El primero ayudó a desenmascarar las falacias de quienes promovían la intervención estatal y la aceptación de ciertos niveles de inflación con el propósito de generar empleo. El segundo creó un sistema de financiamiento para emprendedores pobres, basado en la solidaridad y la corresponsabilidad. Sin proponérselo, el galardón hermanó dos enfoques de la economía que están destinados a marchar juntos.
El economista estadounidense Edmund S. Phelps refutó el keynesianismo rechazando la idea de que el Estado pueda influir en la economía como si se tratara de un actor común. Pero además, su reflexión ayudó a sepultar la denominada "Curva de Phillips", según la cual una política que procure la estabilidad de los precios termina promoviendo el desempleo, lo que haría necesario cierto nivel de inflación.
Pero si el Estado no debe tener un rol decisivo en la economía y mucho menos operar sobre la inflación cual Frankenstein con su monstruo, so pena de generar mayor inestabilidad y desempleo, ¿quién debería hacerlo? La respuesta es obvia: los particulares, ya sean individuos o empresas, decidiendo con su propio dinero.
A ese escenario de ofertas, demandas, transacciones, privaciones, derroches, triunfos y fracasos, se le conoce con el nombre de "mercado". De ese magma formado por trillones de decisiones económicas surgirán los excedentes que Muhammad Yunus y su Grameen Bank prestarán desinteresadamente.
Nótese que no se trata de filantropía ni caridad (puesto que los destinatarios de los préstamos devuelven el dinero) sino de solidaridad y sentido de la responsabilidad social. Su iniciativa merece el Nobel de la Paz no sólo por poner en manos de los desposeídos la llave de su prosperidad. También nos ayuda a vencer prejuicios sociales e ideológicos sobre cómo mitigar la pobreza y dignificar la vida de los excluidos.
Ya no se trata de apropiarse del dinero ajeno y repartirlo ni tampoco de generar un ejército de manos suplicantes. La novedad de Yunus es que ofrece a la gente un camino hacia la autodeterminación y la libertad.
La diferencia es sustancial con respecto a los modelos asistencialistas tradicionales, proclives al clientelismo, la corrupción y desmanejo. Por lo visto, hasta las personas más pobres tienen un enorme poder en sus manos cuando aúnan la voluntad de progreso y los medios para lograrlo, sin necesidad de sojuzgarse a las dádivas de las elites políticas. Por no hablar de la responsabilidad con la que honran los compromisos asumidos, lo que los lleva a tener niveles de morosidad sensiblemente inferiores a los de sectores más pudientes.
Pero el "banquero de los pobres" puede repartir riqueza porque alguien la generó. El dinero que Yunnus presta solidariamente es parte del excedente de una serie de transacciones económicas, de modo que fue necesario que alguien generara riquezas suficientes y las protegiera de la inflación y el despilfarro estatal, como enseña Phelps.
Como se ve, ambos constituyen dos caras de una misma moneda. El primero sin el segundo ofrecería una ilusión efímera; el segundo sin el primero, una ilusión mezquina. Sus aportes son fundamentales para construir una sociedad generosa en recursos, oportunidades y valores humanos.
Las dos caras de Nobel
CYBERTARIO
El otorgamiento del Premio Nobel de Economía a Edmund S. Phelps y el de la Paz a Muhammad Yunus son dos caras de la misma moneda.
Por Gerardo Sotelo
18.10.2006
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