Por Gerardo Sotelo"/>
Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

El Estado Niñera ataca otra vez

CYBERTARIO

La vocación maternal del Estado no tiene límites. Ahora se cierne sobre aquellos comerciantes que pretenden atentar contra nuestro dinero con promociones, sorteos y otras formas del engaño. Como el Ministerio de Economía no puede demostrar que haya malevolencia en todos los casos, el proyecto de ley que prohibirá las promociones comerciales tiene como excusa "corregir las distorsiones al consumo".

Por Gerardo Sotelo

02.08.2006

Lectura: 4'

2006-08-02T00:00:00-03:00
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Los funcionarios ministeriales descubrieron que existen "promociones de diversas empresas que entregan premios en dinero en los medios de comunicación, como ganchos publicitarios para aumentar la venta de una marca o producto". ¿Se puede imaginar mayor sagacidad? Por fortuna, el personal del Ministerio de Economía está allí para cuidarnos. Es cierto que suelen entrar a lo bruto en nuestras decisiones económicas pero lo hacen porque están imbuidos de un fin altruista y poseen una perspicacia e inteligencia mayores a las de cualquier ciudadano común. ¿Cómo no agradecerle?

Después de todo, el proyecto no prohibirá totalmente estas engañifas. Como son personas consideradas, decidieron tolerar las promociones que no entreguen premios "en dinero" o cuyo premio no supere cuatro veces el valor de lo que se promociona. Vaya uno a saber cómo, llegaron a la conclusión que el premio se vuelve espurio si supera ese umbral, pero si está por debajo, ya no se trata de una trampa sino de una oferta razonable. No se aflija; la historia de las restricciones a la libertad de comercio está llena de cifras arbitrarias, pero en algún lugar hay que poner el límite.

Además, y como quien no quiere la cosa, podemos tener un Nobel de Economía en ciernes. Es que la idea de que hay premios que no son en dinero (un viaje a Europa, un auto cero KM, etc.) es auténticamente revolucionaria. Usted en su ignorancia dirá que, de salir favorecido en el sorteo, puede vender el auto al mejor postor o cambiar el viaje a Europa por dos pasajes a Buenos Aires en la Cacciola y guardarse el vuelto. También puede ocurrir que quiera regalar un electrodoméstico a su tía Eduviges y lo haga con los puntos de la tarjeta del supermercado en vez de quemar sus pocos fabinis. Usted pensará que, en todos esos casos, cualquier medio de pago da lo mismo porque igualmente tendrá un valor "en dinero". Su sentido común puede llenarlo de preguntas sin respuesta, así que mejor entréguese a los técnicos ministeriales que ellos velarán por su felicidad.

Es cierto que los atropellos contra la libertad económica suelen inspirarse en causas nobles y generar daños mayores a los que procuraba evitar, pero algún precio hay que pagar por este servicio de guardería financiera. ¿O me va a decir que Usted ya se había dado cuenta que las promociones buscaban vender más? Acaso hasta desprecie las promociones y decida su compra según la relación entre costo y beneficio, o sea de esas personas que buscan la oferta, o de las que sólo compran por la marca cualquiera sea el precio, tenga o no promoción. ¿Cómo? ¿Que decide en cada caso lo que le conviene más? Usted debe tener un postgrado en Economía doméstica. ¿Que su abuela también lo hacía y apenas había terminado primaria? La nonna tendría algún don especial o algo así.

Tal vez Usted sólo pretenda que lo traten como a un ciudadano, o al menos como a un adulto, puesto que el dinero es suyo, bastante le cuesta ganarlo y nadie va a resolver mejor que Usted en qué gastarlo. Incluso si decide coleccionar bolsas de leche o etiquetas de agua mineral. ¡Vaya arrogancia! Para algo hay economistas rentados por el Estado, capaces de mirar más allá, de anticiparse a cualquier acontecimiento y determinar por dónde va el mundo de las inversiones, los negocios y las finanzas. Bueno, al menos lo intentan, y como además les sobra el tiempo, lo dedican generosamente a elaborar proyectos de ley que protegen su dinero de comerciantes inescrupulosos. ¿Qué más podemos pedirle? ¿Humildad? ¿Respeto? ¿Libertad? Ya lo dijo Lenin: ¿Libertad, para qué?