Contenido creado por Gerardo Carrasco
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Debates

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La campaña electoral en curso muestra hasta qué punto el discurso político puede ser sustituido por la propaganda y el marketing.

27.08.2014

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2014-08-27T10:07:00-03:00
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La campaña electoral en curso muestra hasta qué punto el discurso político puede ser sustituido por la propaganda y el marketing. Nada malo habría si estas herramientas de comunicación, propias de la sociedad de masas, no sustituyeran a la narrativa política. Hasta ahora, casi todo parece limitarse a una guerra de imágenes sin relato ni historia, salvo la que se utiliza para lanzar al rostro del adversario de manera casi siempre parcial y antojadiza.

En estos discursos de diseño, un debate televisivo en vivo entre los principales candidatos podría ayudar a los votantes a elegir, especialmente a aquellos que se encuentran más lejos de la política. Incluso podríamos ver a los aspirantes enfrentados a cierta dosis de riesgo e imprevistos, mientras observamos detalles más sutiles de su semblante.

Alan Schroeder, profesor de periodismo en la Northeastern University de Estados Unidos, estudió los debates presidenciales de los últimos cincuenta años y llegó a ciertas conclusiones, que podrían alimentar la polémica nacional sobre el tema.

Schroeder identificó algunas limitaciones en este formato, como el predominio de la forma sobre la sustancia, la tendencia a la simplificación de las exposiciones y más que eso, cierta incongruencia entre las habilidades que permiten triunfar en un debate televisivo y las que se requieren para ser un buen gobernante.

Estas habilidades pueden incluso ser antagónicas: mientras el candidato debatiente se beneficiará de su capacidad de retener sus ideas-fuerza y su rapidez para responder, un presidente que dé la talla debe saber manejar tiempos largos, cambiar sobre la marcha y escuchar con empatía a sus opositores.

Sin embargo, estos programas tienen, allí donde se realizan con regularidad, cierta "aura de virtud cívica" y resultan especialmente útiles para los indecisos. Según Schroeder, los votantes más alejados del discurso político son capaces de referirse a las posiciones e ideas expuestas por los candidatos después de verlos debatir.

Finalmente, el investigador señala que el debate es la única pieza de la campaña no contaminada por el dinero, ya que nadie puede comprar un mejor rendimiento.

El "debate sobre el debate" que se instaló en Uruguay a raíz de la negativa de Tabaré Vázquez de comparecer ante sus adversarios, ha sacado a flote las más atrabiliarias consideraciones sobre este formato, de uso extendido en las democracias de todo el mundo. Quien desnudó la verdad sobre el asunto fue el presidente Mujica, al vincularlo a un cálculo de táctica y estrategia, cuyo resultado depende del lugar que se ocupe en las preferencias ciudadanas. De ser así, no habría que descartar que el candidato oficialista cambie su decisión de no debatir si sus chances de ganar se siguen viendo amenazadas.

En definitiva, la ciudadanía uruguaya seguirá esperando la evolución de las encuestas para saber si habrá debate y si podrá contar con ese insumo para terminar de decidirse, o quedará expuesta a lo que quieran transmitirle los expertos en marketing.