Contenido creado por María Noel Dominguez
Cybertario

Uruguayan track

CYBERTARIO

Ni en tren ni avión. El acuerdo comercial con Estados Unidos recorrerá el ''uruguayan track'', un camino lateral, de destino incierto, y al tranco de un caballo criollo.

Por Gerardo Sotelo

04.10.2006

Lectura: 3'

2006-10-04T00:00:00-03:00
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El anuncio de Vázquez de firmar un acuerdo marco de inversiones y comercio con Estados Unidos (TIFA, por su sigla en inglés) contempla las demandas de la triple interna que lo atenazaba: la del Frente Amplio (con sus sectores antiyanquis movilizados contra el TLC), la del Pit-Cnt (que ya había lanzado su movilización) y la del Mercosur, cuyos dueños no estaban dispuestos a aprobar un tratado de libre comercio entre Uruguay y Estados Unidos.

La oposición le reprocha al presidente haber cedido ante las presiones de los grupos radicales, sobre todo después de su metáfora del tren que pasa una sola vez. Sin embargo, nadie asegura al gobierno que la ''máquina de impedir'' no vuelva a triunfar, como ya lo hizo contra gobiernos blancos y colorados, ahora contra uno del Frente Amplio. Si Vázquez hubiera liderado a los partidarios de la vía rápida hacia el TLC, habría agudizado las tensiones en su fuerza política, que ya calienta motores para las internas de noviembre.

El fast track hubiera colocado al país en una vía que potenciaría el crecimiento económico, pero es dudoso que la sociedad uruguaya se sintiera cómoda moviéndose en la dinámica y la incertidumbre de la economía moderna. Después de todo, ningún sector de la producción o de la sociedad civil manifestó su adhesión al TLC con suficiente entusiasmo y determinación como para que el presidente se sintiera respaldado. Por otra parte, varios expertos en comercio exterior advirtieron que el tiempo del que se disponía para negociar un TLC era demasiado escaso.

Eligiendo el TIFA, Vázquez elevó el nivel de la negociación bilateral y habilitó a sus emisarios a seguir explorando oportunidades y amortiguando potenciales impactos negativos. Su decisión interpreta el espíritu de moderación de la sociedad que preside, alejada de toda vocación por la velocidad y los conflictos. De paso, se afianza en el rol que eligió jugar desde su alta investidura: ser el garante de la parsimonia nacional más que el líder de las transformaciones audaces. Además de sus convicciones, lo guía el fracaso de sus predecesores. Con el ''uruguayan track'', el presidente sigue comprando tiempo y capitalizándose como conductor del destino nacional que lauda en asuntos relevantes. Mientras el mundo va en avión, Uruguay intentará alcanzar el tren clavándole las espuelas a su caballo criollo. En este caso, su decisión es un guiño hacia el ciudadano medio que lo coloca como un agudo intérprete de sus esperanzas de cambios sin riesgos, si es que esto es posible.

Así las cosas, Vázquez muestra otra vez sus habilidades tácticas, pero como el TIFA es sólo un acuerdo marco sobre el que nada se concreta ni se descarta (incluyendo un futuro TLC), no es posible determinar aún cuál es su sentido estratégico ni a dónde nos conducirá.