Contenido creado por Inés Nogueiras
Cybertario

Conductas

Conductas

La eliminación de la selección del campeonato mundial, el affaire Suárez y el exabrupto de Mujica contra la FIFA, invitan a reflexionar sobre los valores que están en juego detrás de los resultados deportivos.

02.07.2014

Lectura: 3'

2014-07-02T09:32:00-03:00
Compartir en

El fútbol de alta competencia no deja de ser un escenario pasible de transmitir valores morales y generar reflexión sobre procedimientos y comportamientos por constituir un formidable negocio.

El respaldo popular y gubernamental a Luis Suárez no debería hacernos olvidar que su conducta es inaceptable, dentro o fuera de la cancha. De hecho, lo que motivó la solidaridad con el delantero no fue la aceptación de su proceder sino la desproporción de la pena y la inequidad con la que fue tratado. Esta injusticia derivó en dos reacciones que, siendo unívocas en su fondo, fueron diametralmente opuestas en su forma.

El técnico Tabárez pudo haber ido más lejos en su tesis sobre Suárez como un "chivo expiatorio" de la FIFA. En rigor, la antigua práctica de depositar los pecados en un animal que luego sería sacrificado, tenía por propósito la expiación de las culpas de la comunidad. Desde esta perspectiva, bien puede decirse que la FIFA sobreactuó su repudio a la conducta del goleador para dar una pátina de moralidad a una organización sobre cuya ética se tienen fundadas sospechas.

Ante esta situación, Tabárez se rebeló frente a lo que consideró una injusticia sin entrar en el agravio. Más que eso, renunció a un cargo al que accedió por sus méritos como testimonio de solidaridad y protesta. La distancia que hay entre la reacción del técnico celeste y la de Mujica es enorme y expresa la que existe entre la respuesta no violenta (exponer la iniquidad del victimario sacrificando algo a lo que se tiene derecho) y la violenta, que no otra cosa es el insulto.

La respuesta violenta frente a la injusticia suele ser doblemente inadecuada: debilita la causa que dice defender, introduciendo una conducta éticamente censurable, y victimiza al agresor. Nótese cómo, teniendo razones personales mucho más fuertes que las del presidente, tanto Tabárez como los jugadores optaron por aceptar la derrota con hidalguía y sin violar las reglas. Alcanza con imaginar qué habría pasado si el plantel hubiera expresado su indignación en el partido ante Colombia al estilo Mujica (entre insultos, agravios y patadas), a quién habrían perjudicado yquién habría sido el beneficiario.

"No siempre se gana" dijo Alberto Pan, el médico de la selección, entre los vítores de la multitud que fue al aeropuerto a esperar a un plantel eliminado. A pocos metros de allí, el ciudadano que ocupa la Presidencia de la República daba la señal contraria. Es que Mujica no termina de aprender que las formas hacen al fondo y dicen mucho sobre los valores que las inspiran.

No por obvias, las palabras de Pan dejan de merecer una reflexión: cuando mucha gente comienza a comprender que la derrota deportiva es una contingencia y que, aprendida correctamente la lección, puede ser el germen de futuras victorias, es porque algo verdaderamente significativo está ocurriendo.