Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Disciplina

Disciplina

15.02.2012

Lectura: 3'

2012-02-15T07:28:55-03:00
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La polémica desatada por la decisión de Luis Suárez de negarle el saludo a Patrice Evra está dando la vuelta al mundo y no va a detenerse fácilmente. El secretario británico de Cultura, Jeremy Hunt, dijo que la actitud de Suárez fue "increíblemente deprimente" y el primer ministro David Cameron anunció el mismo día del partido que realizará una cumbre en Downing Street sobre la discriminación en el deporte.

No hace tanto (quizás dos o tres décadas) los súbditos británicos gastaban algunas bromas pesadas a los jugadores negros, como arrojarles bananas o hacer ruido de monos cuando recibían la pelota. La discriminación de los hooligans tenía su correlato en la de los dirigentes de los clubes ingleses, que aprovechaban para pagar salarios más bajos a los jugadores negros, y eso cuando no se negaban a contratarlos.

La Europa continental registra acciones racistas en el fútbol en tiempos mucho más recientes. En el año 2009 y luego de que el juvenil italiano Mario Balotelli fuera recibido por los tifossi con un cartel que decía "no hay italianos negros", el director técnico de la squadra azzurra, Marcello Lippi, aseguraba que en el fútbol de su país no había casos de racismo. Cinco años antes, el entonces entrenador de España, Luis Aragonés, se despachó con un "negro de m…" contra el crack francés Thierry Henry, sin que sufriera reprimenda alguna ni nadie pidiera su dimisión.

El deporte ha sido siempre un escenario en el que se midieron sentimientos colectivos extremadamente complicados, referidos al valor, el coraje, el disciplinamiento y la etnicidad. Cuando los griegos convocaban a sus atletas, sabían que se trataba de juegos panhelénicos, de los que participaban los ciudadanos de las diversas ciudades estado y que todo aquello tenía mucho que ver con su unidad cultural y étnica. En la sociedad romana, el Ludus Gladiatorus (o "escuela de gladiadores") tenía como función tanto el entrenamiento como la vigilancia de los luchadores durante todo el día.

Podrá argumentarse en defensa de Suárez que el episodio está teñido por la hipocresía y la mala conciencia de la sociedad inglesa, pero eso no alcanza a resolver el fondo del problema. Como en Roma, los futbolistas de elite están sometidos a la vigilancia permanente de la sociedad a través de la televisión. De hecho, este episodio no habría tenido tanta repercusión si no hubiera llegado a millones de televidentes de todo el planeta. Nos guste o no, el fútbol forma parte del mundo del espectáculo televisivo y los jugadores que quieran prosperar sin hacerse tanta mala sangre como Suárez, más vale que aprendan los códigos del negocio.

Ya no alcanza con pegarle bien a un balón en movimiento y evitar las tentaciones de la noche. Las reglas imponen expresiones de cortesía y de respeto por el oponente y el público. El gran espectáculo global se desarrolla en una sociedad cargada de discriminación, explotación, violencia y groseras injusticias, pero no admite conductas díscolas. Al menos no de estrellas provenientes de países como Uruguay.