Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

Compañeros

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15.05.2013

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2013-05-15T07:40:19-03:00
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El país asistió durante el pasado fin de semana a dos declaraciones políticas de destacados actores, que igualaron en intolerancia y manipulación a dos presuntos antagonistas.

Por un lado, el Plenario Nacional del Frente Amplio aprobó una serie de
definiciones entre las que define su enfrentamiento a un “bloque conservador” (que tiene una “alianza estratégica” para desplazarlo del poder) y su apoyo al “compañero Nicolás Maduro”, cuyo triunfo celebra,  contra la “peligrosa estrategia” de la “derecha venezolana”.

Por otro, el senador colorado Pedro Bordaberry se despachó con una columna de en el diario Cambio de Salto (que reiteró en Radio Rural) en la que confrontaba dos supuestos modelos de país: el de su partido (representado ciudadanos honestos, laboriosos, estudiosos, innovadores  y amantes de la vida en familia) y el del Frente Amplio, caracterizado por su respaldo a un conjunto de viciosos e indolentes, “personas que no trabajan”, aprovechan la noche para robar y se pasan “pensando en la pasta base”,  inducidos por el gobierno a jugar a la computadora y mirar televisión.

El plenario del Frente Amplio soslaya en su declaración que la oposición venezolana es mucho más que “la derecha venezolana”. No sólo expresa la opinión de la mitad del país sino que entre sus filas se encuentra miles de socialistas, socialdemócratas y democristianos, al igual que entre las del Frente Amplio. Algunos de ellos visitaron nuestro país la semana pasada. El oficialismo no aceptó siquiera recibirlos para escuchar de su boca por qué están convencidos de que Maduro es un presidente ilegítimo.

El senador Bordaberry, un hombre inteligente, culto y de pluma sutil, parece querer convertirse en la voz de una derecha maniquea e izquierdofóbica. La línea argumental de sus dichos y buena parte de sus ejemplos, no se escuchaban en el debate político nacional desde los tiempos de “Disculpe” y la campaña electoral de 1971.

Las similitudes entre ambos discursos son tales que bien podrían sugerir que se trata de compañeros de ruta más que de antagonistas. Por lo visto, tanto la mayoría del oficialismo como el principal dirigente colorado necesitan plantearnos un escenario altamente confrontativo, en el que el adversario es desfigurado y descalificado.

El otro bando, seguramente mayoritario, permanece en silencio. Está integrado por gente de “derecha”, “centro” e “izquierda” (cualquier cosa que esto quiera decir), progresistas y conservadores de todos los partidos que luchan por sus ideas en un marco de tolerancia y moderación. Pero el silencio es sólo aparente. Los silenciosos están observando y guardando en su memoria estas conductas para el tiempo en el que tenga que decidir.

Distinto es el caso de los dirigentes que callan su voz ante las manifestaciones de sus correligionarios. Ellos tiene una responsabilidad que no pueden eludir. El discurso confrontativo no es inocuo y si este va a ser el tono que predominará durante la próxima campaña electoral, los moderados no podemos esperar nada bueno.