Los procesos electorales le dan tal relevancia, y sobre todo tal visibilidad, a los resultados de las encuestas, que cada encuestadora releva sistemáticamente los pronósticos de sus colegas, puliendo meticulosamente cada cifra y produciendo colectivamente lo que se conoce como “efecto rebaño” (ver nota). Cuanto más importante y competitiva la elección, más fuerte es la correlación entre los resultados que las encuestadoras publican, más unido está el rebaño.

Cuando nos alejamos del proceso electoral y comienzan las encuestas sobre temas que jamás tendrán una constatación efectiva, las encuestadoras bajan un poco la guardia, el pulido es más suave y los resultados publicados empiezan a ser más distintos entre sí.

En estos días pasó uno de esos raros casos en que se distraen completamente y salen a luz resultados que muestran la realidad con toda su crudeza, dejando a la luz la verdadera capacidad de medición de la opinión pública con que cuentan sus metodologías de recolección y procesamiento de datos.


Aprobación de la gestión del presidente Tabaré Vázquez


Como el hombre es un animal explicativo, nuestro cerebro dispara inmediatamente explicaciones sobre un posible significado para diferencias de tanta cuantía, una posible causa para la discrepancia e inclusive una supuesta intencionalidad interesada, todas plausibles y creíbles para el que quiera hacerlo.

Allá el cerebro con su condena al “explicacionismo”.

Lo importante, lo que no necesita interpretación porque está a la vista, es que ésta y no otra mejor es la precisión real de la herramienta de medición encuesta. Que cuando los resultados están todos pegados en un rango que no llega a un punto porcentual lo que estamos viendo no es el resultado de una encuesta, sino la opinión pulida y premeditada de quienes interpretan las encuestas, aquellos que por algún motivo creen que no estamos preparados o no somos lo suficientemente educados como para recibir la encuesta de verdad.


Muchas gracias a @agusz3 que tiró la primera piedra.