumento que fue decidido por el gobierno de su propio partido. Otra vez jugando a ser gobierno y oposición a la vez, con el agravante de que el Director del área en que se produce esta decisión pertenece a uno de los sectores que ha salido a desmarcarse. Es todo muy vergonzoso.

Es el colmo del doble discurso que mientras el Intendente pega una nueva estocada a los bolsillos de los más débiles, salgan sectores de su propio partido a criticar como si no tuvieran nada que ver con esas decisiones.

Por supuesto, en la agenda del gobierno departamental no hay nada previsto sobre analizar o proponer una reestructura de un sistema de transporte colectivo que es pésimo, lento, sucio e inadecuado. Nada de exigir cambios a las empresas de transporte colectivo que son corresponsables de esa situación. Nada de discutir la relación existente entre la estructura de costos y la calidad y oportunidad del servicio.

Nada de nada. Sólo se han instrumentado corredores urbanos que tienen la peculiaridad única en el mundo de generar mayor enlentecimiento del flujo de transporte. ¡Qué papelón!

Y no pasa nada. Porque la gente parece que banca. La pregunta que corresponde hacer es ¿hasta cuándo la gente seguirá soportando tanta ineptitud, tanto doble discurso, tantas promesas incumplidas? El tiempo dirá.