Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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Contra Astori: sincronizando los relojes

Contra Astori: sincronizando los relojes

16.04.2013

Lectura: 13'

2013-04-16T08:58:45-03:00
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Con una sincronización impecable el domingo 7 de abril un político de primer nivel, nada menos que el ex presidente Luis Alberto Lacalle en su columna editorial del diario El País escribió sobre “El factor Astori” y dos días después Adolfo Garcé dispara desde El Observador su imparcial columna “¿Hacia el fin de la astoridependencia?”.

En cuanto al argumento central, hay una total coincidencia, el enfoque tiene matices pero apuntan hacia el mismo lugar: debilitar y ocluir si fuera posible una de las puertas principales de crecimiento del Frente Amplio y si eso no se logra debilitar el próximo gobierno del FA.

Me olvidaba de un detalle, en medio de estas columnas de opinión, El País también informó que Danilo Astori sería el próximo canciller de un nuevo gobierno del Frente Amplio. Otra buena manera de expresar los deseos de sacárselo de encima, a como de lugar. Ya habían vaticinado “desinteresadamente” durante la campaña por las elecciones internas que en caso de perder Astori se iría a un organismo internacional. Los hechos son concluyentes.

Ambos autores no están hablando solo de una de las tres principales figuras del Frente Amplio, que tiene además un alto nivel de apoyo ciudadano y que incluso se ha reforzado según las últimas encuestas, tanto en el nivel de apoyo de la ciudadanía en general como de los votantes frentamplistas, están apuntando sus baterías hacia el conjunto del Frente.

Es notorio que Astori lidera uno de los principales sectores que integran el FA, el Frente Líber Seregni, pero es también notorio que por su papel antes del triunfo del FA en el 2004, pero sobre todo por los resultados de la política económica y social al frente del ministerio de Economía y Finanzas (2005-2008) y como vicepresidente, en su papel institucional y de respaldo al presidente de la República, pero también de independencia de criterio, se ha ganado el lugar que ocupa en el escenario nacional.

En realidad, encuestas a la mano, creo que el papel que se ha ganado Astori en la opinión pública, es mucho más por su papel en la vida concreta de la gente, de los que viven de su trabajo y los que aportan al crecimiento económico y social del país. Es que la seguridad, la claridad en el rumbo para cualquier figura política es un capital, sobre todo si eso se transforma en realidades palpables, comibles, vestibles y pensables.

Cuando una persona ocupa cargos y responsabilidades durante dos gobiernos, es evidente que si es por lejos y, muy por encima de cualquiera de los dirigentes opositores,  uno de los tres líderes mejor posicionados, con más apoyo ciudadano y menor rechazo, el factor principal es su obra y no su discurso. Aunque es notorio también el papel de Astori en la construcción del discurso de la izquierda uruguaya.

Fue con hechos y a partir de resultados muy concretos en la marcha del país y de la calidad de vida de la gente que Astori es un factor clave de la política nacional. Es que con el Frente Amplio y por mérito de sus Presidentes, de todo el gobierno, pero también y de forma específica de la política económica y social,  en el Uruguay se vive mejor, mucho mejor. En serio y no como consigna electoral, que por otro lado la gente ni creyó ni compró. Ver resultados electorales de 1994 del propio Partido Nacional luego de 5 años del gobierno Lacalle. A menos que la gente sea masoquista...

El objetivo manifiesto y sincronizado es debilitar ese factor de coherencia, de seriedad y confianza, de solidez institucional, de asumirse las responsabilidades y de profundo sentido frenteamplista.

El sueño de los sincronizados es enfrentar entre si a los sectores y a los lìderes del FA. Si no lo logran debilitar sus diversas componentes y comprometer su participación en un futuro gobierno, en definitiva reducir el espacio de crecimiento y de acción política del FA.

Miden el mundo y la política desde el concepto de que todo es topografía, o a lo sumo alquimia. Estas sincronizadas señales son útiles, muestran un eje político desde los principales opositores y desde los analistas “independientes”.

Por cierto no deberían ponernos nerviosos, los sacudidos son ellos.


El factor Astori. Luis Alberto Lacalle – El País 7.4.13

El contador Danilo Astori es una figura política de larga actuación. Después de su carrera docente, se incorporó a las filas del Frente Amplio, fuerza política en la que ha ocupado principalísimos cargos tanto electivos como por designación, siendo a la vez el inspirador de una de las tantas corrientes que forman la coalición. En materia de su actuación política se distinguen dos etapas en forma muy nítida. Hasta el 2005 fue legislador de la oposición y a partir de esa fecha, ministro de Economía y actualmente vicepresidente de la República.

Su actuación como legislador opositor se inscribió en la durísima campaña que el Frente Amplio llevó contra los gobiernos del Partido Nacional y Colorado. Se destacó especialmente como el promotor del aumento del gasto público sin financiación, haciéndose eco de todo reclamo sin calibrar lo que podía costarle al erario público. Votó en contra de la ley de puertos, de la ley de empresas públicas y de la desmonopolización de seguros de automóviles. Fue de los legisladores que incorporaron por ley a la condición de funcionarios públicos a los más de mil contratados en la división arquitectura del MTOP y quienes convirtieron en funcionarios públicos a los 400 empleados del parque de vacaciones de UTE. Fue figura principal en interpelaciones a los poderes ejecutivos de los períodos mencionados. Votó todas las Comisiones investigadoras.

Un buen día, con la candidatura presidencial del doctor Vázquez ya instalada, en los Estados Unidos, y nada menos que frente al edificio del FMI, el futuro presidente lo indicó como próximo ministro de Economía si tenía éxito en la elección. Hábil movida del doctor Vázquez que de esa manera atemperó los temores que ciertos sectores tenían acerca de la gestión del Frente Amplio en materia gubernativa. El citado período de gobierno coincidió con la más grande prosperidad que el país haya vivido en el último siglo y a quien le cupo la cómoda tarea de manejar esa riqueza fue al ministro Astori. La gestión de un ministro de Economía —muchas veces tenido como una suerte de primer ministro— no queda circunscripta a lo que se decida exclusivamente en su cartera, pues todas las demás reparticiones estatales pasan por Colonia y Paraguay en procura de recursos, de gastos y de inversión. Puede decirse sin exagerar que fue una gestión de cigarra más que de hormiga, pues el viento a favor alentó la multiplicación del gasto, la incorporación de miles de nuevos funcionarios, la creación de un Fondo de Salud que justamente parece no tener fondo en materia de recursos y demás erogaciones excesivas que conocemos. Sin dejar de mencionar su ya famosa decisión respecto de Pluna que tan terribles consecuencias ha tenido para el país.

En la elección del año 2009, elegido el Sr. José Mujica como candidato, incorporó al contador Astori a la fórmula usándolo nuevamente como factor de moderación y estabilidad ante las interrogantes que planteaba el hoy primer mandatario. Se indicó enfáticamente que el vicepresidente no solamente ejercería las competencias de su cargo, sino que tendría una suerte de supervisión sobre la conducción económica, todo ello muy positivo en la presentación preelectoral, pero siempre se cumple aquello de que segundas partes nunca fueron buenas. Notoriamente el contador Astori nunca se sintió cómodo junto a su presidente.

Comenzado el gobierno fueron y son notorios los desencuentros en temas centrales como el tributario, el cambiario y la política comercial. Su posición política y personal ha sido de permanente conflicto interno. Ello no ha obstado a que tanto el contador como sus seguidores hayan formado fila detrás de la línea del presidente Mujica. Siempre votaron disciplinadamente, quejándose y discrepando pero nunca faltaron a la hora de las manos levantadas.

Esta reflexión viene a cuento posteriormente a la lectura de un reportaje al vicepresidente publicado en El País el domingo 24 de marzo. Con todo respeto podríamos titular un poco en broma y un poco en serio dicha nota como “Yo no fui”. Si alguien lo lee fuera de nuestro país puede interpretar que se trata de un importante político que, o comienza su gestión, o poco tiene que ver con la que se desarrolla. Habla de mejorar las empresas públicas y de que el gobierno ha perdido capacidad para observar sus gastos, como si no hubiera sido durante siete años el eje central de la conducción económica dotado de la confianza presidencial y disfrutando de mayoría absoluta en el Parlamento. También, como mirándolo de afuera, afirma que la próxima rendición de cuentas debe apuntar a que no aumente la proporción del gasto. Muy pronto veremos su peso en ese tipo de decisión. Apunta luego también, como si fuera espectador, a que debe disminuirse la carga tributaria de la sociedad en su conjunto, de que la misma debe ser equitativa y de que no deben proliferar los impuestos. Puede tratarse de sinceridad siempre que se refleje en actos concretos. Puede tratarse de la preparación de una nueva utilización del factor Astori en la próxima elección.

 

¿Hacia el fin de la astoridependencia?. Adolfo Garcé – El Observador   10-4-12

El mapa del poder dentro del Frente Amplio (FA) está llamado a experimentar cambios importantes en los próximos años. Por un lado, el árbol más frondoso, el del MPP, cruje, se tambalea, y amenaza con desplomarse el año próximo. Por el otro, hay buenas razones para pensar que tenderá a reducirse un poco más el poder político del astorismo. Me gustaría, en lo que sigue, justificar esta segunda aseveración.

Hace más de dos décadas que no es posible hablar del FA sin examinar con cuidado la cambiante curva del poder político de Danilo Astori. Aclamado por las bases frenteamplistas saltó, en 1989, como impulsado por un resorte, desde el sillón del decanato de la Facultad de Ciencias Económicas a la can didatura a la vicepresidencia del FA. En esa misma elección ingresó al Senado y se convirtió en el candidato natural a la sucesión de Líber Seregni.

La inesperada irrupción del liderazgo de Tabaré Vázquez frustró este desenlace. En apenas seis años y tres movimientos, Vázquez le dio jaque. Primero, a partir de 1990, construyó una imagen de gobernante moderno y pragmático en la IMM. Luego, entre 1993 y 1994, en torno a su candidatura presidencial, apuró la creación del Encuentro Progresista. Finalmente, en 1995 y 1996, pronunciándose en contra de la propuesta de reforma de la Constitución, liquidó de una sola estocada al líder en trámite de retiro (Seregni) y a su sucesor favorito (Astori).

La curva del poder político de Astori tuvo una inflexión decisiva en julio de 2004. Para asegurar la victoria electoral, y probablemente admitiendo en su fuero íntimo que solamente su viejo rival tenía un libreto de gobierno confiable, Vázquez anunció que sería su ministro de Economía. Durante su presidencia, el poder político de Astori fue extraordinario. Además de liderar el MEF ofició, de hecho, como primer ministro. Aunque no pudo hacer todo lo que quería (su frustración más resonante fue el TLC con EEUU) no se hizo nada importante que él y su equipo no quisieran.

Durante la presidencia de Mujica el astorismo siguió siendo un actor clave, pero su poder disminuyó. En general, los astoristas mantuvieron el control de la política económica (desde el MEF y el BCU), pero Mujica logró desafiarlos organizando un staff paralelo en la OPP. Algunos ministerios, además, empezaron a expresar visiones (y tomar decisiones) alejadas del enfoque predominante. Me parece evidente, en particular, que en el Ministerio de Industria (y en algunos de los entes que integran su órbita de influencia, como ANCAP y ANTEL) se cultiva una visión del desarrollo económico sustancialmente distinta al "neoinstitucionalismo" astorista.

Muchos parecen pensar que el regreso de Tabaré Vázquez traerá consigo la restauración de la hegemonía astorista. Pienso exactamente al revés. Vázquez ya no depende de Astori ni para ganar ni para gobernar. Lo precisó, en primer lugar, para ganar. En el año 2004, para una parte importante de la opinión pública, el candidato del FA era el "radical", el "populista", el "irresponsable", el "opositor sistemático". Mientras tanto, Astori era visto como el "moderado", el "moderno", el "razonable", el líder "capaz de tener diálogo con los partidos tradicionales". Después de haber gobernado cinco años junto a Danilo Astori, de haberlo respaldado durante toda su gestión y de intentar ungirlo en su sucesor, la imagen de Vázquez ante la opinión pública cambió sustancialmente. Vázquez, que supo ser durante una década (entre 1995 y 2004) un líder perfectamente izquierdista, se convirtió pública y notoriamente en un presidente centrista. El corolario de esto es muy relevante: cuando quiera volver ya no precisará a Astori como "carta de presentación" ante el empresariado y los electores centristas.

Vázquez precisó a Astori, en segundo lugar, para gobernar. Astori tenía un libreto claro, moderno y confiable, sostenido por buena parte de los economistas más prestigiosos del FA. Ya no es tan evidente como antes, en particular después de la cadena de decisiones en torno a Pluna, que el recurso al astorismo asegure buenos resultados. Mientras tanto, al interior del FA viene cobrando fuerza y recuperando prestigio otro paradigma, emparentado con el pensamiento de la "nueva" Cepal. Me pregunto hasta qué punto el expresidente precisará acudir otra vez al catálogo astorista, que pone el énfasis en la estabilidad de las "reglas de juego". Sospecho que tiene más para ganar instalando la última versión del software desarrollista, es decir, adoptando el discurso del "cambio estructural para la igualdad". Hasta ahora, a pesar de no ser (ni en 2004 ni en 2009) la fracción más votada del FA, el astorismo logró tener una influencia decisiva en las políticas públicas de los sucesivos gobiernos frenteamplistas. Primero Vázquez y después Mujica recurrieron a él, primero para ganar y luego para gobernar. Si mi interpretación es correcta ese tiempo está llegando a su fin. El poder político del astorismo, que disminuyó leve pero significativamente a partir de 2010, volverá a reducirse. Vázquez ya no es astoridependiente. Como nunca antes, el peso político futuro de Astori y su gente, dependerá, en esencia, del tamaño de su propia bancada parlamentaria.

Por Adolfo Garcé - es doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Udelar - adolfogarce@gmail.com