Contenido creado por Seguridad_Administrador
Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Educación: cambio que no cambia nada

A fines de la semana pasada se anunció que el Presidente del Consejo de Secundaria, Prof. Juan Pedro Tinetto, sería sustituido en su cargo.

15.01.2014 07:50

Lectura: 4'

2014-01-15T07:50:00-03:00
Compartir en

La noticia no fue muy sorprendente puesto que unos meses atrás se había difundido en los medios que el Presidente de la República había reclamado su renuncia. Sin embargo, paradójicamente, fue el mismo presidente el que se manifestó sorprendido por la decisión, agregando el poco creíble anuncio de que él no estaba informado de la referida sustitución.

Dejemos de lado estas declaraciones que no hacen otra cosa que aumentar los niveles de perplejidad que nos genera la ausencia total de coherencia y articulación en las decisiones del actual gobierno; lo cierto es que más allá del entusiasmo, energía y vitalidad que ha demostrado la nueva Presidenta de Secundaria, Prof. Celsa Puente, la posibilidad de un cambio en la educación de nuestro país no resulta creíble.

En efecto, no se trata de un problema de cambio de nombres. De hecho en lo que va del actual período de gobierno es el quinto cambio de personas que se produce en la conducción de la educación y, sin embargo, la inercia del deterioro creciente sigue siendo la tónica del actual período. No se termina de entender que es necesaria una profunda reforma educativa que abarque simultáneamente todas las dimensiones y niveles del sistema: (a) su infraestructura, (b) su conducción política, (c) su modelo de gestión a nivel de los centros educativos, (d) la reforma y actualización de los contenidos educativos y (e) la reestructura del diseño curricular.

Sin embargo, el actual gobierno ha preferido "no hacer olas" y convertir el anuncio inicial de que la educación sería su primera prioridad en la inercia que lo único que hace es agudizar la catástrofe.

Dos acuerdos educativos se firmaron en lo que va del actual período de gobierno por parte de los cuatro partidos con representación parlamentaria; el primero en agosto de 2010 y el segundo en febrero de 2012. Una buena parte de lo que allí se firmó fue incumplido, porque el gobierno prefirió no generar conflicto con ciertos sectores del sistema educativo que se han opuesto en forma recurrente a todo cambio posible, una y otra vez. La ausencia de decisión y de voluntad política para impulsar un verdadero y profundo cambio, es la causante de que ya en lo que queda de este período de gobierno, no sea posible pensar en la viabilidad de una transformación educativa.

Fue el gobierno actual el que eligió el camino de una continuidad mediocre. Esto no cambia con una mera sustitución de personas, por más que la nueva jerarca tenga las mejores intenciones y el mayor entusiasmo.

Hay que impulsar una reforma educativa que es ineludible, imprescindible y urgente si queremos que nuestro país tenga un futuro positivo. La crisis de integración social que afecta y golpea a nuestra sociedad es, fundamentalmente, un reflejo directo de la decadencia de nuestra educación. No es pensable un proceso de desarrollo nacional si no logramos recuperar la calidad de nuestra educación.

También es necesario e imprescindible para lograr el cambio educativo la puesta en marcha de una auténtica política de Estado, lo que implica un entendimiento plural que abarque a todos los actores políticos y sociales. Lo que ocurre es que este tipo de iniciativa, ahora enunciada por varios de los candidatos presidenciales, suena ante los oídos de la ciudadanía como "el cuento del pastor mentiroso", en la medida que no es creíble reivindicar el mismo camino que muy recientemente ha fracasado en dos oportunidades.

Sin embargo, no hay duda que la transformación educativa, gane quien gane a fines de este año, deberá ser el tema número uno de la agenda del próximo gobierno, y también resulta ineludible que, gane quien gane, el que tenga la responsabilidad de ejercer el gobierno deberá convocar a todos para lograr un acuerdo suficientemente amplio, abarcativo y potente que permita revertir la gravísima tendencia actual.

En tal sentido, es atendible y novedosa la iniciativa lanzada a la opinión pública por nuestro compañero, Gonzalo Pérez del Castillo, señalando la posibilidad de que este procesos de acuerdos educativos imprescindibles cuenten con el apoyo y asesoramiento de algún actor internacional que ayude a destrabar los obstáculos y evitar que los prejuicios recíprocos y los recurrentes "palos en la rueda" que han impedido cambiar la educación uruguaya, no vuelvan a predominar sobre la urgente necesidad de cambio.

Mientras tanto, las decisiones puntuales que implican meros cambios de nombres, si no están acompañadas de decisiones estratégicas de largo aliento y de compromisos sustanciales de transformación, no permiten esperar más que una continuidad desalentadora.