Contenido creado por Gastón Fernández Castro
Cybertario

L.Q.Q.D.(*)

CYBERTARIO

Finalmente, el gobierno uruguayo negoció con Argentina sin que se levantaran los piquetes y pidió a las empresas de celulosa que suspendan las obras; todo lo contrario a lo que sostuvo durante meses. El acuerdo sembró el desconcierto y selló un par de semanas en las que el presidente Vázquez cometió sus más graves errores desde que está en el cargo.

Por Gerardo Sotelo

15.03.2006

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2006-03-15T00:00:00-03:00
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Primero mandó a su ministro de Deportes a presionar a Eugenio Figueredo para que no se presentara a la reelección como presidente de la AUF. El ministro Lescano llegó a decir que el fútbol debía acompañar "los cambios políticos" que vivía el país, una línea argumental muy peligrosa para el sistema democrático. ¿Por qué no pedirle lo mismo a la Cámara de Industrias, a la Iglesia Católica, o al Club de Pesca Noa Noa? ¿Por qué no encolumnar con similares presiones a toda la sociedad civil?

De ser válida la argumentación oficial, tenían razón los operadores colorados que vetaron la candidatura de Vázquez como titular de la AUF por ser de izquierda, durante la primera presidencia de Sanguinetti. Finalmente, Vázquez debió dar marcha atrás y dejó mal parado a Lescano, uno de sus ministros más afines. Pero eso era sólo el comienzo.

Pocas horas antes de partir hacia Santiago, los periodistas le preguntaron a Vázquez sobre su decisión de disolver las cámaras en caso de que se despenalizara el aborto, extremo no previsto en la Constitución. El presidente no sólo pretendió negarlo sino que además se despachó con una lección sobre el manejo informativo. Esta vez, quien quedó mal parado fue el vicepresidente de la República, Rodolfo Nin, encargado de trasmitir a la bancada oficialista el ucase presidencial. La partida de Vázquez hacia Chile no pudo ser más oportuna. Lo peor estaba por venir.

El acuerdo anunciado en Santiago dio por tierra con el discurso oficial en el conflicto por las plantas de celulosa. Hasta que puso un pie en el avión, Vázquez había asegurado que no iba a hacer lo que terminó haciendo. En Uruguay nadie entendió nada. Ni los opositores, que le prestaron un monolítico apoyo, ni sus propios ministros y legisladores, quienes no pudieron explicar a qué se debió semejante cambio de opinión.

Hace dos semanas se sostenía en esta columna, contra lo que afirmaba tanto el gobierno como la oposición, que era la existencia de los piquetes, entre otros problemas, lo que nos obligaba a negociar. El semanario forista Correo de los Viernes me dedicó un artículo en el que torció el sentido de una afirmación de Roger Fischer incluida en aquella columna. Para Fischer, se podía y se debía negociar aún cuando la contraparte apelara al terrorismo. Se trataba de un sencillo silogismo que el articulista del Foro no supo comprender: si para el eminente profesor de Harvard era válido negociar aún en circunstancias extremas y el conflicto con Argentina notoriamente no lo es, entonces se puede negociar aunque los piquetes sean ilegales.

Quizás la causa del desacierto esté en suponer que la participación en un proceso de negociación convalida las acciones de la contraparte y en creer que con la razón de nuestro lado podemos imponer condiciones a un adversario más fuerte. Dos apreciaciones falsas que metieron a Tabaré Vázquez (en el peor momento de su gestión presidencial) en un callejón sin salida. Lo que queda demostrado.

(*) L.Q.Q.D. (Lo que queda demostrado) es una expresión que se utiliza en matemáticas luego de demostrar un teorema.